Martes 31 de diciembre de 2002

 

Resignificaciones de la identidad nacional

 

En lo cultural, fue un año dedicado a la historia y la identidad. Libros, exposiciones y ciclos apuntalaron esta tendencia. "Los Argentinos", de Jorge Lanata, se transformó en un best seller.

  Buenos Aires (Télam).- La reafirmación de la identidad nacional fue una consigna no formulada que marcó la actividad cultural durante todo el año, reflejada en diversos ensayos, exposiciones y ciclos, empeñados en volver sobre nuestros orígenes, en resignificar nuestras memorias y en capturar una historia pulverizada a partir de la crisis de diciembre de 2001.
Esta tendencia que sobrevoló de manera anárquica en los primeros meses del año, se consolidó en la Feria del Libro, cuyo ciclo de encuentros internacionales -una de las actividades centrales- fue convocado esta vez bajo un lema absolutamente autóctono, "Pensar la Argentina. Proyectos para un país desde 1810 a 2002", analizado desde distintos tópicos y perspectivas.
Pero fue la presentación de "Los Argentinos", un libro del periodista Jorge Lanata, organizada en una sala para doscientas cincuenta personas y que horas antes de su concreción resultó absurdamente pequeña para la multitud congregada en el lugar, lo que reveló el interés de la gente por develar el ser nacional.
A partir de revisar la historia argentina, el texto indaga en las contradicciones de la versión oficial inmortalizada en los libros de texto, para explicar las causas de la crisis del país.
En la misma sintonía tanto la Secretaría de Cultura de la Nación, como la Secretaría de Cultura porteña dedicaron parte de su programación a rescatar la memoria histórica y el patrimonio cultural, a revalorizar el discurso de los próceres o recrear los grandes mitos argentinos.
En ese sentido sobresalió la programación de la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la ciudad de Buenos Aires, con el trabajo realizado con mitos populares, un ciclo acerca de la cultura afro-argentina y otro sobre la lucha de los trabajadores desde principios del siglo XX hasta el presente.
Un intento de poner en foco y ofrecer a las generaciones más jóvenes las memorias de los sectores sumergidos, aquellos cuya historia permanece en la oscuridad, olvidada por los discursos hegemónicos sobre la cultura.
Y en esa misma línea se inscribe un ciclo de documentales sobre las culturas originarias, organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación y emitidos por Canal 7. La "argentinidad" llegó a la moda con los colores de la bandera, elegidos por diseñadores top -especialmente en la temporada invernal- y pintó de celeste y blanco remeras, ponchos, botas o ropa infantil, una tendencia atribuida a la necesidad de reafirmar la identidad frente a la amenaza de disolución del país y el proceso de globalización del planeta.
Las editoriales no dejaron pasar este fenómeno y desde la Feria del Libro en adelante la literatura quedó relegada ante la publicación de una gran cantidad de ensayos, que en su gran mayoría diseccionaron la crisis argentina y buscaron puntos de contacto con los avatares de nuestra conformación nacional.
Mientras, el año transcurrió sin novedades puntuales que alegraran el alma del sector editorial: la ley del Libro permanece varada en la Cámara de Senadores, a pesar de las promesas de rápido tratamiento a las modificaciones de los artículos 6, 11,12, 15 y 16 incorporadas por la Cámara de Diputados el año pasado.
El proceso de concentración editorial, que ha subsumido tradicionales casas argentinas en conglomerados internacionales, ya ha puesto en evidencia cuáles son las prioridades de su política: basta pasar por una librería para añorar épocas mejores.
Las novedades del exterior circulan con cuentagotas y a precios prohibitivos -devaluación mediante-, y en cuanto a la literatura nacional, ningún título sobresale como de lectura imprescindible, aunque a la hora de mencionar no puede faltar "El calígrafo de Voltaire", de Pablo de Santis, y la reedición de "El limonero real", de Juan José Saer.
Como contrapunto a esa manía 2002 de escarbar la memoria colectiva argentina, "Vivir para contarla", el primer tomo de las memorias del colombiano Gabriel García Márquez, nos remitieron nuevamente al universo de Macondo. Un realismo mágico sólo superado por la realidad cotidiana.
   
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