Domingo 24 de noviembre de 2002

 

Cruzan el canal maestro en balsitas como barcos de papel

 

Sufrida y riesgosa odisea diaria de vecinos de Fernández Oro. El barrio Costa Linda depende de ese precario medio de transporte.

 
La fragilidad de las "balsitas" es manifiesta. El cable que les sirve de "maroma" es apenas un alambre doble que ya se cortó en alguna oportunidad, dejando a la deriva a dos niños pequeños.
CIPOLLETTI (AC).- A primera vista el paisaje podría asemejarse a un lugar paupérrimo del continente africano, donde la pobreza golpea y los ríos son sorteados con métodos prehistóricos.
Sin embargo, sucede aquí, en un paraje rural de Fernández Oro.
Para llegar al barrio "Costa Linda", donde viven unas 400 familias, los vecinos -jóvenes, mujeres, niños, hombres de trabajo- cruzan los casi 20 metros de ancho del canal matriz de riego que nutre al Alto Valle con seis balsitas muy endebles.
Tanto, que las "maromas" son finos alambres dobles que parecen no ser de acero.
No hace mucho un alambre se cortó y quedaron a la deriva canal abajo dos niños, uno de nueve años y otro de cuatro, quienes tuvieron que ser rescatados apelando a la balsita inmediata ubicada aguas abajo como freno, mientras más de 30 pobladores corrían desesperados a la vera del canal intentando, con grandes palos, detener la marcha para que no haya un vuelco y los chicos no se ahoguen, porque la profundidad promedio es de tres metros y en algunos lugares más.
Hubo casos de pequeños que cayeron al canal en las riberas, por casualidad sin mayores consecuencias que un enchastre de agua y barro.
Martín Carrasco, de 10 años, y otro muchacho mayor, Ariel Torres, relataron esta aventura con final feliz, luego de haber transitado, no sin esfuerzo, de la banda del barrio a la opuesta.
"Los pibes pudieron ahogarse pero la gente los salvó", comentó Martín.
"Esto es un peligro. Con los chiquitos muchas mujeres no podemos caminar hasta el puente que está a más de mil metros porque, aparte, cruzar por ahí es un peligro.
Pasan los camiones de la fábrica (una procesadora de pollos) y preferimos evitarlos", sostuvo Alicia, una curtida ama de casa que ya había utilizado una de las balsitas "para buscar agua y un poco de comida en el pueblo".
Para llegar a la orilla del canal que enfrenta a "Costa Linda" hay que adentrarse, desde el casco urbano de la localidad casi dos kilómetros hacia el noreste, por un camino de dura transitabilidad.
Esa misma huella la recorren ida y vuelta los pibes de una escuela, y luego se turnan para llegar a sus casas ubicándose de a cuatro, como pueden, en cada una de las "balsas", si pueden llamarse así.

Total precariedad

Se trata de un rectángulo de madera de dos metros por uno y medio, con bidones de jugo de fruta a modo de flotadores, una cadena atada a la "maroma" y una cuerda de la que se va tirando para que se produzca el avance, ayudado por la corriente bastante rápida.
Hay cajones para que los "pasajeros" se sienten, y los demás se acurruquen como puedan.
En "Costa Linda" no gozan del elemental servicio de agua potable.
Dos veces por semana la comuna les llena bidones, con una chata, pero no alcanza para nada.
Pocos arriesgándose por el puente -está a más de 1.500 metros de la última casa, hacia el este- y los más en las "balsitas" deben movilizarse hacia el pueblo para garantizar sus provisiones y dirigirse a sus trabajos de chacras a diario.
Duermen en el municipio testimonios de presentaciones de vecinos planteando la terminación de una pasarela prometida hace tiempo, pero que está casi a "fojas cero".
Sólo son visibles tres grandes soportes que emergen del agua y unos fierros oxidados en la orilla.
"Quién se hace responsable si se ahoga una persona", pregunta Oscar Irusta, miembro de la comisión de Ecología y Medio ambiente formada en Fernández Oro, enfatizando que los responsables "deben terminar la prometida pasarela en términos perentorios".
Emperatriz García es la presidenta de la vecinal de "Costa Linda".
"Hace tres años que luchamos por la construcción de la pasarela, y nada. ¿Esperan que se muera alguien para apurar el trámite?", sentenció la dirigente.

La odisea diaria

CIPOLLETTI (AC).- El sol era implacable, el viernes entre las 16 y las 18. Brillaban las aguas del canal con los destellos amarillos, vahos malolientes se desprendían de un desagüe pútrido cercano, mientras en una de las "balsitas" Martín y Ariel hacían malabares para el cruce.
Desde el caserío muchos miraban, alertas, el cruce, listos para una ayuda si algo ocurriese.
Los desniveles en las orillas suman más intranquilidad al tránsito permanente del curso mayor de riego.
Alguien, el más osado, debe bajar primero, hacer pie en tierra firme, y ayudar a brazo partido y pura fuerza a los demás.
Las seis "balsitas" están escalonadas en unos 900 metros. Vienen y van como barquitos de papel en una batea -el gran canal- que, cuando corre viento, se asemeja a un río bravo.
Una rutina diaria que para algunos fernandorenses representa un espectáculo pintoresco. Para los sufridos vecinos de "Costa Linda" es ni más ni menos que casi una odisea.
   
    ® Copyright Río Negro Online - All rights reserved    
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación