Domingo 10 de noviembre de 2002 | |||
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Del caos de 1899 a los diluvios de 1915 |
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Por Francisco N. Juárezfnjuarez@interlink.com.ar |
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En el año "15 todos recordaron el maldito 1899. ¿Cómo había terminado aquella inundación? El traslado del gobierno rionegrino tras la inundación y destrucción de Viedma, se sabe, terminó asentándolo en Choele Choel y replanteó su ubicación definitiva. Eso, para algunos, significaba progreso local. Por ejemplo, porque "el cuatrerismo está sufriendo una tenaz batida". Lo escribió un corresponsal -el 2 de octubre del "99- que apuntaba: "se ordenó la detención de 10 cuatreros que se sumarían a los 15 capturados". Es cierto que la cárcel rebosaba pero policías y presos elogiaban la labor del secretario de la gobernación Rómulo Sarmiento. Hizo correctamente la mudanza desde Patagones y contrató la ración de los penados a razón 60 centavos contra el peso que se pagaba en Viedma y aún le agregaban yerba y azúcar. Que las noticias alarmantes no faltaban se notó ya el 2 de octubre: Manuel Namuncurá denunció en la capitalina Choele Choel que el vecino de Chimpay Víctor Eguiza había asesinado al sobrino menor del cacique y primo de Ceferino. Sucedió 48 horas antes que el ingeniero Gounier del Ferrocarril Sur fuera amenazado de muerte en coincidencia con la huelga declarada por 150 obreros de una cuadrilla de peones ferroviarios. No se sabe si es por derivaciones de estos compulsivos procedimientos que murió el peón del F.C., José Coristia. Había recibido heridas de Luis Gentilo -prófugo -pero por la renuncia del médico de la gobernación doctor Luis Mourillier no hubiera sido atendido, como sucedía con los 6 enfermos graves de la cárcel, sobrecargada con 35 procesados y que se hacinarían con los 20 más que esperaban de Pringles (luego Guardia Mitre) y otros departamentos. El gobernador Tello prometía desde Bahía Blanca que llegaría apenas un barco tocara ese puerto para seguir al río Negro. El juzgado funcionaba sólo con el juez Lamarque, su secretario y el defensor Molina, mientras que la mayoría del personal y el archivo aún estaban en Patagones. Para el 6 de octubre la huelga ferroviaria fue dominada pacíficamente pero el comisionado Dr. Centeno, que recorría en misión gubernamental todo el territorio y llegó el 7 a Choele Choel desde la derrumbada Roca, estaba mal impresionado ya que "me consta extraoficialmente -como denunciaba el corresponsal de La Prensa- ha llegado a romper cuentas que pretendían cobrarse indebidamente relacionadas con los suministros de la inundación y ha suspendido las subcomisiones de auxilio a los inundados". El sargento Medina Centeno recorrió prolijamente el territorio, estancia por estancia y rancho por rancho. No se le pudo esconder más el crimen que se tapaba del sargento Cayetano Medina, consumado el 28 de setiembre, herido en la cabeza y molido a golpes. Se supo en Choele Choel el 9 de octubre, tras la misma noche alcohólica que en la estación de ferrocarril sumó otra tragedia. El capataz de una cuadrilla, el italiano Juan Ceroni blasfemó a los nativos e irritó al indígena Santiago Cabrera. El cuchillo de éste se hundió en la tetilla izquierda del peninsular. El entonces policía Beovidez apresó a Cabrera "en la casa del señor Córdoba (...) comiendo tranquilamente un asado con el mismo cuchillo que hirió a Ceroni, remitido a Bahía Blanca para su atención". El día 10 el juez Lamarque presentó novedades en un sumario contra "los turcos que estaban organizados desde hace tiempo en gavilla". En julio de ese año aporrearon gravemente a Juan Pérez, poco después a Eusebio Guerra y finalmente al ya aludido sargento Medina, que seguía grave por falta de médico. La gavilla estilaba reclamar la cancelación de cuentas a su favor y la negativa equivalía a una paliza. El 12 los empleados del Juzgado rionegrino aguardaban embarcar en Patagones en el vapor Limay trayendo el archivo de Viedma. El 15 de octubre, cuando se supo que todos los cuatreros que estaban presos en Roca fugaron, murió en Choele Choel el desatendido sargento Medina. Cuatro días después permanecía insepulto a la espera de la llegada de algún médico que practicara la autopsia. A la vez desde Limay telegrafiaron que dos soldados asaltaron en las inmediaciones de Alarcón a dos mercachifles ambulantes. Les tomaron 350 pesos, 5 revólveres y mercaderías. Uno de los soldados pertenecía al fortín Alarcón y el otro estaba camino de La Coloraba, en la costa del Limay. Otros soldados, en cambio daban lástima encontrarlos de a pie desde la baja en las cordilleras, por lo que el jefe de la estación Limay (Cipolletti) organizó una colecta para financiarle los pasajes de regreso. Reinaba la impunidad, ya que tres hermanos Lagos, chilenos, asaltaron y golpearon en Covunco al estanciero Juan Bautista Ramírez, quien los había denunciado dos años antes por robo de una majada. Esta vez se confesaron autores, pero ya el 2 de diciembre siguiente, en Chos Malal, se los puso en libertad. Al mismo tiempo, en el valle de Nahueve, otra gavilla de 14 bandoleros rodearon la casa de María M. de Sepúlveda, a quien ataron (también a un hijo y a un peón) saquearon las dependencias y destrozaron los colchones en busca de dinero: hallaron sólo 200 pesos. Los milicos sólo capturaron a dos de los asaltantes (uno se llamaba Rubén de la Fuente). Parecía un caos. Hacía pocos días se había fugado de la cárcel de Choele Choel el ex comisario Adolfo Díaz y al procesado Orevich Alvarez se lo pensaba remitir al manicomio porteño. Había desinteligencia entre los funcionarios desde poco antes: El general Rudecindo Roca había renunciado a la comisión que debía decidir el asiento de la capital de Río Negro y el 16 noviembre el Ministerio del Interior había recibido telegramas del gobernador Tello denunciando el regreso de las aguas que ya cercaban su sede de gobierno. Lo refutó dos días después el corresponsal de La Prensa en Choele Choel: el 19 de noviembre aludió la denuncia de Tello y adujo no haber visto tal suceso: "durante 2 horas como comuniqué oportunamente –sostuvo– llovió torrencialmente y como frente al edificio de la gobernación existe un gran zanjón (...) las aguas invadieron las pocas piezas de este edificio, viejo y sin defensa para las lluvias". No todo esto se recordaba cuando en 1915 las lluvias habían vuelta a las andadas. Pero antes aún se produjo la catástrofe del lago Carri Laufquen que inundó todo el valle abajo (en la foto de entonces, Río Colorado bajo las aguas). Curiosidades |
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