Lunes 4 de noviembre de 2002 | |||||||
Historia de una obra que hace agua por todos lados |
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Cobraron 100.000 pesos por un trabajo inútil.Un empleado estatal es la cara de la firma. |
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"Y tenía razón nomás el chileno, la obra no sirvió para nada", admite Luengo, de 45 años, nacido y criado en Quilca. Poco sabían Luengo y el peón trasandino que detrás de esa obra que nunca funcionó están los ignotos propietarios de una empresa que desapareció de la noche a la mañana, un contador al servicio del Estado que admite cobrar sin trabajar porque está "pisado" y una compleja trama puertas adentro de la administración pública. Sí saben los campesinos que la empresa cobró por un engaño al entonces director del establecimiento, Carlos Trassani, quien desde hace cuatro años pide por el agua de la escuela, a pesar de haber dejado el cargo y el paraje. "Estaba de vacaciones y vino a mi casa (en Zapala) un inspector del CPE y me dijo que todo estaba okey. Me pidió que firme para destrabar el pago que venía de Nación... y firmé", se reprocha Trassani quien -cada tanto- insiste por el tema con Marcelo Salmini, el inspector del CPE que le hizo poner el gancho. La obra no funciona, a quien se creía dueño no se reconoce como tal, y Salmini nunca de hizo cargo de la situación. El dinero de la obra para provisión de agua de la escuela albergue 57, para chicos del campo y niños en riesgo, llegó al cabo de muchos ruegos. Fue en 1999, durante la gestión de Oscar Gendelman en Arquitectura Escolar y a través del financiamiento del plan social educativo de Nación, que dispuso 100.000 pesos. Para Trassani la obra no funcionó porque la cañería tenía la mitad de la sección que debería. "Pusieron caños de una pulgada y media cuando tendrían que tener tres", se explayó. Eso sí "sólo por caños, cotizaron 50.000 pesos cuando en esa época salían la mitad. Pagaron diez pesos el metro cuando en el mercado estaba a 3,80", explicó el exdirector del paraje, quien al firmar el final de obra libró de culpas a la empresa y el CPE. El trabajo no era muy complejo: tender un caño de más de 5.000 metros desde una laguna alta para que, por gravedad, el agua llegue al establecimiento. La obra, tras una licitación complicada, se adjudicó a la empresa Sevi S.A., una firma que durante varios años se dedicó exclusivamente a contratar con el Estado. De un día para otro -mientras "Río Negro investigaba el caso- desapareció y sus dueños se esfumaron. Trassani, su sucesor Carlos Gatica y una celadora dijeron que el aval del cien por cien se dio porque Salmini garantizó la obra. Así como en Quilca, Sevi S.A., con domicilio en el edificio Falleti de Juan B. Justo
El 25 de Mayo, con el objetivo de cubrir el cierre del ciclo lectivo de las escuelas rurales, "Río Negro" fue a Quilca donde los vecino se preguntan por un señor bajo y de poco cabello a quien identifican como el dueño "de la empresa" que hizo la obra. Ese hombre es un contador, empleado de planta del Estado neuquino. El hombre -al que este diario tardó en localizar- siempre lleva un maletín y se llama Héctor Fernández, pero todos lo conocen como "Pelusa". Admite no tener lugar de trabajo, pero cobra 1.300 pesos por mes. -¿Un ñoqui? -No, un pisado, me tienen colgado -definió el contador. Archiconocido en la administración pública, mantiene contactos con los organismos que generan obras. Para muchos es el verdadero dueño de Sevi y de otras pequeñas empresas. - "Nooo, yo no soy el dueño, yo asesoro nomás, es que hace mucho que estoy en esto", le contestó a este diario allá por julio. -¿Es incompatible ser del Estado y "asesorar" a contratistas? -No, no, para nada, porque yo sólo asesoro, contestó Fernández. Por entonces, fines de julio, Fernández aseguraba que "había que responder" por la obra y que estaba a punto de acordar una salida con el director de Arquitectura (Alberto) Sciacchitano. Cuando se le preguntó por el dueño de la firma a la que le manejaba "todo"- tuvo que pensar y al fin largó: "Otegui... Fernando Otegui". Y el segundo ¿quién es? mmmm "Carrillo... Jorge Carrillo... uno tiene tantas cosas en la cabeza", respondió el contador. -¿Cómo localizo a Otegui? -Está en Europa, no creo que vuelva, la empresa no anda bien pero la obra la vamos a terminar... -afirmó y prometió "más adelante" dar precisiones. Hace una semana, este diario volvió a hablar con el contador. "La empresa no existe más, los dueños se fueron creo que a San Juan, cerraron las oficinas ¿cuánto hace?... más de tres meses que cerraron", dijo. - Hace tres meses hablamos. -Entonces no hace tanto. -¿Y la obra? -Eso ya fue, esta gente se fue mal y no va a volver. No, no tengo teléfono de ellos. Desde hace tres años los chicos siguen tomando agua de mala calidad. Muy cerca, en Lonco Luán, otra empresa cobró 400.000 pesos para construir una planta potabilizadora que tampoco funciona. Es probable que la escuelita de Quilca siga el camino de otras, cerradas por escasa matrícula. Juan Domingo Luengo tendrá muchas más razones para acordarse del peón chileno. Un contador del Estado es la pieza clave -¿En qué lugar de la administración pública trabaja? Lo acusan de una usurpación VIP
Rodolfo Chávez |
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