Sábado 23 de noviembre de 2002
 

Los que mandan

 
  Por si aún quedaban algunas dudas en cuanto a quiénes están a cargo del país, el presidente interino Eduardo Duhalde y una veintena de gobernadores provinciales intentaron eliminarlas postergando casi un mes la primera ronda de las elecciones, que según la fecha más reciente se llevarán a cabo el 27 de abril, con la segunda vuelta, en el caso muy probable de que sea precisa, fijada para el 18 de mayo. Si bien no se dan demasiados motivos para creer que el 27 de abril sea intrínsecamente mejor que el 30 de marzo, al cambiar la fecha Duhalde ha logrado aumentar su propio poder en desmedro de aquel de sus aliados coyunturales y rivales. Asimismo, las decisiones en tal sentido fueron alcanzadas en la llamada "cumbre de Olivos", es decir, en una reunión que se asemejó a las que suelen celebrar los gobernantes de potencias independientes cuando quieren brindar una impresión de concordia. Sin embargo, puesto que algunos políticos, entre ellos los ex presidentes Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá, quisieran hacer gala de su propio poder, se esforzarán no sólo por obligar a Duhalde a modificar una vez más el calendario electoral sino también por frustrar cualquier otra iniciativa que podría tener en mente. Por este motivo, Rodríguez Saá dice que el 20 de diciembre encabezará una manifestación masiva en Plaza de Mayo con el propósito de reclamar un calendario que a su juicio sería más "creíble". Asimismo, no extrañaría del todo que la Justicia optara por intervenir declarando inconstitucionales las novedades decretadas por Duhalde más los gobernadores que, se prevé, serán finalmente aceptadas por el Congreso, cuerpo cuyo papel está opacándose por momentos a pesar de las maniobras desesperadas de diputados y senadores resueltos a provocar problemas a fin de recordarnos que no les gustan para nada ni el estado del país ni las medidas consideradas necesarias para impedir que siga agravándose. No obstante la gravedad de la crisis económica, abundan los políticos y jueces que por motivos oscuros no vacilarían en tratar de torcer el curso de los acontecimientos, contribuyendo de este modo a la confusión institucional.
De más está decir que tanto los cambios que fueron anunciados el lunes como otros que nos sorprendieron en ocasiones anteriores no pueden ser atribuidos a la voluntad del gobierno nacional de asegurar que los próximos comicios sean transparentes o que se celebren en la fecha más oportuna, detalles éstos que claramente no interesan en absoluto al presidente y sus allegados. Sin hacer el más mínimo intento de disimularlo, los duhaldistas se han negado a cumplir el papel apropiado para un "gobierno de transición". Por el contrario, han subordinado virtualmente todo a su objetivo prioritario que no es hacer frente a la crisis que está provocando tantos estragos sino derrotar a Menem y a Rodríguez Saá en la interna peronista. Puede que al país le conviniera mucho que el riojano y el puntano se vieran superados por un eventual candidato oficialista, siempre y cuando se tratara de un "moderado" de mentalidad racional y democrática, pero con la presunta excepción de algunos militantes de un movimiento tan amorfo que ya no representa nada salvo las ambiciones personales de caciques determinados, pocos pueden sentirse conformes con lo que está ocurriendo. Lo que es peor, la prepotencia que están manifestando los duhaldistas y antiduhaldistas hace prever que de imponerse un peronista en las elecciones los episodios de la interna del PJ, la que por cierto continuará más allá del 25 de mayo del año que viene, seguirán dominando la política del país con la consecuencia de que al próximo gobierno le resultará casi imposible elaborar e instrumentar cualquier estrategia coherente. Por cierto, de conseguir los duhaldistas establecer su propio dominio marginando a los menemistas y a los adherentes de Rodríguez Saá para que triunfe un candidato vinculado con Duhalde, esto significaría que en el próximo período presidencial el poder auténtico no se encontraría en la Casa Rosada sino en La Plata, arreglo que en vista de la propensión de los "caudillos" a enfrentarse esporádicamente con sus dependientes ya para ahorrarse costos políticos, ya para subrayar su propio poder, no presagiaría nada bueno para el país.
     
     
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