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Escenas de la vida Escenas de la vida
L
as escenas no aparecen como recortes aislados, sino que juntas, en blanco y negro. Narran la vida cotidiana de quienes integran los sectores más golpeados de la región. La expo fotográfica ubicada en el subsuelo del municipio neuquino, es un homenaje a Carlos Hermet, fotógrafo de este diario que perdió la vida el año pasado.
Las fotografías no ofrecen imágenes felices, ni siquiera optimistas. La gran mayoría aparecen como una bofetada, como una denuncia de esas realidades que existen pero que no todos los ojos se animan a ver. Sólo algunas resultan esperanzadoras, y se basan en el vínculo entre las personas, en la actitud de quienes se juntan para expresar ideas o de quienes levantan sus manos en una asamblea popular porque están convencidos de que de ese modo podrán modificar el estado de cosas.
El recorrido propuesto "muestra una vereda que no queremos ver", según
expresó uno de los organizadores. Es la mirada creativa y sensible de quienes tienen la responsabilidad de captar situaciones a través de una cámara. A muchas de estas imágenes la sociedad se acostumbra. A cada momento que pasa, entonces, la exposición funciona como una posibilidad de acercarse a la violencia de todos los días para no olvidarla, para no asumirla como inmodificable y "normal".
El trabajo de los reporteros gráficos acompaña cotidianamente a las notas periodísticas de diferentes publicaciones. A veces funciona de manera complementaria. Aunque otras veces las escenas que aportan los fotógrafos narran por sí mismas los hechos que cobran relevancia y las características de los protagonistas.
Algunas son tan contundentes que quedan guardadas en la memoria del lector como piezas fundamentales para reconstruir la historia. Los obreros,
armados con gomeras, defienden su puesto de trabajo. Efectivos de la policía trasladan a un dirigente gremial con una actitud por demás agresiva. Los chicos que están obligados a vivir en los asentamientos sonríen a pesar de la miseria. Una nena recorre un basural en busca de algo para comer. Los ojos oscuros de la pobreza. Los surcos que se dibujan en la piel.
Adentro, los presos sufren la vida en el inundado pabellón de una cárcel. Afuera, los uniformados disparan balas atrincherados en la azotea de algún edificio de la zona. La violencia en la calle es la sangre, pero también es la ausencia de calzado en el invierno, la curtida mirada de una nena del oeste, las manos que se amontonan para pedir pan.
La mayoría de estas fotos no han sido publicadas en los medios gráficos en los que trabaja este grupo de reporteros. Esta muestra es una oportunidad para apreciar el resultado de la labor diaria de esos fotógrafos. Pero es también un hecho artístico y una posibilidad para reflexionar.(AN). |
