Viernes 1 de noviembre de 2002
 

Un bandoneón con hombre y mar propios

 

India y Sudáfrica, algunos países europeos y Nueva York. Pablo Di Lauro ha andado otros espacios y se quedó en Neuquén, con su dado rojo en el que guarda la joya mejor atesorada de su vida. Mañana hará tangos junto a Luis Misischia en Alderete 511 de Neuquén capital.

  NEUQUEN (AN).- Pablo Di Lauro tiene los ojos más bellos que haya dado el bandoneón. Al menos, entre los pocos seres que por estas tierras pasaron con el fuelle bajo el brazo.
Decir que son ojos verdes con pizcas de amarillo, es apenas forma sin contenido. Porque es la mirada primero. Después, inmediatamente después de los ojazos, llega el muchacho de cabellos castaños y rulos, buena pinta y una simpatía entre dulzona y pacífica.
Deja libre los sones de aquel instrumento que se le apareció en la vida, como regalo a un pibe de ocho años. Lo vio con la boca en "O" y con relámpagos turquesas, devorando la joya como nunca había visto otra. "Sorprendido, no me quedó otra que estudiar aquel instrumento tan lindo en su forma como en su sonido. Tan penetrante al alma. De aquellos años realmente tiernos, me queda una imagen: la cara de mi familia sorprendida, por la llegada de un músico a la casa, eso sí, creo que llegué a fastidiar a unos cuantos oídos".
Pablo Di Lauro hace honor a los tanos de San Nicolás de los Arroyos, los abuelos y un padre casi bebé, que vinieron con las oleadas migratorias el siglo pasado, en busca de la veracidad de la tierra y sus frutos. Dejaron en la Italia de Monte Falcone, arriba en los faldeos un pueblecillo que mira al mar, por las cercanías de Pescara. El villorrio quedó casi vacío de juventud.
Un bandoneón dudoso, anduvo por las manos del padre de Pablo. "Mi primer maestro era un genio tocando, realmente creí que nunca iba a poder tocar como él lo hacía, pero el tiempo me llevó por diferentes maestros, los cuales hoy ya no están por esas cosas de la vida".
Las aguas del mar calmo chisporrotean. "Sé lo que quiero" ¿Y qué es? "Tocar, tocar tocar: el escenario, siempre eso quiero".
Bastante jovenzuelo por cierto, en los "80, con su estuche como un dado rojo, se asentó en Neuquén y después de hacer gustar del serpenteante mundo de su música, Pablo desapareció de nuestra escena. Marchó océano afuera. Y no se lo vio más hasta hace un par de meses.
¿Qué camino no lo albergó? "Mi primer viaje al exterior, me llevó a la India, pasando por Sudáfrica, esperando cualquier excusa para desenfundar mi fuelle, era la consigna que me impele unos años mas tarde por Chile, New York, España, Italia y mi querida Francia".
Aquí está nuevamente con sus recitales, como el que brindará mañana, a las 23.30, en Alderete 511 de Neuquén, junto al tecladista Luis Misischia. Mucho tango desde comienzos de siglo hasta hoy y los distintos momentos por los que transitó el género en la Argentina. O enseñando y queriendo interrelacionarse con los amantes del instrumento desde su mail dilaurobandoneon@hotmail.com
Pablo es dueño de dos bandoneones Doble A (Alfred Arnold), el instrumento que fue creado en Alemania por Henrich Band en 1885 y que luego la sociedad "Band.unión" invierte para producirlo en serie.
Aprender a ejecutar es como estudiar cuatro digitaciones, explicó, la derecha y la izquierda y cuando abre y cierra el fuelle. De niño se asustó, pero se dio cuenta que había un mundo inconmensurable "que hablaba con la voz de los poetas y se puede abarcar hasta los máximos compositores universales". Pablo toca con los ojos de par en par pintados como el Adriático de los abuelos, con una sonrisa enorme, con los párpados velando otros paisajes en un juego de esencia a alma, entre dos inseparables.
   
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