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El devastador deterioro que sufren las escuelas de Bariloche dejó en los
días recientes a cientos de chicos sin clases. Como una letanía que nadie
escucha, padres y docentes reclamaron las reparaciones indispensables,
pero en casi todos los casos se toparon con la excusa irreductible: no
hay presupuesto.
Una directora confesó que nunca tuvo inclinación por las decisiones drásticas,
pero había asumido que suspender la actividad y acudir a la prensa era
su último recurso para llamar la atención de las autoridades. Ni aún así
consiguió resultados.
En la escuela 266 los caños rotos de un baño derraman aguas servidas sobre
otro. En la 298 la caldera se rompió y no había quién la arregle. La cooperadora
terminó comprando un motor.
La escuela 71, inundada. La 315, con problemas eléctricos. Al CEM 20 le
faltan varios vidrios y tiene los baños a oscuras. Los chicos hicieron
una sentada para reclamar soluciones.
La seguidilla de problemas edilicios tiene secuelas directas en los cuerpitos
de carne y hueso. Que deben aprender con frío, sin luz, en un ambiente
que les niega un derecho elemental.
Algunas carencias se solucionaban con 300 pesos, en otra escuela bastaban
800 pesos. En las escuelas rurales se pasan una semana sin clases por
falta de combustible para el generador.
En una de sus espaciadas visitas a esta ciudad, el gobernador Verani había
admitido que Bariloche tenía la peor infraestructura escolar de la provincia.
Prometió edificios nuevos, ampliaciones. Sólo se construyeron algunas
aulas para el nuevo CEM 105, que quedó inconcluso. Desde entonces, nada
más.
Lo peor es que a la vuelta de la esquina, miembros del mismo gobierno
provincial pusieron en marcha un festivo reparto de pases de esquí "de
gentileza" a amigos y familiares, a un costo de 120.000 pesos que ahora
reclaman las firmas perjudicadas.
Datos que componen un síntoma ilustrativo de la descomposición del Estado
provincial y del consecuente descrédito de la clase dirigente.
Como en las mejores telenovelas: el contraste agresivo entre la miseria
y la opulencia, puerta de por medio.
Al decir de la Unter, el abandono que hoy presentan las escuelas es consecuencia
de una "política deliberada". Pero las reacciones son aisladas y tardías.
El agobio produce acostumbramiento y la falta de respuestas colma de sinsentido
al reclamo.
¿A nadie se le ocurrió que Bariloche y su treintena de escuelas justificarían
que Educación tenga aquí un empleado de planta especializado en reparar
calderas? Seguramente no sería un "ñoqui". Pero eso sí, el mismo gobierno
designó tiempo atrás un veterinario adscripto a la policía, con rango
de oficial inspector. Su fin era velar por la salud de los canes de toxicomanía.
Mientras tanto, en alguna escuela perdida del Alto, un chico trata de
escuchar a la maestra con la panza vacía. Se sigue sonando los mocos con
las manitos heladas, esquivando una gotera y levantándose a cada rato
para asegurar ese cartón que emparcha el vidrio roto y se vuela con el
viento.
Pero la escuela que debía ser esa herramienta formidable de igualar oportunidades,
ya es incapaz de contener, ni puede garantizar nada. Y el alumno, sin
culpa alguna, paga las consecuencias. Porque ya no es sujeto de promoción
social sino cliente sometido a los protocolos del poder.
Daniel Marzal
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