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BRASILIA (Reuters) - El ex líder sindical Luiz Inácio Lula da Silva marcha
seguro a ganar hoy la elección presidencial de Brasil, para dar al país
un giro histórico hacia la izquierda y un ejemplo de flexibilidad ideológica
a los políticos de América Latina.
Su rival oficialista, José Serra, admitió ese pronóstico de las encuestas
de intención de voto en la noche del viernes, así como lo hicieron durante
la semana los mercados financieros, empresarios y actores económicos y
políticos internacionales.
Lula, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), ganó con una
enorme ventaja la primera vuelta de las elecciones generales del 6 de
octubre, pero sin alcanzar la mayoría absoluta para adjudicarse directamente
la presidencia.
Según todas las encuestas preelectorales el ex obrero metalúrgico vencería
hoy a Serra, quien fue ministro de Planeamiento y de Salud del saliente
presidente Fernando Henrique Cardoso, con unos 30 puntos porcentuales
de diferencia.
El viernes los dos contendientes salieron de un debate televisado final
convencidos de que el intercambio no alterará esos pronósticos.
En un breve mensaje final del encuentro, Serra pidió a cada uno de sus
electores de la primera ronda, cuando obtuvo el 23,6 por ciento de los
sufragios, que consiga otro voto para darle un triunfo el domingo.
Sonriendo satisfecho, Lula, quien el 6 de octubre consiguó el 46,4% de
los votos, retrucó que no podía pedir lo mismo a sus electores, "porque
si no, vamos a pasar el 100%".
En el debate ambos candidatos cambiaron acusaciones e ironías mientras
exponían sus propuestas para solucionar los principales problemas del
país, sin que ninguno pareciera sacar una ventaja capaz de alterar los
pronósticos preelectorales.
Más de 115 millones de brasileños están habilitados para votar el domingo,
cuando también se disputarán segundas vueltas electorales en 13 de los
26 estados del país y en el Distrito Federal, para cubrir los cargos de
gobernadores.
Las principales batallas se darán en el estado de Sao Paulo, el más rico
y poderoso del país, y en Río Grande do Sul, con el quinto mayor colegio
electoral. Los candidatos del PT marchan en ambos casos hacia una prevista
derrota.
La votación se iniciará a las 08.00 hora local (igual de Argentina), y
las autoridades esperan tener resultados definitorios antes de la medianoche.
El preanunciado triunfo que darían los brasileños a Lula subraya sus ansias
de cambios y su disposición a cambiar el mapa político del país, con su
proverbial desapego a la ortodoxia. "Los brasileños constituyen un pueblo
joven y no temen a lo nuevo", reconoció esta semana Cardoso
El mandatario terminará el 1 de enero el segundo de dos períodos consecutivos
con su popularidad en franca caída a raíz de un estancamiento de la economía
y creciente desempleo, tras haber conducido un auspicioso plan de estabilización
en sus primeros años de gestión.
La marcha de Lula hacia la presidencia, en su cuarto intento, se fundó
también en una drástica moderación de su antigua militancia socialista,
que fue seguida por los políticos de la región.
Lula olvidó los duros ataques que lanzó como sindicalista contra el Fondo
Monetario Internacional (FMI), para comprometerse a respetar los acuerdos
alcanzados por Cardoso con el organismo, que incluyen un crédito sin precedentes
por 30.000 millones de dólares.
Doce estados en disputa
Electores de 12 estados brasileños volverán
a las urnas el domingo para elegir gobernadores y en cuatro de ellos -incluyendo
el más importante, Sao Paulo- la disputa reproduce la batalla por la presidencia
entre el izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva y el oficialista José
Serra.
En la primera vuelta de las elecciones generales del 6 de octubre, 13
estados brasileños liquidaron el pleito y escogieron a sus gobernadores,
y el nuevo mapa político del país se completará con la elección de los
restantes 14 gobiernos provinciales en la segunda vuelta del domingo 27.
La batalla más importante del domingo será en Sao Paulo, verdadero pulmón
económico del país, donde el gobernador Geraldo Alckmin (del PSDB) buscará
la reelección contra José Genoíno, candidato del PT. En el norteño estado
de Pará se repite la disputa a nivel nacional, siendo que Maria do Carmo,
del PT contra Simao Jatene, del PSDB
En el sureño estado de Rio Grande do Sul, los sondeos de intención de
voto indican que el PT difícilmente volverá a ganar la gobernación. Germano
Rigotto (Partido del Movimiento Democrático Brasileño, PMDB) a una semana
del segundo tuno aparece como favorito con el 57% contra el petista Tarso
Genro aparece con el 35%, según sondeo de Ibope.
Cardoso estabilizó la economía,
pero no pudo con la pobreza
Tras ocho años en el poder el presidente
Fernando Henrique Cardoso pasará a la historia como el mandatario que
controló la inflación y alzó la voz de Brasil en los foros internacionales
pero deja de herencia una pesada deuda pública y fuertes demandas sociales.
Su sucesor recibirá una abultada deuda, que roza el 60% del Producto Interno
Bruto (PIB), carencias sociales y una economía que registró un crecimiento
medio de 2,4% durante la era Cardoso pero es insuficiente para cubrir
el desempleo estructural y a los 1,5 millones de jóvenes que cada año
se suman al mercado laboral.
A pesar del prestigio internacional de Cardoso, los brasileños tienen
sed de cambio. En la primera vuelta de las elecciones realizada el domingo
6, el 76% votó a favor de alguno de los tres candidatos de la oposición.
Cuando le quedan poco más de dos meses al frente del gobierno, los balances
sobre su gestión se multiplican y las opiniones se dividen.
Al mérito indiscutible de haber puesto fin a la inflación gracias a la
aplicación del Plan Real en 1994, se suman las críticas por su política
de apertura al capital extranjero.
En los primeros años de mandato, en particular, privatizó empresas y vendió
bancos. Sus críticos se preguntan a dónde fueron a parar los más de 100.000
millones de dólares recaudados a la vista de los 200.000 millones de deuda
externa que deja. A ello se suman las condiciones impuestas por FMI a
cambio de 30.400 millones de dólares de asistencia financiera. El nuevo
gobierno tendrá que ahorrar un equivalente a 3,75% del PBI para enfrentar
sus compromisos.
Cardoso puso orden en las cuentas públicas con la ley de Responsabilidad
Fiscal, que impide a los administradores gastar más de lo que recaudan,
adoptó el cambio fluctuante (enero 1999) y aunque durante su gobierno
mejoraron los índices sociales, la distribución de la renta sigue siendo
de las más injustas del planeta.
Según el último Indice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la undécima economía mundial
ocupa el puesto 73 de 173 países en indicadores sociales. A pesar de contar
con una renta per cápita de 7.626 dólares, Brasil tiene 54 millones de
pobres en una población de 170 millones de habitantes.
En su primer mandato (1994-1998), Cardoso no obstante mejoró la política
de distribución de la renta. El control de la inflación contribuyó a que
la masa de pobres del país mejorase su nivel de vida.
Pero todavía más de 40 millones de brasileños viven con un salario mínimo,
que con la devaluación del real, que en lo que va de año ha perdido casi
la mitad de su valor, se sitúa en torno de los 60 dólares mensuales.
El segundo mandato empezó con mal pie. Además de las sospechas de irregularidades
para concurrir a la reelección, en noviembre de 1998 Brasilia recurrió
al Fondo Monetario Internacional (FMI) en busca de 41.500 millones de
dólares a cambio de un draconiano plan de ajuste para cuadrar las cuentas
públicas.
Las crisis asiática (1997), rusa (1998) y argentina (desde 1999), en el
plano externo y la energética en el país, sumadas a las incertidumbres
de la economía mundial, obligaron a Cardoso a convertirse en bombero.
También tuvo que bloquear los intentos de la oposición para investigar
las numerosas sospechas de corrupción que recaían sobre sus allegados
políticos. Su amplia y variopinta coalición hizo aguas.
En la era Cardoso, Brasil se erigió en la voz de los países emergentes
en los foros internacionales. Hizo del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay
y Uruguay) su prioridad de política exterior para crear un bloque sudamericano
compacto para negociar con Estados Unidos el Area de Libre Comercio de
las Américas (ALCA) |