Miércoles 23 de octubre de 2002
 

Las opciones de Lula

 

Por Andrés Oppenheimer

  El candidato izquierdista brasileño Luiz Inácio Lula da Silva tiene dos opciones si gana la segunda vuelta electoral del 27 de octubre: podrá unirse a Venezuela y Cuba en una alianza de países antinorteamericanos, o adherirse a Chile y México en un nuevo bloque de naciones que buscan una mayor integración con Estados Unidos sin perder su independencia política.
En las últimas semanas se ha escrito mucho sobre la posibilidad de creación de un eje Brasil-Venezuela-Cuba si gana Lula. Yo lo dudo: para Lula sería un suicidio político identificarse con el presidente venezolano Hugo Chávez, cuyo desastroso gobierno ha incrementado el número de pobres en 2,5 millones, o con el presidente vitalicio Fidel Castro, cuya isla tiene uno de los promedios de ingresos más bajos del hemisferio y ninguna libertad política.
Pero muy poco se ha escrito sobre la posibilidad de que Lula integre un eje Brasil-Chile-México, junto con el presidente socialista chileno Ricardo Lagos y el primer presidente de la transición política mexicana Vicente Fox. Se trataría de un bloque de democracias deseosas de aumentar su integración con la economía más rica del mundo, sin por ello renunciar a posiciones independientes en temas internos y de la política exterior.
En una entrevista telefónica, le pregunté al canciller mexicano Jorge Castañeda sobre la posibilidad de una alianza política entre Brasil, Chile y México, para presionar conjuntamente por sus demandas comunes. Castañeda, un ex militante de izquierda que tiene buenos amigos en el gobierno centro-izquierdista de Chile, no disimuló su entusiasmo con la idea.
"Le daríamos una gran bienvenida"", me dijo Castañeda, refiriéndose a Lula. "Independientemente de las relaciones que tuviera con otros países cercanos, la idea de una convergencia en los grandes temas internacionales y regionales de México, Brasil y Chile es muy cara al corazón del presidente Fox"".
"Nosotros pensamos que, sobre todo en materia internacional y regional, el ser progresista o de izquierda no significa abrazar todas las causas antiamericanas, ni descartar todas aquellas en las que Estados Unidos puede ser un aliado"", dijo Castañeda. "Eso significa tomar una posición independiente en temas como los derechos humanos, la democracia, la seguridad hemisférica, el comercio internacional y la ayuda al desarrollo"".
Si Lula antepone el pragmatismo a la ideología, podría tratar de firmar un acuerdo de libre comercio con Washington y al mismo tiempo exigir más insistentemente, junto con México, Chile y el resto de Sudamérica, que Estados Unidos reduzca sus barreras comerciales y migratorias, y que el gobierno de Bush apoye iniciativas internacionales como el Tribunal Penal Internacional o el tratado de calentamiento global de Kyoto.
Más importante aún, Da Silva podría unirse a México y Chile para pedirle a Estados Unidos que siga el modelo de la Unión Europea, que va mucho más allá del acuerdo de libre comercio hemisférico que apoya el presidente Bush. En Europa, los países más ricos han financiado la construcción de carreteras, puentes y otros proyectos de infraestructura en los estados más pobres, bajo el concepto de que el crecimiento económico de los más atrasados crea nuevos mercados para los más desarrollados.
Hasta ahora, Lula no ha dado señales de que formaría un eje Brasil-Chile-México. La semana pasada, volvió a dar muestras de antiamericanismo pueril, en la forma en que rechazó las declaraciones del representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Zoellick, en un reportaje que le hice para una columna anterior.
Respondiendo a la afirmación de Lula de que el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) es una estrategia de Estados Unidos "para la anexión económica de América Latina"", Zoellick me había dicho que hay muchos países en el mundo que buscan firmar pactos de libre comercio con Estados Unidos, y que si los brasileños "deciden que quieren ir en otra dirección, si desean encaminarse hacia la Antártida, nosotros vamos a mirar al Este y al Oeste"".
Lula respondió con un ataque personal a Zoellick diciendo que "hay mucha gente que dice cosas estúpidas sobre el Brasil"" en Estados Unidos, y que él no contestaría comentarios "de un subordinado de un subordinado"". De hecho, Zoellick es un funcionario del gabinete, y -como lo señaló un editorial del diario "O Estado de Sao Paulo" sobre la disputa- uno de los mejores amigos del Brasil en el gobierno de Bush.
Mi conclusión: si Lula gana la elección, podrá escoger entre convertirse en el líder de una nueva izquierda moderna y constructiva, o unirse a la vieja izquierda que concentra sus energías en culpar a otros por los fracasos propios. Mi mayor preocupación es que Lula probablemente intentará hacer las dos cosas y que el Brasil sufrirá por ello.
     
     
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