Sábado 19 de octubre de 2002
 

A 40 años de la crisis de los misiles

 

Por Jim Mannion

  Hace 40 años estallaba la crisis de los misiles instalados en Cuba, una aterradora partida de poker entre un presidente estadounidense con poca experiencia y un líder soviético lleno de energía, que estuvo al borde de sumergir al mundo en un conflicto nuclear.
Nunca Estados Unidos y la Unión Unión Soviética habían estado más cerca de la guerra que durante esos 13 días de octubre de 1962, luego del descubrimiento del despliegue de misiles soviéticos de mediano alcance en la isla.
El despliegue de misiles soviéticos había sorprendido y atemorizado a los estadounidenses. Fotos de alta definición en blanco y negro, tomadas por un avión espía U-2, habían revelado un panorama amenazante: rampas de lanzamiento en plena selva tropical, a menos de 150 km de las costas estadounidenses.
"Esas bases no pueden tener otro objetivo que proporcionar la capacidad para realizar un ataque nuclear contra el hemisferio occidental", declaró Kennedy el 22 de octubre en un discurso a la nación, alertando a la opinión pública sobre un secreto que el presidente y un pequeño círculo de cercanos consejeros habían guardado durante seis días.
El 14 de octubre, un U-2 había sobrevolado Cuba y traído las pruebas de que Khruschev había mentido cuando prometió explícitamente que la URSS no desplegaría misiles en Cuba.
Esas imágenes mostraban rampas de lanzamiento en medio de las montañas de la Sierra del Rosario, a unos 75 km de La Habana. Los analistas de la CIA establecieron que se trataba de poder lanzar misiles de mediano alcance SS-4.
Esta crisis se produjo luego de 15 años de Guerra Fría, en una época en la que "todos los días temíamos una eventual acción soviética", recuerda el ex secretario de Defensa Robert McNamara.
En abril de 1961, anti-castristas, apoyados por Estados Unidos, habían tratado de desembarcar en Bahía de Cochinos, en una fracasada operación, y la CIA había tratado de asesinar a Fidel Castro. El mismo año, Moscú ensayaba una bomba nuclear y el Muro dividía Berlín.
Cuarenta años más tarde, los consejeros de Kennedy todavía se preguntan cuál era el objetivo de Khruschev al desplegar misiles en Cuba. Para Sorensen, fue una decisión tomada "en solitario", motivada principalmente por el deseo de responder al despliegue de misiles nucleares estadounidenses en Turquía.
Fidel Castro por su parte pensaba que los misiles lo ayudarían a defenderse contra una eventual invasión estadounidense y quería que Moscú lo anunciara públicamente, mientras que Khruschev prefería el secreto.
Pero el líder soviético no había tomado en consideración la sofisticación de los medios de espionaje estadounidenses.
En un primer momento, Kennedy no aludió a lo que sabía del despliegue de misiles en Cuba durante una reunión con el ministro de Relaciones Exteriores soviético Andrei Gromyko, realizada el 18 de octubre en la Casa Blanca.
Un pequeño grupo de consejeros delineaba la estrategia estadounidense. Al principio se consideró realizar ataques aéreos preventivos, pero finalmente se optó por el bloqueo marítimo y el 22 de octubre Kennedy anunció al mundo la puesta en "cuarentena" de Cuba.
Casi un centenar de buques estadounidenses fueron desplegados alrededor de Cuba y decenas de escuadrones de combate patrullaban con orden de interceptar los cargos soviéticos que llevaran material de guerra. El 24 de octubre, las fuerzas estratégicas fueron colocadas en estado de alerta máximo, que precedía al desencadenamiento de la guerra nuclear. Centenares de bombarderos atómicos patrullaban el cielo y se colocaron las ojivas en los misiles intercontinentales.
Finalmente, los navíos soviéticos dieron media vuelta y el mundo respiró aliviado. Entre bambalinas, se preparó un acuerdo: el retiro de los misiles soviéticos a cambio del retiro de los misiles estadounidenses de Turquía y el compromiso de Estados Unidos de no invadir Cuba.
Pero el 27 de octubre, "el sábado negro", se produjo un nuevo drama: un U-2 fue abatido sobre Cuba y el piloto murió.
Por temor a que la crisis se profundizara, Kennedy envió a su propio hermano Robert Kennedy, entonces secretario de Justicia, a negociar con el embajador Dobrinin. Al día siguiente Khruschev aceptó retirar los misiles.
Según McNamara, Kennedy evitó lo peor: "habríamos tenido una guerra nuclear si él no hubiera estado allí". (AFP)
     
     
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