Miércoles 9 de octubre de 2002
 

Lula: ¿un Hugo Chávez o un Felipe González?

 

Por Andrés Oppenheimer

  La pregunta del momento: ¿a quién se parecerá Luiz Inácio Lula da Silva de llegar a la presidencia del Brasil? ¿Será un populista mesiánico, como el presidente venezolano Hugo Chávez? ¿O un socialista abierto a la globalización, como el ex primer ministro español Felipe González?
Lula, el candidato izquierdista con las mayores posibilidades de ganar la segunda ronda de las elecciones brasileñas el 27 de octubre, ha hecho campaña con un discurso más moderado que en sus últimos tres intentos infructuosos por llegar a la presidencia. Esta vez, se lo vio constantemente de traje y corbata, y tomándose fotografías con empresarios y banqueros.
Pero nadie sabe si hay un “nuevo Lula” - o un “Lula light,” como lo llama la prensa brasileña- o es el Lula de siempre con un nuevo empaquetamiento ideado por su asesor de imagen, el conocido ejecutivo publicitario Duda Mendonca.
Hasta el día de hoy, Lula sigue afirmando que el plan de crear un área de libre comercio hemisférica -aprobado por Estados Unidos y 33 países de la región en 1994- sería una maniobra de Washington para “lograr la anexión económica de América Latina”. Y se proclama un “amigo de Cuba”, y de Chávez.
Los funcionarios del gobierno de Bush dicen que no creen que Lula se embarcaría en una cruzada antinorteamericana. Según fuentes del Departamento de Estado, de ser electo, el gobierno de Estados Unidos lo invitaría a Washington como huésped del presidente Bush, como una muestra de buena voluntad.
William Barr, quien fue jefe de la sección política de la embajada de Estados Unidos en Brasil hasta su retiro la semana pasada, me señaló en una entrevista telefónica que no cree que Da Silva sea tan malo como lo pintan algunos conservadores en Estados Unidos.
“Lula no será un Chávez, ni por asomo”, me dijo Barr. “Tiene más perspectiva y más balance que Chávez”.
Entre las razones por las cuales Lula difícilmente dará marcha atrás a las reformas de libre mercado del presidente Fernando Henrique Cardoso, según el ex funcionario de la embajada norteamericana, se cuentan:
- Limitaciones económicas: la sola posibilidad de una victoria electoral de Lula ha generado una fuga masiva de capitales y una depreciación del 35% del real brasileño, por lo cual la primera prioridad del próximo presidente será tomar medidas para restablecer la confianza de los inversionistas.
Además, el próximo presidente tendrá las manos atadas: el 80% del reciente préstamo de 30.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional será desembolsado en cuotas durante los próximos tres años, sujeto a que el país siga cumpliendo con las condiciones del FMI. Si Lula se apartara de la senda, se quedaría sin fondos.
-Limitaciones políticas: en el mejor de los casos, el Partido de los Trabajadores de Lula ganará 107 de las 513 bancas de la Cámara de Diputados, según un estimado del centro de estudios IBEP de Brasilia. Lula tendría que negociar con el centro, y con la derecha, para poder gobernar.
-Limitaciones legales: el Congreso brasileño recientemente aprobó una enmienda constitucional que le hará mucho más difícil al próximo presidente gobernar con “decretos provisionales”. La enmienda “anti-Lula”, como algunos la llaman, exige mayores controles legislativos sobre dichos decretos.
-El síndrome de Salvador Allende: los líderes del partido de Lula, muchos de los cuales se exiliaron en Chile durante la dictadura brasileña de la década del setenta, tienen fresca la memoria del ocaso del extinto presidente socialista chileno Salvador Allende.
Uno de los principales problemas del difunto presidente chileno fue que no pudo controlar el ala radical de su partido, un factor que contribuyó al clima de caos que terminó con un golpe militar de derecha. Lula difícilmente permitirá que el ala radical de su partido arruine su presidencia.
Todas estas razones son muy valederas. Pero tampoco creo que Lula empezaría su presidencia como un socialista moderno, al estilo de Felipe González. Quizás nos sorprenda, pero no llegaría al poder con mucho bagaje intelectual: Lula nunca terminó la escuela secundaria, tiene poco contacto con el resto del mundo y todavía se guía más por la ideología que por el pragmatismo.
¿Mi conclusión? Lo más probable es que Lula perdería los primeros años de su presidencia ocupando gran parte de su tiempo en culpar a los países ricos por los problemas de su país, generando una aún mayor fuga de capitales y una mayor pobreza.
Entonces, quizás, se convertiría en un Felipe González en la segunda parte de su presidencia, tras darse cuenta de que los países que funcionan, como España, son los que no ahuyentan capitales y no se aíslan del mundo.
     
     
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