Domingo 6 de octubre de 2002
 

Corte a la Corte

 

Por Arnaldo Paganetti

  La mejor forma de reaccionar contra la desilusión es hacer...la revolución cotidiana. Esa es al menos una de las propuestas con música del conjunto mexicano Manu Chao, que calza a la perfección en la desquiciada Argentina. Es que los argentinos se comportan - según la acertada apreciación del nada inocente titular del Fondo Monetario, el alemán Horst Kohler -, como niños que le dicen todo que sí a sus padres, pero al mismo tiempo mantienen los dedos cruzados detrás de las espaldas.
"No quieren condicionarnos ni imponernos nada, pero observan como nosotros que el futuro político es impredecible", les dijo el ministro Roberto Lavagna a un grupo de gobernadores radicales, ante los que se ufanó de haber conseguido demostrar lo errado del pronóstico del FMI sobre el resultado de la gestión de nueve meses de Eduardo Duhalde: no hubo - resaltó - explosión social ni hiperinflación.
Dado que son pocas las verdades absolutas, habría que tomar con pinzas las palabras del timonel de la economía nacional. Aunque debe reconocerse que el país sobrevivió sin ayuda foránea. Y, devaluación mediante, el caótico esquema actual favoreció el desarrollo del turismo interno y fomentó las exportaciones, que no son mayores debido a la falta de recursos para potenciarlas.
Lavagna apuesta a no caer en default con los organismos internacionales, tras la cesación de pagos con los acreedores dispuesta durante el interinato de Adolfo Rodríguez Saá, en diciembre pasado. Además, brega por ir reordenando los vencimientos de la deuda externa, para lo cual dejó en Washington a su equipo técnico, con la misión de acercar posiciones y llegar a un acuerdo que, en el mejor de los casos, se prolongaría hasta diciembre del año próximo. El festejo sería mesurado - sin descorchar champaña, como caracterizó Duhalde-, si alivia la transición hasta el 25 de mayo de 2003.
Haciendo la salvedad que nada es definitivo en un escenario que es un tembladeral - pretenden alcanzar la primera magistratura dirigentes fracasados y sospechados de corrupción y el mas impoluto y favorecido por los sondeos de opinión, Carlos Reutemann, se encerró hasta aquí en una negativa pertinaz -, la actual administración duhaldista-alfonsinista, procurará en los próximos días:
* Cerrar la acusación en bloque contra los 9 miembros de la Corte Suprema de Justicia.
* Llevar a vía muerta algunas leyes que molestan en Estados Unidos y Europa y promover otras para recuperar la confianza de los inversores y ahorristas, hoy espantados y con la piel en carne viva.
* Instalar la necesidad de que los 4, 5 o 6 precandidatos más representativos de la ciudadanía firmen un pacto mínimo de coincidencias y gobernabilidad.
Sobre la Corte, existe un entendimiento tácito entre peronistas y radicales, que ante la "estupidez" de origen de Duhalde de acabar con todos los jueces en enero, al compás de los cacerolazos, aceptan que "es una locura" mezclar las imputaciones. El "que se vayan todos" es más bien "que se vayan todos... los otros". En ese sentido, mencionan que cayó en la volteada "un santo irreprochable" como Gustavo Bossert. Debe presumirse, en consecuencia, que finalizará el juicio político globalizador. Y más adelante se iniciarían causas personalizadas, si antes no se producen algunas renuncias como las de Julio Nazareno, Adolfo Vázquez, Guillermo López y hasta, quizá, la de Eduardo Moliné O"Connor, quien desvarió al comparar el caso argentino con lo acontecido en la Revolución Rusa en 1917 o en el Irán de Khomeini.
No se puede concebir la recuperación de un país sin un sistema financiero. Esto lo aceptan los más casquivanos. Porque hay un límite para los tramposos. En función del bienestar colectivo, habrá que dejar de meter la mano en la lata, hacer presupuestos acordes con la emergencia (sin diputados con remuneraciones "en negro" o senadores con 1.200 pesos extra por desarraigo) y aplicar el CER de una buena vez, para restablecer la equidad en las transacciones comerciales.
Por lo menos dos leyes, deberán poner marcha atrás: la impulsada por el sindicalista Luis Barrionuevo, que pretende sacarle un dos por ciento a los bancos para que vaya a la obra social del sector y la que fogonea el ex presidente Raúl Alfonsín y que de aprobarse haría responder a las casas matrices por los incumplimientos vergonzosos de sus sucursales locales. Algo que suena lógico e impracticable a la vez.
Como un reflejo de los adolescentes que pueden pero no saben y de los ancianos que saben pero no pueden, viven los políticos disputando los primeros planos. Un ejemplo basta: la voluntad de Menem por ser Presidente, a pesar de su gran imagen negativa, contrasta con la reticencia de Carlos Reutemann, quien no concede un sí a los ruegos que le llegan incluso desde Estados Unidos.
¿Dónde hay un proyecto serio que ponga a la Argentina en un rumbo claro?, planteó el gobernador Pablo Verani, quien viene trabajando por alcanzar 8 o 10 puntos inviolables y generadores de credibilidad. La pelea dentro del PJ tiene un dominador, Menem, pero hay otros influyentes: el salteño Juan Carlos Romero y el pampeano Rubén Marín. Adolfo Rodríguez Saá está atrapado en la puerta giratoria y Reutemann está pensando si parte hacia Washington, un destino al que también pondrá proa Ricardo López Murphy, ahora reconsiderado en el radicalismo, huérfano de hombres hacedores. A esta lista hay que sumar al desinflado José Manuel De la Sota y a Elisa Carrió, quien en un intento por repuntar comenzará a ser asesorada por el ex vicepresidente Carlos "Chacho" Alvarez.

Arnaldo Paganetti
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar˜

     
     
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