Viernes 4 de octubre de 2002
 

Candidaturas problemáticas

 
  A la hora de elegir el presidente, acaso el único país que pueda darse el lujo de no tomar en cuenta la reputación en el exterior de los candidatos es el más poderoso de todos, Estados Unidos. Para los demás, en cambio, se trata de un factor significante, razón por la que en el curso de sus respectivas campañas los aspirantes suelen arreglar "cumbres" con mandatarios extranjeros e intentar seducir a los medios de comunicación de otras latitudes con la esperanza de que las menciones favorables que reciban en los diarios más prestigiosos impresionen debidamente a sus compatriotas. Esta actitud, que los más procuran minimizar dando a entender que lo que piensen de ellos los extranjeros carece de importancia, es comprensible. Aunque los electorados casi siempre privilegian los asuntos internos y a menudo votan a un candidato a pesar de que, como sucedió en los casos recientes del canciller alemán Gerhard Schröder y su homólogo italiano, Silvio Berlusconi, era sabido que su triunfo traería problemas con países amigos, siempre les conviene pensar en la reacción ajena frente a su decisión colectiva.
Pocos entienden esta verdad evidente mejor que el ex presidente Carlos Menem, quien siempre ha hecho de su "amistad" con el presidente norteamericano de turno una de sus bazas más valiosas. Sin embargo, a juzgar por lo que se ha dicho sobre él en Washington últimamente, si lograra regresar a la Casa Rosada su mera presencia sería más que suficiente como para agravar el aislamiento del país. Luego de haber sido vapuleado en artículos del "New York Times" que insinuó que lo cree plenamente capaz de aceptar ser sobornado por agentes iraníes resueltos a frustrar la investigación del atentado contra la AMIA, Menem ha sido el destinatario de otra crítica casi tan hiriente: según el subsecretario de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado norteamericano, Otto Reich, sería un ejemplo típico del mandatario latinoamericano corrupto. Aunque dos días después Reich afirmó que sus palabras "fueron mal interpretadas", parecería que Menem ya no cuenta con la simpatía de las autoridades estadounidenses.
En vista de que nuestra región ha sido tan fenomenalmente pródiga en presidentes corruptos, el que, "malinterpretado" o no, el máximo responsable de la diplomacia para América Latina del gobierno del presidente George W. Bush haya aludido de tal modo a Menem nos dice mucho sobre su fama en Estados Unidos donde, lejos de ser estimado como un pionero "neoliberal" pronorteamericano digno de apoyo, es considerado, con razón o sin ella, un corrupto "emblemático". Asimismo, puesto que el funcionario afirmó que a su entender la corrupción "es el principal obstáculo para la democracia y el desarrollo económico" en la región, la eventual elección de Menem no podría sino servir para convencer a las autoridades y a los empresarios norteamericanos de que nuestras perspectivas son aún más sombrías de lo que habían imaginado, juicio que con toda seguridad incidiría en su conducta hacia el país.
Aunque conforme a las encuestas de opinión Menem sólo ha conseguido el respaldo de un porcentaje muy bajo de la ciudadanía, casi la mitad parece creer que será el próximo presidente. Es que no es inconcebible que, pese a que la mayoría de los votantes afirme oponérsele, triunfe en la interna peronista, lo cual aumentaría la posibilidad de que terminara ganando por una combinación de nostalgia por tiempos mejores y la resignación inducida por la convicción de que sólo los peronistas estarían en condiciones de garantizar la gobernabilidad. Por ahora, su rival más fuerte es el ex gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, pero, desgraciadamente para el país, la reputación internacional del puntano no es menos dudosa que la del riojano. Si bien no figura entre los presuntos corruptos más célebres de un continente en el que los logros en tal ámbito son mundialmente famosos, nunca le será dado hacer olvidar la forma grotesca en la que procuró aprovechar en beneficio propio el default. Por mucho que trate de minimizar la importancia de aquel episodio vergonzoso al subrayar que el default ya era un hecho y que, de todas maneras, en su propia provincia había resultado ser un administrador relativamente prolijo según las pautas locales, para el resto del mundo siempre será un populista irresponsable y por lo tanto peligroso.
     
     
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