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María
de los Angeles Marechal se ha dedicado a rescatar, junto con su hermana,
Malena Marechal, la obra del gran autor de "Adán Buenosayres" y en ese
rescate concretado en una Fundación, volvió a encontrarse con su padre,
con el hombre y el poeta, incluso superando aquellas circunstancias
dolorosas que los separaron.
-¿Cómo fue eso de ser la hija de uno de los grandes escritores argentinos?
-Nunca me plantee responder desde la hija de Marechal, para mí es algo
natural, como a otros les toca un papá artesano u obrero a mi me tocó
un padre escritor. Viví con él hasta que mi madre murió, y recuerdo
que él llegaba al atardecer, charlaba con mamá, jugaba con nosotras
un rato y después se iba a su escritorio donde había que dejarlo tranquilo,
aunque yo lo espiaba. Tengo recuerdos de la vida de familia y muchas
anécdotas, porque fue muy querido por el grupo familiar, siempre se
lo recordó muy bien pese a los avatares que después sufrimos. Eso fue
cuando su alejamiento tras la muerte de mi madre, al aparecer una señora
con la que empieza a convivir y ella logra poner limitaciones a nuestro
acceso a la casa o a las visitas de mi padre a su madre. Una serie de
circunstancias incómodas.
-¿Hubo una ruptura en los vínculos familiares?
-En realidad la hubo, cuando yo tenía doce años, la hubo primero con
su madre, hermana y cuñados, nosotras ya estábamos pupilas desde que
apareció esa señora con la que convivió. Fuimos primero a Saladillo,
provincia de Buenos Aires, y luego volvimos a Buenos Aires a un colegio
de monjas donde era muy difícil tener salidas, entonces el distanciamiento
provocado por mi padre y la abuela hacía que nosotras no pudiéramos
ni visitarla a ella. Se convirtió en una etapa muy dolorosa. Después,
la enfermedad terminal de la abuela generó que mi prima hermana le pida
a mi padre que la visite, lo que hizo, y se estableció un vínculo más
razonable que se corta después de un año y medio por la decisión de
mi padre de separarse de su nueva mujer. Incluso tengo un porcelana
de Sévres que trajo nuestra casa en esa época, como quién sacaba de
su hogar algo para nosotras. Pero al tiempo se restablece el vínculo
y algo pasó, porque se corta la relación por unos siete años con toda
la familia .
-Pero algo se conservó de la relación.
-Sí, porque no obstante yo siempre lo seguía a la distancia, recortaba
de chica cuanto periódico hacía referencia a algo suyo, incluso en el
archivo actual de la Fundación hay, por ejemplo, una foto de la revista
de Argentores de cuando ganó el Primer Premio Nacional de Teatro donde
yo puse "este es mi querido papá". Fui acumulando cosas y tal vez desde
niña estaba en mi el interés de perpetuar la memoria de mi padre y la
familia. El murió a los 70 años recién cumplidos, nace un 11 de junio
de 1900 y muere el 26 de junio de 1970. Tengo entendido que la señora
con la que convivió está viva y lamento que no haya comprendido que
los manuscritos, dibujos y el escritorio que eran de mis padres tienen
como destino natural a sus hijas.
-¿Cuándo se inició la Fundación y cómo fue su desarrollo?
-Nació el 11 de junio de 1991, y fui descubriendo que había un uso político
del nombre Marechal, pero eso sería lo de menos, porque si las leyes
no lo consideran pertinente en este país pasa de todo, incluso en ese
momento descubrimos que la inspección de personas jurídica permitía
el nacimiento de una asociación a partir de una entidad política, y
la Fundación ya estaba, y éramos las únicas que podíamos usar el nombre
Marechal. De todas maneras con la Fundación Leopoldo Marechal, y siempre
con bajo presupuesto, en l992 hicimos un curso en la Biblioteca Nacional
de maestros con una estudiosa de la obra de mi padre, invitamos a una
serie de críticos y resultó tan interesante como lo de 1995 cuando hicimos
cuatro días de jornadas en el Centro Cultural San Martín, con actos,
coros, poesía y tres días completos con escritores y compositores para
hablar de Marechal y la generación martinfierrista. En 1998 descubrí
a lejanos parientes en Maipú donde papá iba siempre desde los l0 años
a hacer vida de campo. Por un contacto la directora de cultura del municipio
me invitó a una charla y entre otros me recibió Elena Fahey cuyo abuelo
era el que mi padre citaba en sus poesías y al que dedica su poema "Envío"
como "a José del sur" en la década del 40, fue una gran alegría porque
yo había escrito a un tío de Elena sin respuesta y surgió esa coincidencia
con lazos familiares. En Maipú están los restos del tío Francisco Mujica
que describe Adán Buenosayres, tengo en archivo cuando muere mi bisabuelo
en Maipú y encontramos la "Casa de la Loma" que se cita en un poema.
-¿Cómo era el hombre Marechal?
-Tuvo sucesivas etapas, era un joven desbordante, alegre, vital, gran
bailarín de tango durante la bohemia de soltero. A los 33 años se casa
con mi madre María Zoraida Barreiro y hacen vida de pareja sin hijos.
Disfruta de la familia, las comidas y las idas al Colón, porque amaba
la gran música. Luego cambia cuando muere mi madre, casi se recluye
para dar a luz "Adán Buenosayres". No era un hombre salidor y su refugio
era la lectura de los clásicos
Tan difícil como ser un creador es ser hijas
de ese creador. Tanto María de los Angeles como Malena conocen esa experiencia
y la han sublimado en homenaje, lo que habla de sensibilidad e inteligencia.
Malena, según su hermana, es la creativa, como actriz, docente y directora
de teatro, además de orfebre, ha generado obras a partir de textos de
su padre como con el cuento "Autobiografía de Sátiro", una adaptación
que ella denominó simplemente "Sátiro" o la pieza que estrenó en 1995
en Córdoba con "La batalla de José Luna" o su espectáculo "Adán llegó
a Buenos Aires" que estrenó en Buenos Aires en el Alvear y luego redujo
a dos personajes con Adán y una musa.
Las dos se nutren de esa herencia que ha colocado a María de los Angeles
en una suerte de "memoria de archivo". Como tal y emulando a sus inclinaciones
de niña sigue juntando en la Fundación todo lo referente a su padre,
además de preparar un libro con las conferencias de Marechal.
Recuerda una adaptación que hizo su padre de "Electra" en las escalinatas
de la Facultad de Derecho en 1950, el estreno en el Cervantes en 1951
de "Antígona Vélez" con Fanny Navarro y las sucesivas interpretaciones
del esta gran obra con Susana Rinaldi o Alicia Berdaxagar entre otras,
o la musicalización de la misma por Juan Carlos Zorzi hasta transformarla
en una ópera, lo mismo que "Don Juan", que se estrenaron en el Colón.
Comenta las noticias que llegaron de Europa de la suite orquestal de
Daniel Zysman, el excelente violinista que la llamó "Adan Buenosayres"
y la ejecuta con otros músicos por el exterior, agrega que la Fundación
preparó un documental junto con el director de cine Gustavo Fontán,
que se estrenó recientemente.
Señala otro proyecto como editar el CD de la musicalización de "Los
sonetos a Sofía", de la excelente compositora platense Marcela Monreal
y seguir con esta herencia Marechal, al que supo entender y perdonar.
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Julio Pagani
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