Martes 10 de setiembre de 2002
 

La semana en Viedma: Madres niñas

 
  Los embarazos en adolescentes son cada vez más frecuentes en Viedma. Hace unos años los sectores de menores recursos parecían ser los únicos protagonistas. Pero hoy la clase media -en vías de desaparición- también está involucrada.
Y son varios los factores a analizar. El primero de ellos es la falta de prevención y promoción de la salud del adolescente.
La mayoría de las jovencitas son detectadas por el hospital cuando llegan con varios meses de gestación o directamente para tener el bebé. Tratar de contenerlas y ayudarlas en su relación con su hijo es la única opción en este caso.
Distinto sería haber procedido antes para evitar semejante responsabilidad tan pronto en la vida. Por lo general llegan acompañadas de sus padres pero no del papá de la criatura que traerá a este mundo. Casi todos son también adolescentes como las nuevas madres. Pero tampoco se debe olvidar que muchas niñas quedan embarazadas producto de abusos sexuales de adultos.
Algunas embarazadas cursan el nivel medio con la expectativa de tener un título que posibilite una ubicación laboral. Otras tantas ni siquiera terminaron el primario. No tienen trabajo ni condiciones para acceder a los 150 pesos de un programa de Jefas de Hogar. Un hijo les abre esa puerta y la de la asistencia social que significa leche, bolsas de comida y algún subsidio.
Pero, en definitiva, lo que se amplía ante estas situaciones es la cantidad de familias en riesgo y las frustraciones para personas llenas de vitalidad, con entusiasmo y urgencias de proyectos.
Muchas adolescentes confiesan la búsqueda de un hijo frente a la necesidad de "tener algo propio" en un marco de inconsciencia sobre la responsabilidad que implica hacerse cargo de la vida de otra persona, pero también de una gran soledad en una realidad donde no encuentra un lugar donde pararse.
La ocupación de camas en el hospital Zatti con adolescentes embarazadas es permanente con el costo que ello significa, seguramente muy superior a lo que puede sumar un programa de prevención con todas sus letras y contenidos.
La Educación no está ajena en esta deuda con los jóvenes. La iniciación sexual comienza cada vez a más temprana edad con escasa información sobre los riesgos que esto implica y cómo evitarlos. Entre ellos no sólo el embarazado que, en definitiva, es sinónimo de vida sino del contagio del sida y otras enfermedades de transmisión sexual.
Los expertos destacan la estrecha relación que existe entre el embarazo adolescente y el sida con la pobreza y el bajo nivel de escolaridad. Aseguran que familia, salud y educación son el trípode para que esa situación se revierta. Un embarazo en la adolescencia –encuadrada por la Organización Mundial de la Salud entre los 13 y 19 años– rompe cualquier iniciativa. Pero cuando hay un buen nivel educativo existe un proyecto de vida.
Sólo políticas de prevención pueden atacar el aumento de la pobreza que afecta cada vez más a mujeres y niños como consecuencia de políticas de ajuste estructural y la globalización. ¿Habrá que seguir esperando?.

Estela Jorquera

   
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