Domingo 29 de setiembre de 2002
 

La semana en Bariloche

 
  El interés y el compromiso público con las cuestiones que inciden palpablemente sobre su vida cotidiana suele sufrir letargos prolongados, pero en estos días se desentumeció -para sorpresa de muchos- con la sanguínea disputa electoral por los cargos directivos en la CEB.
Fueron casi 3.500 los barilochenses que esta vez superaron el "que hagan lo que quieran, yo no puedo cambiar nada" para ejercer el voto como verdadero acto de soberanía sobre la propia voluntad, tantas veces burlada.
A pesar de los recelos de la actual conducción de la Cooperativa, que venía de casi una década sin confrontar en las urnas, la aparición de una lista opositora fue una señal más que saludable. Y el resultado demostró que había un hastío que supieron representar.
El espectador poco avisado concluyó que era mucho lo que estaba en juego cuando durante la campaña previa vio a las dos fracciones repartirse mandobles sin sutileza alguna. Esa pulseada consiguió captar la atención de la gente y disolver en parte la apatía del ciudadano medio respecto del futuro de la CEB.
Desde hace muchos años la Cooperativa se viene sosteniendo en la conducción firme que ejerció hasta hace muy poco Leonardo De Ferrariis al mando de un eficiente entramado de incondicionales que ayer hizo crisis.
Entre ellos y el resto de la población solía haber un abismo de indiferencia que, por lo visto, comenzó a fisurarse. Los propios candidatos del oficialismo se autocriticaron hace pocos días por "una cierta soberbia" de la conducción y la "escasa participación" que convocó en el último tiempo el desempeño de la CEB.
Con sus errores y contradicciones, la lista Roja pudo exhibir al menos el mérito de disponerse a competir, con el legítimo afán de empezar por comenzar a cambiar "desde abajo" eso que tantas veces se criticó desde las mesas de los cafés.
Es indudable que a pesar de los esfuerzos de De Ferrariis y su gente, son legión los barilochenses convencidos de dos pesadas verdades: que la tarifa eléctrica de la ciudad debería ser más barata y que la CEB tiene hoy un estrecho parentesco con el MUP, el partido vecinal que gobierna el municipio.
Desde la oposición, a su vez, no eligieron el mejor camino al acumular fuerzas sumando empresarios influyentes, el poderoso aparato político de la UCR y algún cacique sindical, desconfiando así de la movilización vecinal genuina.
Claro que tampoco les falta razón cuando se quejan de que en la CEB hay una democracia amañada. Porque alguna falla debe tener el sistema si conformar un partido vecinal y pelear por una concejalía en el municipio es mucho más fácil que armar una lista para competir en la CEB. Esas trabas guardan un inquietante correlato con la incomodidad que exhibió el oficialismo puesto en la situación de competir.
En definitiva, cuando corren tiempos en los que suena un poco anacrónico defender el espíritu cooperativo y aun la CEB apela sin dudar a las recetas más controvertidas, es una buena lección que el "no te metás" vaya dejando de ser la mejor opción.
Aunque sea para discutir qué futuro quiere para la cooperativa "de todos", la gente común (esa que habla poco y prefiere mirar de lejos) tal vez haya empezado a alumbrar ayer un intento embrionario de pensamiento colectivo. Algo que nos haría muy bien a todos.

Daniel Marzal

     
     
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