Jueves 12 de setiembre de 2002
 

La globalización del mundo

 

Por Antonio Torrejón

  Hacia 1551 vivió en Europa un cartógrafo flamenco conocido como Mercator, quien mientras trabajaba para el emperador Carlos V inventó la proyección cartográfica de meridianos y paralelos que aún perdura.
Mercator simplificó el encuentro de meridianos y paralelos formando ángulos rectos de 90 grados, con lo cual dio respuesta a la necesidad de proporcionar una figura plana a la superficie terrestre.
Mercator dibujó sus mapamundis colocando a Europa en su centro en una clara estrategia de buscar su relevancia.
Sobre estas cartas geográficas el papa Alejandro VI distribuyó las nuevas tierras de América entre los tronos europeos, acordando los límites de estos dominios. Avanzando en un esquema comercial global en el que todos los caminos conducían a Europa.
Recordamos esta referencia de los antiguos orígenes de la cartografía en la que Europa, con sus 9,7 millones de kilómetros cuadrados, se la sobredimensiona; duplicando en los dibujos el tamaño de China y buscando también así una relevancia por dimensión y ubicación.
En esta época se rotularon algunas regiones del mundo como Lejano y Cercano Oriente, siempre considerado desde Europa. Se terminó por declarar Greenwich como eje del globo terráqueo, de allí su meridiano 0° y se armó un mundo de acuerdo con las necesidades e intereses de los países europeos.
La historia económica transitó como es lógico, en consecuencia, caminos concurrentes.
El continente sudamericano, o más precisamente lo que luego se daría en llamar Latinoamérica, vio aún más retrasada su incorporación a los centros nerviosos del mundo por la lentitud de su reacción con las metrópolis de la Península Ibérica.
Mientras, en 1776 se declaraba la independencia de los EE. UU. y en ese mismo año Adam Smith editaba su libro "Causa de la riqueza de las Naciones", adalid del liberalismo económico.
Usted se preguntará a esta altura de nuestro artículo ¿qué tiene que ver con la globalización de los mercados? Nuestra intención ha sido darle algunos datos de origen para referenciar en algo el hecho histórico sobre el que mandaron y mandan en los últimos siglos en el planeta.
Ya en este siglo, exactamente el 12 de febrero de 1945 en Yalta - Ucrania (ex Rusia), los llamados líderes triunfadores de la Segunda Guerra Mundial volvieron a definir sus áreas de influencia, esta vez Europa con un socio extra europeo, EE. UU. (Roosevelt - Churchill - Stalin) más allá de lo tradicional establecieron un reparto del planeta donde influirían particularmente en lo económico.
La recuperación económica del Japón y el área asiática y la caída del Muro de Berlín generaron el comienzo de la historia que hoy llamamos globalizada.
Un nuevo esquema de predominio económico y comercial comienza a darse entre los países con bienes negociables, y nuevos acuerdos y situaciones empiezan a dar su avance.
Hemos llegado a la globalización del mercado. Las áreas coloniales o bajo influencia de metrópolis desaparecieron.
Hoy impera la ley de la oferta y la demanda (vieja y perdurable ley), a la que no le importa el signo de su economía, ni el nombre de los ministros del área. Saben que convenciendo al mercado mundial (vía comunicaciones masivas) y aportándoles las ofertas que incorporan en su cultura, perderá el más eficaz mecanismo de esclavitud.
Hemos desmenuzado esta historia para que usted extrapole la misma hoy a su barrio, ciudad, provincia, país, continente o planeta. El mercado que dominaba alguien o usted en esa proyección se globalizó. Inexorablemente si usted no vende lo que requieren los clientes en precio y ámbitos, rápidamente desaparece.
El comercio de hoy no se domina con ejércitos y misiles, sino sobre la base de creatividad y oportuna innovación para ser competitivo.
El turismo, primera actividad generadora de riqueza del planeta, también se ha globalizado.
Para Latinoamérica la integración en gran escala la aporta la publicidad, la difusión.
Una difusión y publicidad que dieron sus frutos cuantitativos al avanzar tecnológicamente en los últimos años el transporte aéreo, acortando distancias y costos. Convirtiendo al planeta hoy en algo más accesible que el propio país hace medio siglo.
Lentamente los transportes y agentes de viajes del Primer Mundo fueron agregando en sus catálogos nuevos destinos, ubicados en países que se los tenía en cuenta sólo en la leyenda o en la añoranza étnica.
Hasta en los continentes de menor desarrollo, con la mecanización del traslado, el ciudadano dejó de ser habitante de un lugar para pasar a vivir y desarrollarse en comarcas, corredores o regiones.
La demanda por los viajes distantes ha creado tal hábito y frecuencias, que hoy tanto el Primer Mundo como buena parte del Tercer Mundo globalizaron el mercado, fomentando una red de intercambio de exportaciones de riqueza nunca vislumbrada.
La ventaja de este comercio es la de su flexibilidad, adaptación a las condiciones del mercado y la rapidez con que un producto entra y sale del mercado global.
Otro elemento favorable, según Roberto Boullón, es que el Tercer Mundo tiene productos turísticos que ya no existen ni podrán existir en el Primero (recordemos los Alerzales milenarios, la geología del NOA, los grandes mamíferos del sistema marino de la península Valdés, los glaciares continentales en avance, la conjunción de bosques, lagos, montañas en la región bioceánica argentino-chilena etc. mencionando ofertas argentinas). Todo el mercado sabe que las más importantes reservas naturales del planeta Tierra están en el Tercer Mundo. En este marco la América Latina ofrece nada menos que: Patagonia, Amazonia, los bosques tropicales húmedos, los bancos de coral del Caribe, la cordillera de los Andes, los Tepuyes y en la variable más cercana y secuencial, la Antártida.
Todos estos sitios son base mundial para el nuevo mercado del ecoturismo. Por el momento, recuerda Boullón, hay que contabilizarlos como reserva de materia prima, pero con sabiduría, oportunidad e inteligencia significarán lo esencial de trabajo y desarrollo en las regiones mencionadas.
A los latinoamericanos nos queda una concreta posibilidad de ser socios en este negocio, a partir de tener la oferta convocante de la poco innovada naturaleza. La de cuidar y mantener en condiciones atractivas la oferta. Debemos manejar con sabiduría las áreas esencialmente ecoturísticas: parques naturales; reservas faunísticas; áreas protegidas. No dejarnos tentar por los remedios del Primer Mundo de canje de naturaleza por deuda externa, etc.
Si perdemos lo que nos queda de los productos hoy globalizados, tomaremos la condición total de esclavos y en los actuales tiempos de posible esclarecimiento, de esclavos conscientes, generación culpable.
     
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación