Domingo 8 de setiembre de 2002
 

MPN II Parte

 

Por Héctor Mauriño

  Sobisch no le gusta reconocer que está de campaña, pero resulta bastante ostensible que lo está y en ese empeño parece no escatimar recursos personales, de su partido y del aparato del Estado, todo para consumar su propósito de conservar la iniciativa política.
Esto, que se parece bastante a una obsesión, guarda relación también con el hecho de que Neuquén se ha convertido últimamente en la meca de precandidatos y notables de todos los partidos y colores. Ayer desembarcó Kirchner, mañana lo hará De la Sota, y Nito Artaza ya suspendió dos veces su visita pero vendrá en cualquier momento. En ese contexto, qué duda cabe, el MPN debe sacar permanentemente conejos de la galera para mantener cautivo al auditorio local.
Así, las giras por el interior han dejado de ser algo más o menos excepcional para convertirse en una rutina en la que Sobisch aprovecha para ejercitar, en persona, el asistencialismo, ya se trate de repartir modestos subsidios entre pequeños productores o inaugurar una nueva frontera agrícola que, como la de Añelo o El Chañar III Etapa, beneficia en buena medida a un neoempresariado afín al poder local.
En esto, como en el caso de las polémicas becas de posgrado, resulta bastante evidente que Sobisch trabaja para un plan de largo aliento. No sólo pretende su reelección, como terminó por admitir el viernes en Añelo, sino que aspira a sentar las bases de un nuevo bloque de poder para los próximos años, una suerte de "MPN II Parte" .
Como en las películas, los protagonistas del imbatible partido provincial no pueden sustraerse a la tentación de repetir una y otra vez su invento. A riesgo de hartar a todo el mundo, el aparato que gobierna desde hace 40 años no puede dejar de reproducirse a sí mismo.
Pero esta versión II tiene una impronta particular: aspira a reciclar la historia acomodando el proyecto a los tiempos que corren y, sobre todo, a los protagonistas actuales que, claro, no son todos los mismos que vieron nacer al partido provincial.
Aunque ha habido intentos de modificar la historia -Stalin borró todo vestigio de Trotski de la historia de la Revolución Rusa-, la impronta sobischista parece por ahora limitarse a un intento de hacer otra película hacia adelante.
Así, una nueva clase dirigente está en marcha. Y tal vez también un semillero de cuadros para el futuro "think tank" del sobischismo. Acaso con ese propósito guardan relación las becas de posgrado para jóvenes con capacidad de "liderazgo", que el gobierno defiende con tanto celo.
Ni hablar del megaencuentro juvenil con el que el oficialismo acaba de "reventar" su templo más sagrado.
Este plan rataplán seguramente no sólo concibe la reelección, sino también una nueva versión de la "re-re" menemista. ¿Quién puede asegurar que Sobisch se contente con una vueltita más y no apele a una nueva modificación de la Constitución para garantizarse reelección indefinida, como la que disfrutó "el Adolfo", un precursor, en su San Luis natal?
A pesar de que "no hay campaña", en este "new deal" se inscribe también la temprana competencia por la vicegobernación. Ya serían tres los anotados: "Tucho" Pérez, Manuel Gschwind y el recontrasobischista "Cacho" Gutiérrez.
Cualquiera se podría preguntar si esta precoz carrera en la que están empeñados algunos incondicionales del gobernador persigue bajarle el precio a Jorge Sapag, o se trata de un indicio más o menos evidente de que la fisura provocada por el exceso de protagonismo del gobernador empieza a perfilar una suerte de divorcio en la cúspide del poder.
Desde la óptica de Sapag, es probable que también exista la duda. Después de todo, si logra sortear las piedras que el sobischismo le pone en el camino y fuera de nuevo compañero de fórmula, nada le garantizaría que Sobisch no cambie al fin la Constitución para seguir indefinidamente en el poder.
El MPN II Parte incluye, por qué privarse, la diatriba contra los medios independientes como "Río Negro" y los periodistas que no abrevan en el holgado presupuesto oficial.
No es posible saber si esto, que ya se ha vuelto una práctica, es producto de una incontinencia verbal del gobernador ante la libertad de prensa, que percibe como un obstáculo, o de una deliberada política de confrontación.
"Hablen, por favor hablen, aunque sea a favor", decía el lúcido Elías Sapag. Es que al gobernador no le quedan competidores a la vista, ni en su partido, ni en la oposición, ni entre los gremios estatales, que se han quedado sin palabras ante el milagro de una provincia que, caramba, paga los sueldos.
Si lo hace es porque a diferencia de resto del país, que está quebrado, recibe ingresos extraordinarios en divisas. Ingresos que el MPN II Parte no parece dispuesto a conservar para el futuro, con tal de seguir de campaña, eterna campaña.

Héctor Mauriño
vasco@rionegro.com.ar

     
     
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