Sábado 14 de setiembre de 2002
 

Otra bofetada

 
  Puesto que ni el gobierno del presidente Eduardo Duhalde ni los dirigentes de los partidos principales se han caracterizado por su eficiencia, pocos se habrán sentido demasiado sorprendidos por su incapacidad evidente para organizar un proceso electoral que sea lo bastante transparente como para merecer la confianza de la mayoría de sus compatriotas. Sin embargo, es evidente que, en este ámbito por lo menos, la torpeza de la que está haciendo gala el gobierno se ha debido más a su temor a que los resultados electorales no le sean favorables que a sus deficiencias inherentes. Como acaba de señalar la Cámara Federal Electoral, tal y como están las cosas no habrá ninguna posibilidad de que se realicen las internas partidarias abiertas previstas para el 15 de diciembre, porque no se habrán cumplido a tiempo las precondiciones básicas.
No sólo es una cuestión de dinero, recurso que, obvio es decirlo, escasea en estos días, sino también de organización, competencia ésta que parece escasear aún más. Para que las internas partidarias no se vean viciadas por un sinfín de irregularidades, será preciso que los padrones partidarios estén debidamente actualizados pero, como es notorio, los registros de los afiliados a cada partido nacieron fraudulentos hace más de una década al emprender los distintos movimientos un esfuerzo frenético por incorporar a la mayor cantidad de nombres concebible y a partir de entonces se han alejado todavía más de la realidad. Además de los muertos que siempre han desempeñado un papel importante en las elecciones internas de los partidos populistas, son muchos los ciudadanos que sin haberse afiliado jamás a ningún partido figuran como militantes justicialistas, radicales, frepasistas o lo que fuera. A fin de corregir algunas de las anomalías así supuestas, la Cámara quiere que los interesados puedan consultar los padrones existentes por la Internet aunque, claro está, sólo una minoría estará en condiciones de hacerlo, de suerte que es de prever que aun cuando el gobierno los publicara, tal aporte sería de valor limitado.
Por razones comprensibles, a los jueces que integran la Cámara Federal Electoral no les haría ninguna gracia que el gobierno aprovechara sus reparos para cancelar las internas fijadas para diciembre, medida que se siente tentado a tomar por imaginar que si contara con más tiempo podrían conformarse nuevas alianzas que desde su punto de vista serían un tanto menos antipáticas que las que han estado aglutinándose en torno de Adolfo Rodríguez Saá y de Carlos Menem, personajes que es de prever no colaborarían para que Duhalde lograra reafirmar su hegemonía sobre el peronismo bonaerense. Aunque no hay motivos para creer que los miembros de la Cámara se sientan comprometidos con el puntano que, por ahora cuando menos, parece ser el mejor ubicado para alzarse con la candidatura peronista, o con Menem, cuyas posibilidades mejorarían si Rodríguez Saá optara por prescindir del aparato del PJ como ha amagado, les molesta la idea de ser acusados de trabar el proceso electoral. Sin embargo, a menos que el gobierno se ponga a trabajar con un mínimo de energía, algo que según parece no tiene la más mínima intención de hacer, será casi imposible celebrar internas aceptables en la fecha indicada.
Esta farsa constituye una nueva bofetada a la ciudadanía, que ya cuenta con un superávit de motivos para desconfiar de la buena fe de la mayoría de los dirigentes políticos. Además de no sentirse representada en absoluto por el gobierno actual, ve que tanto Duhalde como sus adversarios del PJ están procurando confeccionarse un sistema electoral que sea a su medida, con el propósito de impedir que la voluntad de los votantes pueda expresarse con claridad, actitud que con toda seguridad no hubieran asumido si su elegido, el cordobés Juan Manuel de la Sota, estuviera encabezando la lista de las preferencias populares. Si bien la Cámara Electoral le ha pedido al gobierno que desista de introducir más modificaciones de las normas electorales, nadie puede suponer que prestará mucha atención a sus exhortaciones, mientras que todos los precandidatos peronistas seguirán reclamando aquellos cambios que a su juicio parezcan convenientes a la luz de las encuestas de opinión más recientes.
     
     
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