Martes 10 de setiembre de 2002
 

A Oberto le cuesta aún digerir cierta sensación de bronca

 

El pivote quedó, como todos, mufado por los pitazos del final. En el balance fue elegido como el mejor del equipo.

 
Fabricio Oberto fue la gran figura del equipo nacional y a horas de haber jugado la finalísima de Mundial, hizo oír también el reproche por los fallos de los árbitros en el epílogo del encuentro, que perjudicaron a la Argentina.
Fabricio Oberto expresó que tras la final perdida el domingo frente a Yugoslavia en un epílogo muy cuestionado por los argentinos, queda "una bronca que no te la saca nadie".
"Hasta ahora queda el sabor amargo de un partido que a lo mejor tuvo un final medio polémico -comentó-, pero si nos hubieran dicho antes de llegar que íbamos a obtener la medalla de plata, firmábamos todo".
En consecuencia, el pivote del seleccionado argentino y una de las figuras de ese equipo, consideró que "esto hay que disfrutarlo, aunque por cosas del básquet no seamos campeones. El tema más candente es la decisión del final. Cada uno de los que estaban en la jugada siente mucha impotencia por cosas que pasaron frente a uno".
De todas maneras, reveló el cordobés que "poco a poco fuimos levantando la onda, porque sin dudas es un gran logro para el básquet argentino".
Interrogado sobre si siente que su equipo fue víctima de un "robo", respondió Oberto ayer a Radio Show que "si nos preguntan a nosotros, sí. Pero hay mucha gente que no tiene nada que ver con Argentina y dijo que en el último minuto nos perjudicaron", según retransmitió DyN.
"Hay que dejarlo así. Suena medio feo, después de perder, decir algo. Pero uno lo siente. Argentina hizo un torneo muy bueno, demostramos en este partido que podemos jugar de igual a igual con cualquiera", afirmó.
Al preguntársele si convenía a los intereses de la FIBA que ganara Yugoslavia, el jugador argentino eludió una respuesta directa y se limitó a manifestar que "sin sacarle méritos a Yugoslavia, que es una potencia del mundo, esta final la perdían. Hicimos todos los méritos y estamos muy tranquilos por eso".
En cuanto a si los jugadores tomaron conciencia de la dimensión que su actuación tomó en nuestro país, señaló Oberto que "no nos damos cuenta. Es muy difícil, a la distancia, saber lo que se vive en la Argentina".
"Todos me decían que lo estaba viviendo muchísima gente. Cuando volvamos vamos a poder ver todo. De Las Varillas (su pueblo cordobés) sé que se juntaba gente frente a mi casa. Y en Córdoba salían todos los chicos a festejar".
Agregó el jugador que "en un momento tan duro para la Argentina, poder dar un poco de ilusión nos pone felices a todos nosotros. Es muy difícil imaginarte, cuando venís, todo lo que puede llegar a pasar".
Sobre las razones por las que surgió esta generación de jugadores, consideró Oberto que "estamos más fogueados internacionalmente, eso mejoró mucho nuestro nivel. Hay equipos que en las últimas competencias europeas han ganado con jugadores argentinos y ahora se van a abrir las puertas de la NBA".
"Ocho jugadores venimos del Sub 22 y todo suma -añadió-, no hay una estrella, lo que vale es el equipo".
Interrogado acerca de si sueña con jugar en la NBA, admitió el cordobés que "siempre he soñado jugar NBA", aunque aclaró que "ahora estoy en Europa muy feliz, firmé por tres años de contrato con un equipo que confió mucho en mí y me dio muchas cosas. Si se da con el tiempo, se dará. Yo tengo que tratar de seguir jugando".
En el campeonato que acaba de concluir, Oberto se destacó por ser un verdadero "obrero" bajo los tableros. Lo que comúnmente se dice un especialista en el "juego sucio", sin que este concepto sea para él una descalificación como jugador.
Con sus 2,07 metros y más de 110 kilos, fue de lo mejor de este equipo que fue a Indianápolis. Inclusive, desplazando a Emanuel Ginóbili -a quien allá lo compararon en algún momento como el Maradona del básquet- y Wolkowyski.
El cordobés tuvo un "cachito" más y se convirtió en el jugador más destacado del plantel de Magnano, según la consideración de muchos especialistas que publicó ayer el diario "Olé".
Entre sus cualidades que mostró en el torneo hay que señalar su condición para tapar todos los huecos que se pueden imaginar en una defensa y, sobre todo, la cualidad de anular de tal forma al pivote rival que si no lo "secaba" en efectividad, podía reducir la producción del ocasional adversario a no más allá de la decena e unidades.
Un ejemplo es lo que hizo en la final con Divac y en la jornada anterior frente al grandote alemán Femerling (2,17 de talla).
Con todo lo que gravita en defensa, no es un jugador de elevado goleo.
Pero vaya paradoja: en la final metió los únicos dos puntos argentinos en el suplementario y terminó como goleador del equipo con 28 tantos.
En la ceremonia de coronación, cuando en los jugadores argentinos en los rostros se mezclaban emoción y llantos estando a la espera de la valiosísima medalla de plata, Oberto no se olvidó de alguien a quien quiso mucho: el recordado Gabriel Riofrío, aquel joven basquetbolista que a comienzos del año pasado que falleció por muerte súbita en pleno partido de Liga Nacional. Y con orgullo, como inflando su pecho, mostró la camiseta con la frase "Gabi, siempre con nosotros"
Qué pena que por culpa de los árbitros no haya podido colgarse del cuello eso tan preciado como es la medalla de oro. No obstante, él y todo el equipo, demostraron que son campeones. Por algo el registro en la estadística muestra a nuestra selección con un récord inigualable de 8 victorias y apenas una derrota. Esa del domingo, en un suplementario al que quizá nunca debimos llegar. No sólo por esos "pitos" traicioneros del cierre del tramo de reglamento, sino porque cuando uno piensa que a dos minutos y segundos del final, Argentina estaba ocho puntos arriba, cuesta entender cómo se nos escapó la gloria íntegra.

Redacción Central

Gabriel Fernández dijo que fue clave defender y poner mucha garra

BUENOS AIRES (Télam).- El pivote Gabriel Fernández aseguró que a su equipo "no le sobró nada" pese a haber ganado algunos partidos por marcadores abultados y que "decididamente los árbitros favorecieron a Yugoslavia" en la final.
"La ventaja que se sacó ante algunos rivales importantes se debió a la defensa y la garra que tuvimos", le expresó Fernández a Télam en comunicación telefónica desde Indianápolis.
Un jugador que se convirtió en importante engranaje de recambio para darle descanso a las torres del equipo argentino y "fajarse" con los gigantes rivales, este joven de 25 años, oriundo de Burzaco, respondió con acierto cada vez que el técnico Rubén Magnano requirió de su prestación.
"No es fácil llegar desde el banco, jugar apenas unos minutos y responder como el resto, porque el ritmo de juego se gana precisamente con tiempo en cancha. Pero por suerte estuve muy concentrado y las cosas me salieron bastante bien", comentó.
"Yo sabía que lo que tenía que hacer en ataque era aprovechar mi tiro exterior y después, aprovechar si me quedaba alguna pelota dando vueltas por ahí", explicó.
Un Gaby satisfecho contó que en defensa, obviamente, Magnano quería que se "matara en los rebotes con los grandotes que tenía enfrente" y juzgó haber cumplido.
De esa marca dura y vehemente pudieron dar fe algunos de sus adversarios, como por ejemplo ese buen pivote que es el neocelandés Sean Marks, el primer nativo de ese país oceánico en llegar a la NBA.
Marks se encontró con un codo de Fernández que le provocó un desgarramiento con hemorragia severa en el ojo derecho que lo dejó afuera del mundial en el tercer partido de la primera fase.
"Para hacer bien el trabajo sucio tiene que haber un buen trabajo de equipo, y en ese aspecto mis compañeros me apoyaban mucho", resaltó.
La carrera de este jugador nacido en Lomas de Zamora siempre transcurrió bajo el signo de la buena suerte, desde que arrancó en Burzaco Football Club hasta su llegada al poderoso Tau Cerámica español.
Entre un punto y otro de su trayectoria, Fernández, hijo de Rubén, otro pivote de su misma altura (2,05 metros) que luciera en el campeonísimo Lanús de los 70 y en el seleccionado nacional, pasó por el mismo club de su progenitor, luego fue a Ferro Carril Oeste, más tarde a Boca Juniors, luego a Estudiantes de Olavarría y posteriormente al Le Havre francés.
Tanto en Boca como en Estudiantes sus pasos coincidieron con sendos títulos ligueros de estos equipos, mientras que en España alcanzó con el Tau Cerámica el primer título de la historia de la institución de Vitoria en el campeonato español.
Y ahora, después de luchar hasta último momento por quedar entre los doce jugadores que iban al mundial, otra vez dejó su nombre grabado en el bronce con este subcampeonato mundial y especialmente con la primera victoria de un equipo de FIBA sobre el "Dream Team" estadounidense. "Lo que hicimos en este mundial fue muy importante. Les ganamos a todos excepto a los defensores del título. Pero estuvimos a punto de hacerlo. Por eso nos dolió tanto perder así", confesó con la voz entrecortada.

"Argentina, el mejor"

El recientemente retirado Marcelo Gustavo Milanesio, en su última entrega como columnista del diario La Voz del Interior, tituló de que "Por lejos, Argentina fue el mejor equipo".
Dice la nota de ayer del que "me queda una sensación de impotencia porque Argentina hizo todo lo que tenía que hacer para ganar esta final y llevarse la medalla de oro, no sólo en este partido, sino también durante todo el Mundial".
"Por lejos, Argentina fue el mejor equipo del Mundial, aun en la final, pero le faltó una cuota de suerte. En la cancha jugó mejor que Yugoslavia. Aunque no sólo nos faltó suerte, sino también que nos ayudaran un poquito los árbitros y pitaran la falta del final a Sconochini".
"Pero es difícil hablar de amargura, después de todo lo que que hicieron estos chicos".

Magnano, un conductor irreprochable

BUENOS AIRES (Télam).- Rubén Magnano, el técnico cordobés del seleccionado argentino de básquetbol se erigió en un conductor irreprochable de los destinos del equipo albiceleste.
La experiencia de once años en el cuerpo técnico del conjunto nacional le permitió al ex conductor de Atenas hacer cumplir el libreto que impuso a la perfección, rotando constantemente a los jugadores, mentalizándolos de que la defensa haría ganar los partidos y otorgándoles a cada uno un rol específico.
El cordobés es sumamente estricto y no tuvo problemas en hacer valer su filosofía ante un grupo de jugadores que son estrellas en sus respectivos equipos.
Magnano tiene contrato hasta el 2004 y fiel a su costumbre ya está pensando en el Preolímpico del año próximo. Los asistentes del técnico, Enrique Tolcachier y Fernando Duró, demostraron su capacidad al estar en todos los detalles de los rivales que debía enfrentar el seleccionado.
Tanto Tolcachier como Duró, entrenadores de Gimnasia y Esgrima de La Plata y Boca Juniors, respectivamente, se encargaron de chequear en vivo a los rivales, para luego compactar toda la información en dos videos y una carpeta que le fue entregada puntualmente a Magnano.
Además, la noche anterior a cada juego los jugadores recibían dos hojas con las principales características de los rivales que tendrían que defender al día siguiente.

"Nunca pensé que viviría otra enorme emoción"

Es dificultoso ordenar mis pensamientos.. Se mezclan demasiado a través de mis sentimientos. Dos veces me tocó cantar el Himno Nacional dirigiendo a selecciones de Argentina en Sudamericanos como pasó en Chile 1972 (jugaban Cadillac, Tanghe, Rafaelli, Villanueva, Gustavito Aguirre) y Brasil "89 (estaban Montecchia, Sucatzky, Aragona, "Josi" Gil).
Creía que eso, además de la vez que gané el Olimpia como jugador, eran hitos imposibles de superar. Por suerte no es así.
Cuando las lágrimas corrieron por mis mejillas el día que derrotamos al "Dream Team" y convertimos a los NBA en "Equipo de las Pesadillas", aparecieron mil imágenes en mi mente, de los tantos años en que dediqué mi vida al básquetbol. No alcanzaría un libro para detallarlas. Por eso me concentré en esta etapa actual. Porque no muchos recordarán que la "era Magnano" empezó en Neuquén, en julio de 2001.
Desde ahí los acompañé y compartí con el maravilloso grupo sus ratos más felices. Los amistosos en "la Caldera", el Sudamericano de Valdivia, el Súper Cuatro de Ferro, el oro del Premundial en el Ruca Che...
Tengo testimonios de este ciclo, en videos personales, que podrá disfrutar mi nieto Tomasito (6 meses) cuando comience su carrera como basquetbolista. Estaba tan seguro de la solidez de este equipo, que al término de la primera fase y después de haber visto a los restantes rivales, les escribí un mail a Marcelo Nogueira y Alejandro Pérez (mis amigos que relatan por ESPN), que se jugaran y dijeran que Argentina estaba para la final.
Es imposible describir sensatamente este acontecimiento. Cuando contra Alemania el "Ale" Montecchia tomó ese rebote entre tres gigantes teutones, se abrió en dribbling hacia el lateral izquierdo, metió el largo pase de asistencia al "Colo" Wolkowyski y éste, después de la finta la metió, mi grito, ese que me dejo disfónico, se debe haber escuchado hasta en Tierra del Fuego.
Porque si el análisis desparrama elogios para la solidaridad y la intensidad (dos palabras claves en la consagración de los nuestros); si compartimos la idea de que el cuerpo técnico planificó estratégicamente con brillantez e inteligencia, en un estudio minucioso de cada adversario; si reafirmamos que no dependemos de ninguna "estrella" sobresaliente, sino de la química de equipo, de ese "feeling" compañero-amigo que transmiten los muchachos, también debemos coincidir en señalar que muy pocas veces se dan tantos "atributos" juntos en un mismo plantel, sea del deporte que sea.
Pero sobre el talento, la disciplina táctica, la preparación física, el acomodamiento mental, la planificación adecuada y todo lo demás, este equipo puso en cada juego algo que no se puede emplanillar, ni queda registrado en porcentajes; la garra, el amor por la camiseta, el hambre de gloria, el talento desprovisto de egoísmos.
Lo que consiguió Argentina en Indianápolis va mucho más allá de los hitos históricos, porque logró que todo un país, entristecido por los errores de muchos de nuestros gobernantes, vibrara y hablara de básquet como si fuera el deporte nacional.
Es que no perdimos la de oro por ese griego que no vio lo que todos vimos. Ganamos la de plata que es un mérito sensacional. Entonces, póngase en el lugar de un tipo que dedicó su vida al básquetbol y ahora está en presencia de esta proeza.
¿No le darían ganas de llorar de alegría, como a mí?
Sin prejuicios, porque lo más lindo de todo esto es que no es un sueño...
¡Créalo! Los argentinos si queremos, podemos.

La CAB invita a recibir al equipo con todos los honores

El seleccionado de Básquetbol regresará hoy al país, y sus integrantes junto a las autoridades de la Confederación Argentina de Básquetbol (CAB), ofrecerán una conferencia de prensa.
La llegada de la delegación, en el vuelo 101 de la empresa Delta Airlines, procedente de Atlanta, está previsto para las 9.30, al aeropuerto Internacional de Ezeiza. Posteriormente en el sector Arribos Cabotaje de la Terminal "B", se realizará el encuentro con los hombres de prensa.
Según un parte de prensa distribuido ayer, la Confederación Argentina de Básquetbol, "invitó a los familiares y amigos a reunirse en el aeropuerto para testimoniar el agradecimiento por el esfuerzo realizado por los jugadores argentinos que lograron una histórica y honrosa segunda clasificación".

   
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