Sábado 28 de setiembre de 2002

 

Frases hechas

 
  Muchos prefieren la comida casera antes que comprar "comida hecha", lo que nos resulta muy saludable sino tomamos en cuenta la pileta llena de cacerolas. Sin embargo a diario nos sumergimos en un mar de "frases hechas" sin encontrar en ello signos de intoxicación lingüística. Nuestra preocupación por la fecha de vencimiento de los alimentos no se condice con la de las frases. Es cierto, el idioma es como una gran sopa de letras de cocción lenta donde la Real Academia es el chef que revuelve el caldo con toda parsimonia. Hace algunos años reclamamos al maitre por la "h", condimento parecido a la hoja de laurel en el tuco. Si no está no se extraña, pero si la encontramos no sabemos en qué lugar ponerla y más de una vez casi nos la comemos.
Sin embargo hay que reconocer que las palabras se renuevan más que las frases.
"Poner los puntos sobre las íes" viene del siglo XVI cuando se adoptaron los caracteres góticos y era fácil confundir dos íes con una "u". Para evitarlo se le pusieron acentos que sobrevivieron hasta nuestros días como tilde en las íes sencillas. A cuatro siglos de aquello, hoy día esta frase goza de buena salud.
Ni qué decir del "chivo expiatorio" tan de moda en la política de nuestros días y de origen bíblico. Era una ceremonia judía donde a un pobre chivo se le transferían todas las tragedias, delitos y deslices y entre gritos se lo ahuyentaba hacia el desierto con su carga de pecados para que la tribu quedara libre de culpa y cargo.
De hecho todos los días estamos generando sucesos que serán las frases del mañana y para escucharlas sólo hay que estar con el oído atento.
Las colas son tierra fértil para charlas de circunstancia y allí brotan como yuyos las consabidas "al que madruga…". Sobre ésta, sin embargo, últimamente nos enteramos de una variante laica: "El que pega un madrugón cobra primero la jubilación" y su contraparte pesimista "no por mucho madrugar mucho mejor va a cobrar". A pocos metros, en la caja de las jubilaciones de privilegio se dejó escuchar entre risas: "El que contrata a un colero ya no tiene que llegar primero".
En la cola de la DGI nos sorprendió un remozado: "Cuando el interés es tan bajo hasta el acreedor desconfía". Y una frase con aires de slogan resentido, "para el cumplidor no hay gloria y para el moroso moratoria".
Cruzando una esquina nos llegaron los ecos de una charla: "No hagamos leña del árbol caído" y otro que asiente y retruca "es verdad, no hagamos programas de tevé con bloopers de otros programas de tevé". Un tercero que recién entraba a la charla le pareció oportuno agregar: "¡El que quiere celeste que mezcle blanco y azul!".
Hasta el Martín Fierro sufrió frívolas actualizaciones de sus dichos como "al que nace barrigón es añudo una lipoaspiración".
El idioma es dinámico y si usted conoce nuevas frases háganoslas saber, porque la verdad que por lo expuesto aquí el nivel literario para el futuro es "pan para hoy, mañana pan rallado".

Horacio Licera
hlicera@rionegro.com.ar

   
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