Jueves 26 de setiembre de 2002
 

"Trato de ser fiel al piano hasta la sepultura"

 

Alberto Cambareri se presentará el sábado en Neuquén

 
Cambareri actuará el sábado a las 21:30 en el Aula Magna de la UNC.
NEUQUEN (AN).- Tiene en la sangre genes musicales que vienen vaya uno a saber de dónde. Bien seguro de allende los mares, pero "andamos todos mezclados" como dijo el poeta Nicolás Guillén, como -palabras más o menos- sintetiza el hombre canoso, delgado, de piel morena y barba candado. Quizás es de esa raza de sonidos que se fue mixturando en otras tierras. La bella Italia, Calabria de los ancestros que trajeron a estas costas los barcos: la tan renombrada Princesa Mafalda cuando dejó en el gran puerto al tanito Carmelo Cambareri, allá en las primeras décadas del siglo pasado.
Carmelo era el padre del pianista Alberto Julio Cambareri que hace seis años atrás se radicó en Neuquén para quedarse y "ser sólo y exclusivamente músico". Aquel Carmelo de los barcos, decíamos, no sabía que iba a ser un amante vocacional del bandoneón. Tampoco se podría imaginar que su larga prole de tres varones y cuatro mujeres sentarían con fuertes raíces y renombre, en la historia argentina de la música tanguera su bien amado apellido.
Los Cambareri son toda una institución reconocida.
¿Por qué hoy charlamos con este descendiente de Calabria? Pues porque el sábado próximo, a las 21.30, estará brindando un concierto en el aula magna de la Universidad Nacional del Comahue, Buenos Aires 1400, con el auspicio del Concejo Deliberante.
Entonces se lo podrá apreciar en su faceta más destacada. Un repertorio clásico que incluirá Fantasía en do menor de Bach y Fantasía en do menor de Mozart. Tango Fuego y La noche de los lápices de Cambareri, Jardines bajo la lluvia y Claro de luna de Debussy y Balada en sol menor y Scherzo de Chopin.
Alberto Julio tuvo dos hermanos famosísimos, bandoneonistas los dos, tangueros de ley ambos: José el nombrado como "Mago del bandoneón" que estaba junto al maestro Roberto Firpo y José que fue reconocido instrumentista de la Orquesta de las Estrellas con Miguel Caló.
Apenas un gurrumín, Alberto Julio nacido en Patagones y llevado apenas de un mes a Boedo y Parque Patricios, comenzó a estudiar piano y ya no se separó nunca más del instrumento. "Como dijo El Quijote trato de serle fiel hasta la sepultura", dijo el instrumentista.
Por un tiempo no muy extenso el mismísimo Osmar Maderna (aquel de Lluvia de estrellas, Escala en azul, Concierto en la luna) le enseñó el teclado. Luego se acercó con fruición a la armonía, contrapunto, fuga y composición con Jacobo Ficher.
Siempre quiso saber más, adelantarse al tiempo, agotar los pasos. "Anduve moviéndome dentro de la música clásica y en menor medida de la popular. Me perfeccioné en música dodecafónica con Jorge Cilicas" y muchos de los verdaderos secretos del piano con Juan Menhoff y el inconmensurable Alberto Ginastera.
Todavía le está costando Neuquén desde el punto de vista de demostrarle toda su valía, comentó. Es como una mujer a la que va conquistando lentamente. Parte desde la música tanguera, con la Orquesta Tangomía (otrora llamada Nueva Splendid que comparte con Ricardo Barbaro, Nora Reverzt, Rodolfo Velázquez). Su cabeza trabaja a mil en proyectos. Quiere hacer un cuarteto de música contemporánea. "Por lo pronto tenemos bajo, bandoneón y piano pero necesitamos un violín".
No se dedica a la enseñanza, salvo excepciones, porque "demanda muchas energías y quiero ocuparlas en la creación". Son sus horas de ensayo, largas y productivas. También le gusta componer "pero no incluyo mucho de lo mío para no saturar".
   
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