Martes 24 de setiembre de 2002
 

Luis Felipe Noé, el pintor de historieta

 

El artista plástico editará un comic con Rando.

  Buenos Aires (Télam).- Como una asignatura pendiente definió el artista plástico Luis Felipe Noé su labor actual destinada a dar vida a su primera historieta "Las aventuras de Recontrapoder", a publicarse en dos tomos en diciembre próximo.
Polifacético, el artista que se desdobló en escritor de notas periodísticas, ensayos sobre arte y sociedad, y narraciones, ha sido reconocido sobre todo por una extensa trayectoria dentro de la plástica como uno de los fundadores del movimiento neofigurativo. Por su particular estilo, entre la crispación y los colores fuertes, algunos críticos lo han ubicado dentro del trazo expresionista y la pintura estampido.
"Las aventuras de Recontrapoder", que editará De la Flor en dos tomos, es una versión en historieta de una novela que Noé publicó en 1974 en la misma editorial con un título rimbombante "Códice rompecabezas sobre recontrapoder en cajón desastre".
"Siempre tuve ganas de acercarme a la historieta. Cuando era chico leía con intensidad revistas como "El Tony" e "Intervalo", que nos traía mi padre. Tiempo después me sorprendí con "El Eternauta" de Oesterheld. Incluso alguna vez pensé en realizar un comic ortodoxo, y en ilustrar "Gargantúa y Pantagruel" de Rabelais".
"Las aventuras de Recontrapoder", reúnen, además de literatura y plástica, a dos generaciones, ya que Noé convocó a Nahuel Rando, un dibujante de 22 años: "Con la conciencia de que hacer una versión comic era una labor que me superaba por su envergadura, le propuse compartir el trabajo a Nahuel, puesto que él maneja muy bien los tiempos que requiere este género".
Sobre su "seudonovela" editada en los años 70 sin mucha repercusión, el autor rememora: "Por aquellos años yo estaba atravesando una gran crisis artística y andaba en la búsqueda de volver a pintar. Entonces me metí de lleno en la relación dibujo-texto que existe en el arte prehispánico de México y en la estructura literaria de los códices -reunión de textos sagrados. De ahí surgió la idea de escribir el relato de una persona que, desmembrado en su interior, busca reconstruirse, volver a nacer".
La historieta en cuestión inicia en 1974, cuando Adrián Nevares -el protagonista- advierte a través del espejo que su cuerpo es un rompecabezas. Supone que la única forma de rearmarse y volver a ser hombre, es convirtiéndose en Dios. Comienza así un peregrinaje a través de su interior en un contrapunto con su la memoria, la locura, la razón, la religión, la muerte y la soledad.
Entre cavilaciones en las que se entrelazan la ironía, lo paradojal, el absurdo y la crítica despiadada, el protagonista comprende que para ser Dios es necesario ser Pueblo. De este modo Nevares trasciende su interioridad, pero desaparece en la Argentina de la dictadura.
"El guión es extraño; no fue comprendido en su momento -comenta Noé- difícil de entrar por su humor y su estructura narrativa".
"Todo en la novela es muy simbólico y subjetivo, ya que el escenario del relato es el cuerpo mismo del protagonista. Al describir los personajes interiores del protagonista, en lugar de palabras opté por dibujarlo; esos bocetos fueron la base de esta versión de historieta. Además, como la novela significó mi regreso a la creación tras nueve años de silencio, pensé que merecía un destino mejor", apunta.
El pintor de trazo crispado, eléctrico, que ha saltado de la tela al cuadro de historieta, explica: "Respetamos estructuras básicas del cómic: la presentación del personaje, la aventura y el espacio-tiempo donde acontece la historia. Lo primero fue darle cuerpo a Adrián Nevares; tuvimos que presentar al protagonista en el primer cuadro y ubicarlo en el tiempo: los años de la dictadura militar".
Cuenta Noé que durante los dos años de trabajo que llevó "Las aventuras de Recontrapoder", debió atenerse a tiempos narrativos del comic bien diferenciados de la pintura y la literatura.
A su juicio "una historieta exige una tarea colectiva, casi no hay creación individual. Al poco tiempo de trabajar con Nahuel, entendí la necesidad de trabajar en equipo, dialogar sobre el modo de presentar tal o cual secuencia. Comprendí que la historieta no tiene límites, todo puede caber en un cuadro. Es mucho más que tener la idea de un relato y saber dibujar".
"La historieta Argentina -precisa- viene ganando en lo visual, en el dibujo, pero se ha empobrecido en el guión. Oesterheld, antes que guionista, era escritor".

Dos generaciones y un solo dibujo

Mucho más que la historieta de un pintor "Las aventuras de Recontrapoder", es el trabajo articulado por dos generaciones tan distantes como la de Luis Felipe Noé, nacido en 1933 y la de Nahuel Rando, en 1980; aunque esta supuesta distancia, terminó favoreciendo el resultado final: "Nuestras diferencias fueron la base de nuestro entendimiento", sintetiza Rando.
El pintor Noé, quien suele recurrir a una frase del poeta inglés Samuel Coleridge que resume su pensamiento ("El arte consiste en convertir la naturaleza en pensamiento y el pensamiento en naturaleza"), posee como artista plástico una dilatada trayectoria iniciada en 1957 con su primera exposición en el Salón Nacional.
Un momento importante de su itinerario, fue la fundación del movimiento neofigurativo, junto a los pintores Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega, todos de gran peso en el arte nacional. Con exposiciones en París, Madrid, Nueva York y en distintos salones de Latinoamérica, la obra de Noé ha sido reconocida con numerosos galardones; entre otros el Premio Nacional Di Tella; el Premio Palanza de París; y el Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes.
Rando, por su parte, cuenta en su haber con todo el tiempo por delante. Algo de lo que promete como artista, ya lo plasmó como colaborador en diversos fanzines como "La quimera" y "La sexta edición", y los cortos de animación "Casimiro" y "El inivisor".
No es poco decir que da los últimos retoques a una historieta realizada a cuatro manos con Luis Felipe Noé: "Un día acompañé a mi madre hasta el taller de pintura donde ella estudiaba con Noé. Llevé luego una carpeta de mis dibujos y le propuse que los viera. Llegué en el momento justo cuando Noé tenía decidido encarar el proyecto de la historieta. Finalmente me propuso hacer el libro". (Télam).

   
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