Martes 27 de agosto de 2002
 

El axolotl, en serio peligro en México

 

La contaminación redujo el número de ejemplares de la especie.

 
El axolotl es todavía un misterio para los científicos que estudian cómo renueva las partes de su cuerpo.
El suburbio de Xochimilco, en el sureste de la Ciudad de México, es conocido por los mexicanos principalmente como lugar de excursión. Lejos del ruido y del smog de la metrópoli, lo que queda de un antiguo lago y un amplio sistema de canales invitan a realizar paseos en bote.
Los canales de Xochimilco son también el ecosistema del axolotl o ajolote (ambystoma mexicanum), una especie de salamandra que vive en el fondo del agua, cuyas características han fascinado durante generaciones a científicos de todo el mundo. Pero mientras que en varias universidades extranjeras se lo cría con fines de investigación, la creciente urbanización y la contaminación del agua están poniendo en peligro a este pequeño animal en su hábitat natural.
Los ambientalistas mexicanos han dado la señal de alarma. Según el biólogo Esteban Prado, coordinador del proyecto para el rescate del axolotl, el número de estos anfibios de 30 centímetros de largo se ha reducido drásticamente.
Si hace cinco años los pescadores todavía recogían en sus redes unos 20 axolotl por día, ahora a lo sumo capturan uno o dos.
En una isla situada entre los canales de Xochimilco, la organización "Umbral Axochiatl" dirigida por Prado ha puesto en marcha una pequeña estación de investigación donde tienen axolotl de distintos tamaños y edades en acuarios.
A diferencia de la mayoría de los demás anfibios, el axolotl, que sólo se desarrolla en Xochimilco, no atraviesa por ningún tipo de metamorfosis y permanece toda su vida en estado larval.
El fenómeno es conocido bajo el nombre de neotenia y se debe a una insuficiencia de la tiroides. Pero no sólo esa es la razón por la cual el axolotl interesa a la ciencia, sino también por su capacidad de renovar partes de su cuerpo y órganos internos.
El nombre axolotl proviene del náhuatl -la lengua azteca- y está formado por la conjunción de las palabras atl (agua) y xolotl, nombre de un dios. Pero aun con nombre sagrado, este animalito no se salvaba en tiempos prehispánicos de ir a parar a la olla. Y además de servir de alimento, se le atribuían propiedades curativas.
En 1864 investigadores franceses que llegaron a México como parte de una invasión militar se llevaron Europa por primera vez un axolotl vivo y no pudieron salir de su asombro cuando empezaron a ver su metamorfosis.
Sacado de su hábitat pobre en yodo en las tierras altas de México, empezaron encogérsele las branquias, las piernas le crecieron y comenzó a caminar en la tierra.
Como la neotenia no necesariamente es algo definitivo en la estructura genética del axolotl, la metamorfosis también puede provocarse dándole alimento a base de glándula tiroidea. En su forma terrestre, el axolotl se parece a las salamandras.
La idea es impedir que al axolotl le vaya tan mal como a una especie emparentada del lago de Pátzcuaro, unos 300 kilómetros al oeste de Ciudad de México: se dice que en un convento de monjas dominicas la utilizan para elaborar un jarabe para la tos con una receta secreta. (DPA)
   
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