Domingo 25 de agosto de 2002
 

Colonia Juliá y Echarren, sin médicos

 

Los vecinos deben viajar 15 kilómetros para atenderse en el hospital.

  RIO COLORADO (ARC).- La falta de atención médica en colonia Juliá y Echarren, sector ubicado a unos 15 kilómetros de Río Colorado, es una constante preocupación de sus pobladores. Por causas que se desconocen, los médicos dejaron de concurrir al puesto sanitario del lugar y para satisfacer toda necesidad en materia de salud, los vecinos debían trasladarse al hospital de la ciudad.
En caso de urgencias, los habitantes apelaban al móvil de Bomberos Voluntarios que hacía las veces de ambulancia.
Sin embargo, desde hace dos días, una resolución interna de esa entidad, dictó la suspensión total del servicio, hasta tanto se consiga la habilitación correspondiente del vehículo como ambulancia, como así también una capacitación para el personal voluntario.
El presidente de la Cooperadora de Bomberos, Antonio Funes, explicó que la medida se tomó "para evitar un futuro juicio, con perjuicios de toda índole, que ponga en peligro a la entidad".
Agregó que pese a los reiterados pedidos elevados hace nueve meses a Salud Pública provincial para lograr la habilitación correspondiente de una camioneta carrozada -equipada con los elementos mínimos de traslado-, no hubo respuestas y por ello tal decisión.
"De acuerdo a la Ley de Tránsito 2449/94, estamos trabajando de manera ilegal y ello conlleva varios riesgos para la institución", señaló.
Cabe recordar que desde hace quince años Bomberos venía realizando esta tarea. "Desde el propio hospital nos solicitaban para cubrir el radio céntrico cuando la ambulancia debía hacer traslados", explicó Funes.
A pesar de estos antecedentes, las gestiones realizadas personalmente en Viedma, acompañadas de trescientas firmas y la imperiosa necesidad de los tres mil vecinos de esa colonia frutihortícola, desde Salud Pública provincial no se dio ninguna respuesta.

El personaje: Luis Pino, zapatero y amigo

Rodeado de tacos, medias suelas y pegamento, Luis Héctor Pino lleva veinticinco años cumpliendo un trabajo que en los últimos tiempos retomó vigor en virtud a los padecimientos económicos.
Luis es zapatero y el trabajo forma parte de su vida, donde a partir de la clientela, conoció a sus mejores amigos.
"El trabajo aumentó en cantidad, pero se nota que a la gente le cuesta mucho retirarlos y eso es una muestra más de la miseria que estamos viviendo. Vienen muchas zapatillas", contó.
Pino aprendió el oficio junto al reconocido "Gallego" Las Heras y años más tarde continuó con Juan Licitra, un experto en tapicería.
Finalmente después de tanto aprendizaje, en el "82 decidió independizarse y salir a buscar el mercado en soledad.
Pasó tiempos duros, "pero siempre había algo para hacer". Se podría decir que Luis le hace a todo, desde botines hasta camperas.
Recordó una anécdota que apunta directamente a los olvidadizos. Contó que en una oportunidad llegó un muchacho reclamando una bota izquierda que había dejado para arreglar. Consultado sobre la fecha que dejó el trabajo, sin inmutarse respondió que hacía como tres años. "Obviamente ya no estaba", agregó sonriendo Luis.

Juegos peligrosos


La placita ubicada frente al barrio Pu-Ruca-Hue, entre San Martín y Berutti, es un lugar muy visitado por los niños de ese sector. Sin embargo, varios juegos presentan roturas importantes que podrían provocar más de un accidente. Teniendo en cuenta un reciente episodio que tuvo como protagonista a un chico accidentado en otra plaza de la ciudad, vale el dicho que dice: "Mejor prevenir, que curar". (ARC)

   
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