Madres solidarias ayudan a otras madres

Crearon una guardería en el norte de la ciudad.

Los chicos encuentran un lugar seguro donde quedarse mientras sus madres trabajan.

ALLEN (AA).- Con mucho empeño y "a puro esfuerzo", el grupo de mamás que creó años atrás una guardería en la zona norte de Allen, hoy sigue adelante. Pese a todos los contratiempos, mantienen el objetivo con el que iniciaron el emprendimiento: ayudar a otras mamás que día a día deben trabajar para ganarse el pan, cuidando de sus hijos.
La guardería funciona en una pequeña capilla que está ubicada en el barrio Progreso y abre sus puertas desde las 7:30 de la mañana hasta casi el anochecer.
Cuatro mujeres además de otras grandes colaboradoras se encargan del cuidado de los pequeños, bebés y nenes de hasta 6 años, en turnos rotativos y recién desde hace poco, algunas comenzaron a recibir los beneficios de los planes de empleo. El resto ayuda, con ganas y compromiso.
"Empezamos porque vimos que en el barrio hacía falta un lugar ya que a las mamás les quedaba muy lejos para llevar los chicos a la guardería municipal. Entonces con la comunidad de la capilla se decidió empezar con esta idea", comentó Margarita, una de las mujeres colaboradoras.
Además de los cuidados básicos que se brindan en el centro "Cariñitos", ubicado sobre la calle Nicolás Tarifa, en la capilla San Francisco de Asís, también se asegura un plato de comida caliente diario a todos los chiquitos que asisten. Las madres que pueden colaboran con una cuota mínima mensual.
Durante el año pasado se realizó una primer etapa de la ampliación de la infraestructura para lograr mayor comodidad para el centro infantil y también para brindar mejores servicios a los vecinos. Pero hoy por hoy la crítica situación que se vive obliga a redoblar el esfuerzo de todos los que ayudan, ya que no posee asistencia oficial.

Reclaman apoyo

"Es fundamental para la continuidad de este trabajo solidario la dedicación y apoyo de la comunidad que dona tiempo, ropa, calzado y comestibles", se destacó desde el centro.
Es que a través de la venta de ropa usada, de empanadas y otras iniciativas se logra sostener económicamente la guardería, "pagar los impuestos, la luz y el gas, que es lo más importante", se indicó finalmente desde la guardería infantil.

El personaje: Juan, un vendedor ambulante que no se rinde

Don Juan Valenzuela se dedica a la venta ambulante en esta ciudad, pero confiesa que ya está cansado. "Cansado por los años y la vida", dice. Sin embargo, a sus 76 años no baja los brazos y está empeñado en conseguir un nuevo trabajo o alguna ayuda social que le permita seguir adelante. Hasta ahora se las rebusca por medio de la venta de artículos de escaso valor, que realiza en Allen y otras ciudades, aunque las ganancias diarias son muy dispares y para nada seguras.
Don Juan, como lo conocen sus vecinos del área norte de la ciudad, es una cara más de la desocupación y también de las carencias que a menudo sufren las personas mayores.
El abuelo, allense por adopción, está desempleado y no recibe pensión ni jubilación alguna pese a que dedicó gran parte de su vida a las labores de la actividad frutícola. "Estoy incapacitado porque sufrí un accidente, me chocó un auto, pero nadie me ayuda. He tramitado una pensión, una jubilación, pero todo me lo niegan", afirma indignado.
Por esta razón, aún hoy "salgo a vender pañuelos, cremas, hilos, algo para seguir, pero está muy difícil", comentó.

Sin identidad

Antes representaba un monumento con su correspondiente placa, homenaje y todo lo demás. Pero ahora que los "amigos de lo ajeno" pasaron por allí, el monolito perdió su identidad, ya que fue despojado hasta de la placa de bronce que indicaba su significado.