Sábado 17 de agosto de 2002
 

Saddam invita a volver a los inspectores de la ONU

 

Irak pone como condición que los verificadores de sus supuestos arsenales sean europeos y que EE.UU. no tenga derecho a veto. Bagdad sigue desafiante ante amenazas de Bush.

  NUEVA YORK (Reuters-AFP) - Irak está dispuesto a aceptar el regreso de los inspectores de desarme de la ONU si vienen acompañados de observadores neutrales, como religiosos, sindicalistas y periodistas. Además, pretende que éstos sean en su mayor parte europeos.
Por su parte, el presidente estadounidense George W. Bush dijo ayer que la política de su país apoya un cambio en el régimen iraquí, aunque aún no ha decidido si tratar de alcanzar este objetivo mediante una operación militar.
Irak escribió a las Naciones Unidas diciendo que desea "sostener más conversaciones antes de permitir que los inspectores de armas regresen al país", dijo ayer el embajador iraquí en la ONU.
La medida no cumple con las demandas de la ONU de que Irak envíe una "invitación formal" para que los inspectores regresen antes de llevar a cabo nuevas conversaciones. Una serie de reuniones efectuadas este año mostraron muy poco avance.
El embajador iraquí ante la ONU, Mohammed Aldouri, dijo que Bagdad quería establecer las reglas de juego antes de acceder al regreso de los inspectores, que partieron de Iraq en diciembre de 1998, en la víspera del inicio de una campaña de ataques aéreos de la aviación británica y estadounidense.
Hussein desea que la mayor parte de estos observadores sean europeos y que la ONU impida a EE. UU. ejercer su derecho de veto en la composición de la delegación, asegura el diario británico "The Independent" Bagdad pide además en la misiva que "el falso hallazgo de armas de destrucción masiva" no sea utilizado como pretexto para un ataque de EE. UU. contra el país.
Estados Unidos exige que Irak permita reanudar las inspecciones sin más discusiones, para asegurarse de que Bagdad no está desarrollando armas de exterminio masivo. Por su parte, el secretario general de la ONU, Koffi Annan se mostró prudente y reiteró las condiciones impuestas por ese organismo en 1999 para reanudar las negociaciones.

Republicanos no darán un "cheque en blanco"a un ataque

WASHINGTON (AFP) - Varios prominentes líderes republicanos, entre ellos el ex secretario de Estado Henry Kissinger y el ex asesor de Seguridad Nacional Brent Scowcroft, se distancian de los planes del presidente George W. Bush para derrocar a Saddam Hussein, y se interrogan sobre la necesidad de atacar Bagdad.
Un tras otro, destacados parlamentarios, como Chuck Hagel o Dick Armey, y ex responsables, como Brent Scowcroft y Henry Kissinger se preguntaron, cada uno a su manera, sobre la urgencia de un ataque, y esperan obtener aclaraciones previas a cualquier decisión.
Entre las preguntas que se formulan: ¿cuál es la verdadera amenaza del programa militar iraquí?, ¿cuáles son los vínculos entre Bagdad y los terroristas del 11 de setiembre?, ¿cuáles son los riesgos para la estabilidad de Medio Oriente?, ¿Estados Unidos está dispuesto a reconstruir Irak en la era "pos Saddam"?, ¿qué aliados están dispuestos a seguir a Estados Unidos?, ¿la opinión pública está dispuesta a aceptar pérdidas estadounidenses significativas?
Bush dijo ayer ser consciente de que hay personas muy inteligentes que expresan su punto de vista sobre Saddam Hussein e Irak" pero añadió que "nadie debería poner en duda que (Saddam) se burla del mundo, que reprimió a su propio pueblo, que molesta a sus vecinos y que quiere adquirir armas de destrucción masiva".
Brent Scrowcroft pidió en el diario Wall Street Journal que "no ataque a Irak" porque ello "pondría seriamente en peligro o aniquilaría la campaña mundial antiterrorista que hemos emprendido". Incluso si constituye una amenaza, nada demuestra que Saddam quiera agredir a EE. UU., y una intervención solitaria correría el riesgo de desestabilizar a todo Medio Oriente, estima
En este sector moderado -y frente a los "halcones", como el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y el vicepresidente Dick Cheney- se ubica también el actual secretario de Estado, Colin Powell, quien mantiene muchas reservas acerca de una guerra del Golfo bis, sobre todo si EE. UU. la emprende en solitario y sin perspectivas claras de cara al futuro.
Un ilustre predecesor, Henry Kissinger, también estimó esta semana que "la intervención militar sólo debe emprenderse si estamos decididos a mantener un esfuerzo sostenido por el tiempo que sea necesario" para reconstuir y mantener un Irak estable y unido. Sin embargo, "tomada en su conjunto, la inminencia de la proliferación de armas de destrucción masiva, con sus inmensos peligros, el rechazo de un sistema de inspección viable y la hostilidad manifiesta de (Saddam) Hussein generan el imperativo de un acción preventiva", según el secretario de Estado.
     
     
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