Sábado 17 de agosto de 2002
 

"Imaginando Argentina"

 

Por Héctor Ciapuscio

  Un equipo de notorios profesionales extranjeros está filmando aquí una película que no pasará desapercibida. El director es Christopher Hampton (el de "Carrington") y los protagonistas, bien conocidos, son Antonio Banderas y Emma Thompson. El costo -12 millones de dólares- es música del cielo para la alicaída industria local. El director ha explicado a la prensa de qué trata el filme: episodios de lo que pasó en la Argentina durante el Proceso. El argumento se basa en una novela de Laurence Thornton, escrita al final de la década de 1980, que se titula "Imagining Argentina". Por esas declaraciones nos enteramos de algunas cosas, de leves a pesadas. Que Emma Thompson habla español. Que el autor del libro ha escrito dos más, todavía no publicados, configurando una trilogía sobre el tema, y que los datos factuales de la novela fueron corroborados por él mismo, por Hampton, a través del Informe "Nunca más" publicado aquí en aquel tiempo.
Con esta información de los diarios justifico la primera frase de esta nota, que la película no será probablemente una más, que no pasará inadvertida. El tema sigue estando a flor de piel en los argentinos. Para asegurar eso basta con sólo leer la sección "Cartas de lectores" de diarios porteños. En estos días, por ejemplo, un general, un embajador y un capitán de navío se han trenzado en la polémica -renovada por la medida del juez Bonadío de detener a responsables- acerca de si hubo crimen o justicia en el accionar de los militares y policías de aquellos años terribles. Podemos por eso estar seguros de que cuando se exhiba aquí va a levantar polvareda y que en el mundo, y no sólo por el prestigio de los actores, se van a interesar por la historia. Pero, claro está, no podemos, con la experiencia de las veces que cineastas del Norte se han ocupado de pintorescos naturales del Sur, disimular la intranquilidad por lo que venga a resultar de esta versión gringa de aquel tiempo nuestro de catábasis, de descenso a los infiernos.
Es preocupante, en particular, cuando se conoce la novela que la inspira. Quien esto escribe tenía el libro en el lugar más recóndito de su biblioteca. Había ido a parar allí, por malo, hace años, a pesar de que en la contratapa exhibía juicios hiperbólicos como el del "The New Yorker" ("Una horripilante, brillante novela"...) o del "The New York Times" ("Una novela poderosa... Thornton parece haber soldado su estudio de escritores tales como Borges y Márquez con su propio don instintivo por la metáfora..."). Exhumado ahora ante la novedad de su filmación, hubo que repasarlo para contárselo al lector antes de que lo haga la película. Se trata de un cronista que relata lo que le aconteció a la familia de su amigo Carlos Rueda, a quien los militares le secuestraron su esposa Cecilia, periodista del diario "La Opinión" en 1976. Lo insólito es que este Carlos tiene un extraño don mágico: puede ver en ensoñaciones voluntarias lo que les ha ocurrido a secuestrados o "desaparecidos" en su aprehensión y cautiverio. Es una especie de "shaman". El tema central, metafísico diríamos, es el poder de la imaginación. Así, en el jardín de su casa de la calle "Córdoba", se empiezan a congregar familiares de víctimas que reciben de él un vívido relato de su suerte atroz de víctimas en lugares de tortura y muerte como el Olimpo o "the Naval Mechanical School", la Esma. El vidente describe Falcons verdes, violaciones, torturas, cadáveres y helicópteros arrojándolos al río. A todo doliente por un ser querido le narra la suerte de éste, entrevista como en un sueño o alucinación. Día a día el jardín de la casa se llena de gente dolorida y esperanzada. Llegan en ocasiones a reunirse más de cien y sus autos congestionan la calle. El shaman criollo también emprende la desesperada búsqueda de Cecilia, cuya imagen se le niega. Se une a la ronda de las Madres ("the crazy ones", las locas) en Plaza de Mayo. Descubre al infiltrado ("White Angel"), victimario de las monjas francesas y de Dagmar Hagelin. Pero no sólo eso. Así nomás, decide tener una charla con el responsable ("decided to have a talk with General Guzmán"), cruza la plaza y entra en la Casa Rosada donde pide ver al segundo jerarca del Proceso, al que le reclama por su esposa e hija y con el que -él, con "el poder de la imaginación", el otro con el de la fuerza- mantiene un diálogo filoso. En fin, hay de todo. Desde una "Avenida Florida" hasta porteños adictos a "milongas of the pampas" y "tangos of the old bordellos"; desde "gauchos" que rescatan a un prisionero hasta una Casa Rosada abierta de par en par. Desde una Argentina "spiritual home of "machismo" donde sólo algunas mujeres supieron enfrentar la barbarie, hasta un final a toda orquesta con el juicio a los comandantes y el fiscal pidiendo el castigo y pronunciando, luego de resuelto, un "Nunca más" que el "general Guzmán" recibe con un "Hijos de p... !!".
Como se ve, una novela donde se comete una infinidad de gaffes culturales, donde se mezclan instancias serias con trazos infantiles, donde se refiere de una manera ridícula una tragedia de la sociedad argentina. Preocupa que sirva ahora como argumento para una película que, estando como estamos adentro y afuera, será vista aquí y recorrerá el mundo. Sobre llovido, mojado. Sobre la crisis, de nuevo el Proceso. Hubiera sido preferible que no se hiciera, pero en todo caso sería deseable que su adaptación al cine se realice con decoro. Que el fruto, en fin, sea mejor que el árbol.
     
     
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