Viernes 16 de agosto de 2002
 

Cooperativismo en las escuelas

 

Por José Manuel García

  Una reciente iniciativa referida a la actividad escolar es la implantación de la modalidad cooperativa en las escuelas.
No podemos menos que aplaudir el propósito recordando que no es la primera vez que la idea se pone en práctica y "se muere en el intento".
El cooperativismo constituye uno de los mejores caminos para afianzar el ejercicio de la democracia. Es una característica que exhiben los países civilizados, más allá de las ventajas materiales que supone su implantación, a través del principio "una o mil acciones: 1 voto". Los valores que emanan de la acción cooperativista conforman un breviario más que apto para cimentar el concepto de igualdad en el punto de partida que debe regir toda dinámica democrática.
La iniciativa, que desde ya aplaudimos fervorosamente, sirvió, en el caso nuestro, de disparador para recordar que allá por 1948 creamos la primera cooperativa escolar en la región, que funcionó en la escuela Nº 32 de General Roca, siguiendo el cauce abierto en la escuela Nº 6 de San Antonio Oeste y en base de una adaptación de los estatutos de la Dirección de Cooperativas implantados por el Consejo Nacional de Educación, a través de la inspección a cargo de Horacio Rattier.
En aquellos años, ocupábamos la secretaría de la Cooperativa de Consumidores Unidos de esta ciudad, institución ejemplo de vecindad integradora y de acción democrática, lamentablemente desaparecida. Fue tal el entusiasmo por la implantación del cooperativismo, que a la celebración del Día de la Cooperación enseñamos a los alumnos el himno de la institución en el mundo e incorporamos a la Biblioteca Popular una sección de libros y material sobre este movimiento, además de asistir a no pocos congresos celebrados en Buenos Aires para vigorizar el espíritu y la práctica de su doctrina.
Pero esta nota, más allá del aplauso y de la pequeña historia, pretende trazar una coordenada que una centros de práctica y formación cooperativista, más allá de la conocida en el mundo, idea de los 28 tejedores de La Rochdale que se quedaron sin trabajo, en el siglo XIX, en el condado de Lancashire (Inglaterra). Esos vértices de acción se encuentran no solamente en nuestra ciudad, sino en muchos lugares de la provincia y del país. Los ejemplos citados responden a nuestra realidad inmediata.
Del aliento y dinámica del mundo cooperativista tenemos, como ejemplo en nuestra ciudad, el CENS Nº 3. Sus egresados tienen el título de perito en administración de cooperativas, mutuales y obras sociales. Estando en la delegación del Consejo Provincial de Educación, en 1984, contribuimos a crearla. De su director, Alberto José Cacopardo, recibimos datos sobre el acceso a la escuela que funciona en el edificio del colegio secundario Nº 1. La profesora Lidia Badaracco de Romero, a cargo de una de las materias troncales del curso, nos ilustró ampliamente y nos arrimó material actualizado. Además de un buen número de entidades, desde hace varios años funciona la Escuela Cooperativa Casa Verde en los niveles primario y secundario.
Las leyes nacionales Nº 16.583 de 1964 y la Nº 20.337 de 1973, además de decretos, establecen la implantación de la modalidad cooperativa en las escuelas. También, según nos consta en la documentación, han legislado sobre la materia y, en Río Negro, la ley Nº 903 en su artículo 1º establece: "La provincia incorpora dentro del currículum oficial y en los distintos niveles de enseñanza la educación cooperativa a través de las acciones conjuntas de las autoridades educativas, los representantes del sector cooperativo y el órgano competente en la materia. Impulsa la práctica del cooperativismo escolar" (1973 -reglamentada en 1975).
La conocida historia de los 28 pioneros de La Rochdale se corporiza con una notable periodicidad en todo el mundo, con otra escenografía, otro ropaje y otras circunstancias. Uno de los ejemplos, además de muchos en todos los ámbitos del país, es el de los empleados del Patio Kimar, apremiados en similar situación se constituyeron como cooperativa y han sentado la base de una institución cuyo destino depende del apoyo que le sigamos prestando. Todo ello unido al deseo irrenunciable de que los trabajadores de Fricader logren salvar los obstáculos que hasta ahora se les presentan para constituirse como cooperativa.
Estos emprendimientos societarios transformados en acción pretenden ser mínimos aportes tendientes a ir más allá de la actitud contemplativa, a sentar las bases, aunque sea en pequeña escala, del otro país que queremos hacer. El credo cooperativista necesita feligreses instrumentados en los principios utilitarios formativos que den marco a una sociedad tan desesperadamente necesitada de valores realizables.
     
     
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