Lunes 12 de agosto de 2002
		Neuquén perdió su única ventaja eléctrica
		Por Pedro Salvatori (*)
		En marzo de este año publiqué una nota en un medio de prensa nacional que hacía referencia a los sobreprecios que deben afrontar todos los usuarios argentinos cada vez que se exporta un megavatio de energía eléctrica al Brasil. En ella quedaba claramente demostrado el carácter casi perverso de esta exportación, ya que cuanto más energía se exporta, más barato le resulta el valor del kw/h al usuario brasileño y más caro al argentino. Esto dicho así parece un contrasentido, pero en realidad no lo es. Debido a las reglas de formación de los precios de la energía aplicadas en el MEM (Mercado Eléctrico Mayorista), las exportaciones, tal como se realizan actualmente, generan un subsidio encubierto a la industria de nuestro socio del Mercosur (y principal competidor) pagado por y en perjuicio de todos los consumidores argentinos. Hay dos tipos de sobrecostos en nuestro mercado que se producen al ser convocado un contrato de exportación al Brasil -o a otro país limítrofe con el que tengamos líneas de interconexión-: a) un incremento general de costos de la energía aplicable a todos los usuarios del país y, b) un incremento local de los factores de nodo que castiga a los usuarios del área geográfica exportadora. Este problema, que tanto ha preocupado en los últimos años a los usuarios del NEA (nordeste argentino) por donde se exporta hoy al Brasil, tiene una solución muy simple que ha sido plasmada en un proyecto de ley que presenté durante mi gestión como diputado de la Nación y que a fines del 2001 obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados, contando con el dictamen favorable de las comisiones de Energía y Combustibles y de Defensa del Consumidor. El proyecto, que sólo tiene dos artículos, propone que todo incremento de costos a usuarios de la red eléctrica nacional y/o agentes del MEM, originado en la exportación de energía y/o potencia eléctrica, sea abonado por el titular del contrato de exportación, no pudiendo ser trasladados estos incrementos a los usuarios y/o miembros del MEM". Es decir, será negocio exportar energía eléctrica si con ello no se afectan los intereses de los usuarios argentinos. Lo contrario sería exportar un subsidio. Esto, que parece tan simple, debió ser incorporado en su momento a la ley N° 24.065 del marco regulatorio eléctrico como forma de no alterar el principio de simetría que deben guardar los acuerdos entre estados en materia de comercio internacional, tal cual lo disponen las normas vigentes en el Mercosur. La Secretaría de Energía de la Nación, que a pesar de mi público reclamo nunca tomó cartas en este asunto, dictó, en julio pasado, la resolución N° 246/2002 mediante la cual, de manera disimulada y casi encubierta, se realiza un aumento generalizado de tarifas a usuarios finales mediante la igualación de todos los factores de nodo, sin realización de audiencias públicas y sin fundamentos técnicos y legales que los avalen y con el único fin de subvencionar un contrato de exportación de energía con Brasil. Esto significa que el mencionado sobrecosto por factor de nodo dejarán de pagarlo exclusivamente los usuarios de la región exportadora, hasta ahora NEA, sino que recaerá en todos los usuarios argentinos. Es decir nos lo socializan en vez de trasladárselos a sus verdaderos responsables: los titulares de los contratos y, por ende, los usuarios brasileños. Además, y por si no fuera suficiente, por este mecanismo se nos hace perder a todas las provincias productoras/exportadoras de energía eléctrica la única ventaja comparativa de costos que disponíamos después de la pérdida de la tarifa Comahue -con respecto a los de Capital Federal o el Gran Buenos Aires-. Esto a los usuarios del Neuquén les significará un aumento en sus facturas de no menos del 10%. De ahora en más a un usuario industrial, por costos de energía eléctrica, le será indiferente radicarse en Neuquén o en el Gran Buenos Aires. En buen romance y como sucede con tantas cosas en nuestro país: para qué vamos a hacer fáciles las cosas si podemos hacerlas difíciles. Mientras tanto y a lo largo de estos últimos siete meses el lobby de los exportadores en el Senado paralizó (léase cajoneó) en las comisiones de Asuntos Municipales y de Energía, ambas controladas por el justicialismo, el tratamiento de mi proyecto de ley que, como dije, ya cuenta con la media sanción de Diputados y hubiera evitado que se produjeran estos abusos. La resolución 246 debe ser urgentemente revisada y corregida y las normas del MEM deben restablecer las ventajas comparativas en materia de costo de energía eléctrica que legítimamente le corresponden a las regiones productoras. Esta cuestión ya la planteamos los neuquinos en 1990 cuando se debatió el Pacto Federal Eléctrico. Allí propusimos un modelo de organización del despacho por áreas múltiples, donde cada región productora primeramente se abastecía de sus necesidades de energía por sus costos locales y exportaba sus excedentes al resto del país. Esto era lo justo. Sin embargo triunfó el modelo de área única sostenido por el centralismo y avalado por las autoridades del Banco Mundial que, si bien no fue un fracaso, produjo enormes distorsiones en los precios y pérdida de rentabilidad en la mayoría de las empresas. Por último y ante algunas críticas recibidas, quiero dejar en claro mi posición personal respecto de las exportaciones de energía. Como gobernador de la provincia del Neuquén entre 1987 y 1991, fui el impulsor y firmante en 1990 con el ministro Toha de Energía, de Chile, de los primeros acuerdos celebrados con ese país hermano para la exportación de hidrocarburos y energía eléctrica, es decir mucho antes del inicio del proceso de privatizaciones de estos sectores en nuestro país. Pero ante la posibilidad cierta de que mi provincia se convierta a breve plazo en exportadora me he interesado particularmente en contribuir a corregir las distorsiones que produce el actual sistema a fin de que sus aparentes beneficios no terminen siendo pagados por todos los neuquinos. (*) Senador de la Nación
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