Viernes 9 de agosto de 2002
 

Reforma electoral

 

Por Ricardo J. Sarandría (*)

  Una reforma electoral debe ser percibida como necesaria por gran parte de la población. Es impensable que la modificación de las reglas del normal juego democrático pueda realizarse sin el consenso necesario, más aún cuando una reforma de fondo demandaría, casi con seguridad, una reforma constitucional no limitada a lo electoral.
Mi partido, la Unión Cívica Radical, ha señalado permanentemente que las reformas constitucionales deben ser un patrimonio común para todos los habitantes, por lo que un eventual proceso constituyente debe concretarse a partir de un consenso vigoroso, auténtico y generalizado de todos los sectores políticos y sociales.
La Constitución de la provincia de Río Negro prevé, en su artículo 111, que "la necesidad de reforma se declara por la Legislatura, con el voto favorable de las dos terceras partes del total de sus miembros y se lleva a cabo por una Convención convocada al efecto". Por otra parte, en su artículo 119, reglamenta la enmienda o reforma de un artículo y sus concordantes, de manera que una vez sancionada por los dos tercios de los legisladores, queda incorporada al texto constitucional si es ratificado a un referéndum al efecto, donde para que el mismo se considere válido se requiere que los votos emitidos superen el cincuenta por ciento de los electores empadronados.
Se entiende que esta modalidad se reserva a cuestiones circunstanciales y no a reformas de fondo, ya que el texto constitucional diferencia claramente entre una situación y otra.
Terminando con las citas de nuestra carta magna, el artículo 173 determina, sin lugar a confusiones, que "el gobernador y el vicegobernador son elegidos directamente por el pueblo a simple pluralidad de sufragios, constituyendo la provincia a ese efecto un solo distrito electoral. En caso de empate decide la Legislatura".
Me pareció necesario recordar el marco normativo vigente a propósito de las supuestas intenciones de promover una reforma electoral por parte de algún sector del radicalismo rionegrino. Considero que intentarlo concomitantemente con un proceso eleccionario contribuiría a confundir aún más al electorado, ya de por sí perplejo frente a una modalidad que no acaba de definirse y a un cronograma poco claro.
Plantearse, como ha trascendido periodísticamente, una reforma que como único cambio plantee una segunda vuelta, utilizando para ello la figura de enmienda, ya sería de dudosa interpretación. Si además se pretende que en esa segunda vuelta puedan alterarse las fórmulas más votadas, la violación a la voluntad popular y la inconstitucionalidad serían innegables.
Creo necesaria una reforma política. Con seguridad la misma requerirá una reforma constitucional, para lo cual habrá que acatar los pasos previstos a tal fin en el actual texto, que es ni más ni menos que sostener los principios del radicalismo; las reformas se hacen con consenso y ajustándose a los procedimientos constitucionales.
Y el consenso significa que el acto debe responder a la demanda de los actores sociales, económicos y culturales rionegrinos, en definitiva a la inquietud de todos los ciudadanos que consideren la necesidad de introducir modificaciones que el progreso y las nuevas realidades aconsejan, con sentido moderno y contenido social.
Hoy es necesario transparentar el financiamiento de la política, reducir la cantidad de representantes sin disminuir la representatividad, por el contrario reforzar los mecanismos de representación popular, vigorizar el rol de los legisladores, garantizar un adecuado control del poder, garantizar un Poder Judicial auténticamente independiente, eliminar garantías de privilegio, facilitar el acceso a la política de los ciudadanos independientes, en definitiva, rever todos los elementos que la sociedad perciba como negativos en el funcionamiento democrático y que hoy restan credibilidad al sistema.
Citando a Gianfranco Pasquino, en su conferencia acerca de "Sugerencias para una verdadera reforma política", efectuada en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Plata el 29 de mayo del 2000, "la primera sugerencia que quisiera hacer es que para realizar una verdadera reforma es esencial definir los objetivos con referencia a los problemas reales del sistema político, y no a los problemas de los políticos".

(*) Intendente municipal de Roca.
     
     
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