Martes 6 de agosto de 2002

 

La causa Gilio alcanza ribetes escandalosos

 

Los abogados de la mujer acusada junto con el empresario persiguieron a una testigo. La jovencita es hija de la imputada y dijo que "a una madre no se le guarda rencor".

  SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El asedio o manipulación de los testigos, que ya fuera denunciado por el tribunal que entendió en la apelación planteada por la defensa del empresario Juan Gilio, alcanzó ribetes escandalosos el domingo por la mañana cuando los abogados de B.M. persiguieron por las calles de la ciudad, sin éxito, al vehículo que transportaba a la hija mayor de la acusada. Sin embargo, antes de que la testigo prestara declaración, los abogados Leonardo Pacheco y Alejandro Pschunder se reunieron con ella, para imponerla de las facultades especiales que en su caso le concede el Código Procesal.
Esta joven, R.C., también denunció hace varios años a su madre por obligarla a ejercer la prostitución, pero B.M. resultó sobreseida antes del juicio, luego de una criticable instrucción de la causa. Al principio fue propuesta por la defensa, que luego desistió de su testimonio, pero el tribunal encontró conveniente escuchar su declaración. Después de un importante despliegue, la joven se convirtió en la testigo estrella del debate, pero no sólo cumplió con la obligación de no declarar contra su madre, sino que tampoco declaró sobre las circunstancias de su conocimiento referidas al hecho investigado.
Con apenas 21 años, que parecen menos, R.C. es madre de tres hijos y vive en Bahía Blanca con su pareja estable. No tuvo inconvenientes en presentarse ante los jueces, pero aunque aseguró a "Río Negro" que había actuado con absoluta libertad, también subrayó que "a una madre no se le puede guardar rencor".
Su silencio fue premiado pocos segundos después por la procesada, que pidió permiso para ir al baño y, ahogada en llanto, se fundió en un abrazo con su hija en el vestíbulo de la sala de audiencias.
La situación desconcertó al fiscal y a los jueces, que esperaban ansiosos un testimonio que podría ayudar a esclarecer los hechos, y esta contrariedad habría motivado en parte la indisposición del juez Miguel Angel Lara -que preside el tribunal- y el debate debió ser suspendido sin fecha cierta de reanudación.
Luego del criticado interrogatorio que realizaron ante un escribano los abogados de Juan Gilio, recién el viernes se repitió una situación enojosa, cuando una mujer quiso excusar a su padre de prestar testimonio, sin acreditar de manera fehaciente la imposibilidad y presuntamente aconsejada por el abogado de una de las partes. Lo ocurrido el domingo, en cambio, cuando la testigo R.C. arribó a la terminal de ómnibus, tuvo ribetes cinematográficos y se asemejó a un enredo "a la siciliana". Por un lado, los funcionarios judiciales que recibieron a la testigo pidieron auxilio a la policía al advertir que eran seguidos por un auto en el que viajaban los abogados de la acusada. Por otro lado, los letrados denunciaron el "secuestro" de la testigo y reivindicaron su derecho a mantener una conversación con ella antes de que declarara en debate. Las posturas fueron debatidas durante la accidentada audiencia, en la que cada parte cuestionada justificó su conducta.
   
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