Martes 20 de agosto de 2002
 

De la Sota contra el FMI

 
  En un intento de dar un poco más de vida a su campaña electoral desfalleciente, el precandidato duhaldista José Manuel de la Sota acaba de sorprender a sus simpatizantes embistiendo contra el FMI, entidad que en su opinión ha asumido una actitud "profundamente antiargentina", recomendando al gobierno reducir el pago de la deuda externa al 30% de su nivel actual y, como si esto ya no fuera suficiente, obligando a los acreedores a "cobrar con nuestra producción". Aunque sería muy bueno que los acreedores aceptaran tales condiciones, no sería nada probable que lo hicieran como resultado de la beligerancia del gobierno argentino de turno. Si uno tratara de intimidarlos, su agresividad sólo serviría para ocasionarnos más problemas demorando el regreso del país al "mundo". Si bien es factible que andando el tiempo un arreglo del tipo sugerido sea tomado en serio por los organismos internacionales más importantes, sería fruto de una serie prolongada de negociaciones en las que tal vez los acreedores, muchos de los cuales son argentinos, llegarían a la conclusión de que les convendría cortar por lo sano con la esperanza de que en el futuro tengan la posibilidad de recuperar por lo menos una parte de lo ya perdido.
En cuanto a la idea expresada por De la Sota de que el FMI haya adoptado una postura "profundamente antiargentina" de suerte que el gobierno de Eduardo Duhalde debería abstenerse de cumplir con los escasos vencimientos de la deuda externa que aún tiene el propósito de honrar a menos que "reflexione", modificando radicalmente su posición frente al país, se trata de un planteo decididamente ingenuo que, de instrumentarse, resultaría contraproducente al brindar a los "duros" del organismo un pretexto inmejorable para continuar boicoteándonos. Es que la actitud del FMI se debe menos a los presuntos sentimientos "antiargentinos" de sus directivos más influyentes que a su resistencia a reconocer que el colapso financiero de nuestro país se haya debido a algo más que la terquedad e ineptitud de sus líderes políticos. Durante la primera mitad del año en curso, la hipótesis de que el caso argentino era único y que por lo tanto no hubo ningún peligro de "contagio" pareció por lo menos defendible, pero al comenzar el Brasil a deslizarse hacia un desenlace similar, tanto los técnicos del FMI como una cantidad creciente de economistas independientes se han sentido constreñidos a revisar sus opiniones acerca de este asunto fundamental. Se trata de un debate muy complicado en el que las antipatías personales pesan tanto como los hechos concretos y los análisis objetivos y que, de todos modos, continuará agitando a políticos y economistas durante muchos años más.
Es de nuestro interés ayudar a Estados Unidos y al FMI a seguir "reflexionando" en torno de las causas básicas de la debacle, algo que no se logrará atacando con furia a los comprometidos con una política intransigente hacia el gobierno populista de un país que, al fin y al cabo, se dio el lujo de festejar la declaración del default como un gran triunfo nacional, episodio que el propio De la Sota calificó de vergonzoso. Nos gusten o no los personajes que llevan la voz cantante en Washington, sería mejor no tenerlos como enemigos. Procurar participar activamente en la malhumorada interna fondomonetarista, atacando con vehemencia a los "duros" y comprometiéndose emotivamente con sus adversarios que los acusan de perpetrar una cantidad impresionante de errores garrafales, tendría algún sentido si hubiera buenos motivos para prever que en los próximos meses éstos últimos lograran imponer sus criterios, arreglándoselas para desplazar a los directores actuales, pero sucede que la posibilidad de que lo hagan es mínima, de manera que tanto el gobierno de Duhalde como sus sucesores deberían pensar menos en el FMI y más en los problemas concretos del país. Desde hace casi ocho meses los inquilinos de la Casa Rosada apuestan a que un día el FMI "reflexione" para después abandonar su "actitud profundamente argentina", dando a entender así que las soluciones dependerán de lo que ocurra en Washington, no en el país mismo, tesitura ésta que nos ha perjudicado decididamente más que la presunta hostilidad hacia el país de quienes manejan la máxima auditoría internacional.
     
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación