Sábado 3 de agosto de 2002
 

Historia de un recopilador de biografías

 

Reynaldo Labrín ha recorrido un largo camino por el arte latinoamericano. Compositor, músico, compañero de leyendas, ahora dirige una ambiciosa cantata dedicada a Jaime De Nevares.

 
La "Cantata para Don Jaime", con dirección general de Labrín, se presenta hoy a las 22 en el nuevo Teatro de la Ciudad.
A Reynaldo Labrín le gustan las historias de perdedores. Sobre todo las que guardan cierta épica. Construidas desde el imposible. El hombre contra la naturaleza. El artista en un exilio del que ya no podrá retornar jamás. Reynaldo Labrín tiene en su anecdotario miles de biografías poco conocidas. Porque dicen, mal pero dicen, que a la historia la escriben los ganadores.
En este momento de su vida Reynaldo Labrín no quiere para sí ni una cosa ni la otra. Ni el podio de los triunfadores ni el dolor de los rendidos. Conoce el sabor de cada una de estas posiciones. Por eso su figura genera amores y odios, y tanto como él podría escribir un libro con la historia de esos personajes que lo maravillan; otros, amigos o detractores, podrían hacer lo propio con la suya. Naldo, a secas, es un personaje del sur. Una verdad que explica su ruta y su obra.
"¿No le parece que ya es hora de escribir un libro, Naldo?", le preguntamos, tras hacer un poco de memoria. Compañero y arreglador de Alfredo Zitarrosa, amigo de Atahualpa Yupanqui, fundador de conjuntos clave en el escenario de la música latinoamericana -Huerque Mapu y Sanampay-, organizador nato, productor -recordemos el homenaje a Zitarrosa en el "97 del que participaron Mercedes Sosa, entre otros-, musicalizador, compositor -una curiosidad: fue el autor de un imponente espectáculo en Chichen Itza-. La respuesta es obvia, más adelante.
Ayer por la noche, Labrín estrenó la "Cantata para Don Jaime", obra de la que participan la Orquesta de Cámara de la Provincia y el Coro de la Fundación del Banco, todo bajo su dirección general, junto a Darío Altomaro, y con el asesoramiento teatral de Víctor Mayol. El espectáculo se repetirá hoy a las 22 en la sala del nuevo Teatro de la Ciudad (Sarmiento 458).
"En la crisis también se pueden generar cosas", dice el hombre. Está ocupado, muy ocupado, pero se deja llevar por la conversación, hasta que los teléfonos suenan y los mozos insinúan con la mirada que ya es tarde para un último café.
Pero la charla empieza con una tarde en Nueva York. Dos tipos del extremo observando el centro. "Estaba en una avenida, con un amigo que me dice mirá lo que es esto: el primer mundo. Y yo le respondo: qué querés que te diga, no lo cambio por una mirada del desierto. Y, él me dice: ni yo por una mirada de la Pampa. La Patagonia es un lugar distinto."
- ¿En qué momento comenzó a imaginar un teatro para la ciudad porque aunque no sea suyo es uno de sus inspiradores?
-Del momento en que cada vez que quería hacer algo no había dónde. No es idea mía. Es una idea compartida con muchos, y otros amigos tomaron la posta y empezaron, hasta que lo concretaron. Gente que quiere permanecer en el anonimato. En Neuquén hay un cine remodelado, un cine antiguo, con un mal escenario. Este escenario tiene otras características, ocupa el 50 por ciento del espacio del lugar. Se dio esta coyuntura, muchos me preguntaron si se podía hacer, se metieron y acá está.
-Su relación con la Patagonia siempre ha sido constante.
-Tuve en Buenos Aires durante 12 años un programa de radio. A veces lo grababa o lo hacía acá con entrevistas y de-más. En México mantuve la misma actitud. Siempre que iba a un lugar pensaba en el sur. Una vez estaba en Nicaragua en un teatro hermoso y decía: cómo me gustaría hacer esto en Neuquén. Pensaba en hacer cosas en el sur, incluso en México donde tenía una muy buena vida como arreglador. Al final me vine convencido por Zitarrosa. Cuando llegamos a Buenos Aires hicimos muchas funciones, y giras por el interior. En el "84 me llamó Sapag para que me haga cargo del área de cultura. Se lo dije a Zitarrosa y se volvió loco: ¡tenemos que llegar a Uruguay! me decía.
-Han sido años de hacer cosas atravesados por la crisis.
-Si, en la época en que estaba estudiando dirección de orquesta en un curso largo, estaba muy de moda el tema de la globalización. Yo pensaba: ya no se escucha a Yupanqui, Zitarrosa, la Violeta. Y me dije voy a hacerle un homenaje a Alfredo. La llamé a Mercedes y me dio su apoyo. Participaron artistas notables. Hicimos dos funciones repletas en el Opera. Si uno toca eso que está subyacente en el inconsciente colectivo aparece de una forma increíble. Después hice un espectáculo en La Trastienda. En realidad, no hay nada comprado, no hay nada definitivo.
-Hoy también es un momento complejo para encarar un espectáculo como la cantata.
-Es una crisis no solamente Argentina, es una crisis del mundo. Y en la Argentina tocó fondo. Hay que hacer una gran reflexión acerca de porqué nos sucedió esto. La educación y la cultura pueden cambiar un modo de pensar y ayudar a ver un mundo distinto. Cuando un hombre está haciendo una tarea para zafar, es un tema, y si la hace para construir un país es otro. Esto es un tema cultural también. El hombre debe saber por qué trabaja y que no es sólo para comer. Aunque nada es sencillo. Cada día hay que luchar contra la falta de ganas, el ego, la vanidad.
-No podía ser tan sencillo.
- Dicen que un día San Pedro se había levantado muy vanidoso y le dice a Dios: ¿habrá algún ser más misericordioso que yo? Dios le responde: bajate al pueblo y pregunta por el carnicero. Fue hasta el lugar donde había gente comprando y atendía el carnicero. Era un tipo muy duro. San Pedro pensaba que iba a encontrar a una persona amable. Entonces prefirió verlo más tarde. Pero cuando volvió la carnicería había cerrado, así que le tocó la puerta. El carnicero sale y le pregunta: ¿qué desea? San Pedro le explica que necesita conversar con él. Sí, le dice el hombre, pero tendrá que acompañarme porque tengo que hacer una tarea. Entonces San Pedro lo sigue. El carnicero llega a una habitación donde hay un viejito en una cama. El carnicero lo levanta, se lo pone en sus rodillas y le da de comer. Sí, dígame, le pide el carnicero. Estoy conmovido por lo que hace usted con su padre, le responde San Pedro. El carnicero, sin dejar de darle de comer, le dice: este no es mi padre, es el asesino de mi padre.
-No es para reír sino para pensar.
-Exacto. A eso hay que llegar. Aunque no se llegue nunca, pero hay que buscar el espacio. Eso ya es algo.

Claudio Andrade

El público respaldó el estreno de la cantata

NEUQUEN (AN).-El Teatro de la Ciudad lució anoche a pleno, con el estreno de la "Cantata para Don Jaime", que marcó el debut de esta obra estructural y la inauguración para todo público de ese nuevo espacio cultural.
En su sede de Sarmiento 458 (ex "Viejo Almacén") la cantata escrita por Hamlet Lima Quintana y musicalizada por Naldo Labrín, recibió el respaldo de los neuquinos que aplaudieron de pie, el trabajo de más de un centenar de intérpretes provenientes de un abanico artístico, desde músicos a coreutas, teatrantes y técnicos.
Para hoy está prácticamente vendida la segunda función, a las 22, mientras que quienes no logren su entrada, sólo tendrán que aguardar a los próximos fines de semana.
El destinatario de las aclamaciones del público fue un producto final de medio año de ensayos. La Orquesta de Cámara de la Provincia y Coro de la Fundación del BPN dirigidos por Labrín y de numerosos artistas invitados. Lo que anoche se vivenció tiene varias manos maestras. Víctor Mayol (teatro) y en la dirección general Darío Altomaro y Labrín. Encarado como una empresa, responde a la producción del "Teatro de la Ciudad", edificio de Norma Mehdi y de Laura Pérez de Labrín en la infraestructura teatral.

   
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