Domingo 14 de julio de 2002 | ||
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Pío Quinto Vargas, el indómito de Corcovado |
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Mansel Gibbon y sus asociados norteamericanos en el tiroteo del Cañadón de los Bandidos merodearon luego desde Lago Rosario a Río Pico por Corcovado. En este último lugar, seis años antes, una disputa por tierras erigió la feraz figura de un solitario. |
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Los bandidos norteamericanos que con Mansel Gibbon cometieron el asalto y el asesinato en Arroyo Pescado y se ocultaron en el Cañadón cercano a Esquel, fueron aborrecidos, aunque aún les faltaba cometer delitos memorables para la historia marginal cordillerana. Pero por refugiarse en la región de Tecka, Corcovado y Río Pico y por el secuestro que iban a consumar –el primero espectacular en la Argentina- conocerían al más legendario solitario de los territorios australes: Pío Quinto Vargas. No conocí foto de este personaje, el más indómito de la Patagonia –tristemente célebre en Corcovado- y seguramente esquivó retratarse. La foto de esta página muestra apenas el viejo puente sobre el río en vida de Vargas. Su nombre sonoro y sugerente -Pío Quinto- hacía temblar a los más taimados y a los menos piadosos policías. El rastreo de su esfumado perfil en la memoria oral sólo es una acuarela contrapuesta con los registros asentados en expedientes y diarios de la época. Solitarios e impredecibles Don Ramón Lucio Ramos Otero tenía un origen social encumbrado y era un personaje insólito y solitario como Pío Quinto. Las circunstancias iba enfrentarlos una vez que entró en violentas derivaciones la disputa por confusión de ganados y tierras. Fueron adjudicadas y vendidas legítimamente a Ramos Otero y en parte ocupaba sin derecho ni propiedad Pío Quinto Vargas y su hermano Antonio. Según el español Juan Antonio Torres, que llegó a Corcovado en 1914 a los 16 años y en 1983 produjo un manuscrito con su historia y la de buena parte de la región –me fue obsequiado dos años después-, sostenía que fue por un tiempo amigo de Pío Quinto pero lo enfrentó en una disputa (en 1923). Alguna vez habrá que resumir la memoria de Torres, pero al caso sirve su testimonio que señala el origen de Vargas. Eran cuatro hermanos mendocinos –supuso Torres- que heredaron la hacienda del padre, pero Pío Quinto la trajo al Chubut y la dividió sólo con su hermano Antonio (hay registros que otro Vargas, sereno y devoto como acólito del itinerante párroco misional de Bariloche). Además, un registro rural de Río Negro alista a Manuel Jesús Vargas, que podría ser hermano de Pío Quinto y obtuvo la cédula n¨319 de ese territorio, ganadero, con 10 mil pesos de capital en efectivo y animales pero nacido en Neuquén el 7 de junio de 1886 de don Antonio Vargas y Antonia Rodríguez (se casó con María A. Castro de 18 y tuvieron un hijo: José Manuel). La disputa rural A los pobladores de Corcovado le quedó la imagen de un Pio Quinto receloso de todo, solitario, mal vecino rural y pendenciero, que en sus últimos años vivía en una alta torreta de madera a la que accedía por una escalera que luego introducía en su interior para descender a pernoctar. Los amigos de la leyenda inventaron que sobre una matra extendida en el piso echó los naipes donde disputó a la misma muerte la partida que el espectro vino a ganarle en el mismo Corcovado, quizás a fines de la década el 20. Tenía 50 años cuando se baleó e hirió a Ramos Otero, también a un peón y le mató a otro. Román Lucio Ramos Otero (firmaba abreviando su primer nombre con una R y por eso sólo lo llamaban don Lucio) era también un solitario, tan eterno soltero como su contrincante rural. En realidad eran maníacos con seguras frustraciones amorosas de la juventud, y en el caso de Ramos Otero, padecía una enfermedad venérea que lo llevó a un final miserable. Como provenía de una familia de la alta sociedad porteña, tenía una educación del primer nivel y es probable que haya viajado por Europa (su madre todavía lo hacía). Entre sus caprichos juveniles decidió alistarse con una comisión de ingenieros que viajaron a la Patagonia (unos dicen para mensurar campos y otros afirman que en una comisión de límites) a fines del siglo XIX. Decidió aquerenciarse en el sur y no habría padecido los problemas que sufrió en la cordillera si se hubiera quedado en el campo que primero pobló en el Chubut. En un expediente de la gobernación territorial existe la presentación de don Lucio fechada en Rawson, el 11 de abril de 1901 caratulada "Lucio Ramos Otero, permiso para alambrar un campo". En el escrito denunció ser argentino, de 31 años, radicado en el territorio (Chubut) en Malespina, y a la vez rogó se le permitiera "alambrar un lote de campo de mi propiedad: lote 9, departamento o paraje conocido por Camarones, cuyo plano acompaño". Se excusó de presentar un solo plano (el código rural exigía dos) y que por "el tiempo avanzado de la estación teniendo el material repartido en línea, quiera acceder a la presente…". Antesala de un tiroteo Decenas de anécdotas aluden a Ramos Otero como "un tipo medio loco". Pero era formal y puntilloso, sin rastros de deshonestidad. Seguramente no es a él a quien aludió una noticia de La Prensa del 17 de abril de 1904, que sin embargo alude a uno de los motivos que malquistaron a Vargas. Decía: "Algunos pobladores de la cordillera se quejan de que un señor altamente colocado de Buenos Aires le ha cobrado y ha percibido ya sumas de dinero prometiéndoles hacerles escriturar los campos que ocupan y aún no lo ha hecho. Entre esos se encuentra el señor Pío Quinto Vargas que abonó 400 pesos, y Artemio Casadaro, 1200". Es seguro que la instalación de Ramos Otero en Corcovado data de 1904, aunque nada tiene que ver con el tema comentado con La Prensa. Tuvo fama de dispendioso. Para fines del verano de 1903 no existía su casco (hasta ahora en pie) cuando pasó la comisión demarcadora de límites a cargo del capitán B. Dickson. Los apuntes oficiales (tomo I de La Frontera Argentina Chilena) donde se dice que el 7 de marzo de ese año la comisión acampó "cerca de la casa de Vargas en el río Corcovado" y de regreso del río Encuentro lo hizo "en casa de Vargas", demuestra que no existían las comodidades que erigió don Lucio y que Vargas, probablemente, vivía mejor que en su alienada vejez. Pronto se desataría la disputa rural. Es una historia novelesca. (Continuará) fnjuarez@interlink.com.ar Curiosidades • Para el 17 de julio de 1902, desde el territorio de Santa Cruz se recibían noticias criminales. El misterioso suicidio en Gallegos de una muchacha chilena –Juana Moreyra- de la que no se hallaron motivos inmediatos -ni carta aduciéndolos- para el balazo que apareció disparado en su sien derecha. En cambio si se supo que el alevoso asesinato de Sevillano Toyos en Cuy Imbert, paraje Rincón del Buque, fue perpetrado por Francisco López, de pésimos antecedentes. Su fuga en crudo invierno fue seguida por el comisario Marcelino de Simoni. |
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