Jueves 4 de julio de 2002
 

Presentaron una novedosa turbina aeronáutica

 

La creó un ingeniero en Buenos Aires y se probó en el Centro Atómico Bariloche bajo la supervisión de personal de la Comisión Nacional de Energía Nuclear. En un banco de pruebas funcionó perfectamente alrededor de 2.000 horas, lo que dura la vida útil de un motor a pistón. Sólo cuatro países, Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Rusia, producen hasta ahora estos motores, pero el modelo argentino es más sencillo y de menor costo.

  SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Después de quince años de investigación y trabajo el ingeniero autodidacta Gustavo Labala presentó ante la prensa y las autoridades del Estado Mayor Conjunto una novedosa turbina aeronáutica la cual fue perfeccionada en los laboratorios del Centro Atómico Bariloche (CAB), que depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
La presentación tuvo lugar ayer en dependencias del Centro Universitario de Aviación de Buenos Aires y contó con la asistencia del equipo de Labala, integrantes del grupo que dirigió en el Centro Atómico Bariloche el ingeniero Pablo Florido, directivos de INVAP y la CNEA, entre otras autoridades.
La turbina "turbogrupo GFL 2000" (del tamaño de una olla presión) rinde 200 caballos de fuerza, como un motor de avioneta. No obstante pesa cinco veces menos, ocupa menos de un cuarto de su volumen, usa un combustible tres veces más barato y aparentemente dura mucho más, aunque se ignora realmente cuanto. Hasta ahora funcionó unas 2.000 horas en el banco de pruebas del Centro Atómico Bariloche en optimo rendimiento. Esto permitió que sea homologado por la Fuerza Aérea Argentina para volar.
Los técnicos que lo probaron estiman que podrá funcionar perfectamente unas 5.000 horas, más del doble que un motor de pistón Cessna 182. Sostienen que la ventaja está en enorme fortaleza de la GFL, pues esta construido con sencillés y tiene solamente 33 piezas, casi todas de anaquel, mientras que los pistones o turbinas tradicionales llevan varios centenares de componentes.
El invento llenó de optimismo a los científicos del CAB, la CNEA y hasta el INVAP, habitualmente cuestionados por sus proyectos e inventos. El caso de Labala parece no ser la excepción, ya que pese a haber sido aprobado por la CNEA y la FAA ayer sólo pudo ser presentado en tierra y no en vuelo, como hubiera sido lo correcto. Hasta ahora ningún grupo empresario nacional demostró interés por fabricar la turbina GFL.
Su creador, recibió numerosas ofertas para radicarse en el exterior, donde le ofrecieron comprar y desarrollar su invento. Según trascendió habría recibido ofertas de Estados Unidos, Australia, Nueva Zelandia y Brasil.
Se estima que solamente en los Estados Unidos hay 220.000 avionetas que podrían utilizar una turbina como la que desarrolló el ingeniero Labala. A diferencias de otros modelos, el argentino es muy sencillo y ello permite un bajo costo.
Los expertos sostienen que un avión Cessna 182, remotorizado con esta turbina, puede despegar en solamente 50 metros y en una pendiente de 45 grados. Tradicionalmente, una avioneta de este tipo, con dos personas a bordo y tanques llenos suele tener una carrera de despegue de al menos 400 metros y se levanta en diez o doce grados.
En su actual versión aeronáutica, movida a querosén, la turbina de Gustavo Labala parece apenas un producto "de nicho", destinada a mandar al museo los actuales motores de pistón de avionetas y aviones de ejecutivos, cuyas potencias andan debajo de los 400 caballos de fuerza y cuya tecnología no ha variado casi nada desde 1930.

Foto: El ingeniero Gustavo Labala junto a su creación, la turbina aeronáutica GFL 2000 instalada en una avioneta.

   
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