Martes 2 de julio de 2002

 

Construyeron un generador eólico para su colegio

 

Con material de rezago y la ayuda de comercios, los estudiantes del CPEM 47 de Neuquén crearon el generador para transformar el viento en energía. El experimento fue una buena forma de aprender en forma práctica y no en abstracto. El colegio no es escuela técnica, los chicos casi no tienen inasistencias y el 70% de los alumnos son mujeres.

  NEUQUEN (AN).- En el colegio CPEM 47 piensan en alguna brujería. Y empiezan a creer que la estructura de aspas blancas -ubicada en el centro del patio- más que para generar electricidad sirve para espantar al viento, bromean.
"No puede ser pero, apenas terminamos de armar el generador, el viento desapareció", afirma el docente Alejandro Della Gáspera, una de las cuatro cabezas del proyecto de energía eólica, íntegramente elaborado en el Centro Provincial de Enseñanza Media 47, ubicado al oeste del centro de Neuquén capital.
Sin embargo, a pesar de los pocos vientos, docentes y estudiantes están felices del resultado de la iniciativa hecha a pulmón, con el 80 por ciento de material de rezago, y con la ayuda de distintos comercios, casi todos de Centenario, la cuna de Della Gáspera.
El generador se comenzó a construir en los talleres de Ciencia durante el segundo cuatrimestre del año pasado, bajo la batuta del centenariense, de Marisel Pont, de Claudia Ayzenzzteyn y Víctor Costilla. Della Gáspera está a cargo del área operativo-técnica, mientras que el resto del equipo combina Biología y Química.
"Investigamos, pedimos asesoramiento, y salimos a pedir los que nos hacía falta", explicaron los docentes ubicados en la sala de profesores y bajo la luz que se genera en el pequeño patio del establecimiento. Los maestros, aunque no comentan, pusieron plata de sus bolsillos para terminar la obra que "no se podía parar".
Los talleres de ciencia están destinados exclusivamente a los chicos de segundo año y se dictan a dos grupos distintos una vez por semana. El año pasado participaron unos 80 chicos y este año "casi" 90.
"Hay muchos chicos que ahora están en tercer año, que siguen enganchados al proyecto, preguntado y colaborando", explicó Claudia Ayzenzzteyn, la profesora de Química.
Los docentes, que desde hace cinco años trabajan en equipo, asisten a un fenómeno especial con sus talleres: Prácticamente no tienen inasistencias "y todos trabajan". Por otro lado, el 70 por ciento de los estudiantes son mujeres que no tienen problemas en limar, lijar o pelar un cable.
"Más allá de todo lo que se genera a partir de estos trabajos, que tienen un alto contenido práctico, hemos notado excelentes resultados pedagógicos porque, por ejemplo, aquí la transformación de la energía deja de ser algo abstracto", enfatizó la profesora de Química.
A lo largo del último año, Della Gáspera no dejó comercio de Centenario sin recorrer en busca de materiales: desde madera de fresno para las aspas hasta una batería que se carga cada vez que gira el molino.
La profesora de Biología, Marisel Pont, cuenta que los talleres tienen su encanto: "Hemos hechos huertas con súper producciones de acelga, plantamos los árboles que rodean la escuela, sembramos el césped y hasta fabricamos vino el año pasado".
La estructura es blanca y mide unos doce metros. Para el montaje del segundo tramo, la cooperativa Calf envió una máquina y a un par de técnicos, mientras que los maestros se encargaron de la instalación eléctrica, incluido un tablero con un voltímetro reacondicionado y caños y gabinetes rescatados del descarte.
Para el diseño y el ajuste hubo un apoyo fundamental. El del ingeniero y docente de la UNC Pablo Alvarez, un especialista en generadores eólicos.
El equipo equipo es ideal para una vivienda rural y sería fácilmente adaptable para zonas tales como la meseta neuquina.

Ideal para una vivienda rural

El equipo construido en el CPEM 47 (que no tiene nada de escuela técnica) tiene capacidad para generar unos 200 watts por hora que "es perfectamente compatible con las necesidades de una vivienda rural", afirmó el docente Alejandro Della Gáspera.
"No podemos decir qué valor tiene pero sí que es mucho más económica que un generador fotoelétrico; además tenemos la ventaja de que arranca con muy bajo volumen de viento. Con un viento de 20 ó 22 kilómetros, algo normal para zona, funciona perfectamente", afirmó.
Las docentes no se animaron a dar valores precisos del prototipo. "Es muy difícil porque el 80 por ciento es material de rezago y porque hay cosas que las conseguimos cuando el dólar estaba a un peso. También hay que tener en cuenta todas las donaciones", dijo la profesora Pont, de Biología.
Los docentes dicen que los chicos están muy entusiasmados. Como la energía eólica está a la vanguardia de las denominadas energías limpias, quieren avanzar con este proyecto. Sueñan con llegar a conocer alguno de los parque eólicos de Buenos Aires o Comodoro Rivadavia.

Foto: Docentes y alumnos tuvieron su premio después de mucho trabajo: ver cómo el viento se transforma en energía en su propio colegio.

   
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