Martes 16 de julio de 2002

 

 

La Semana en General Roca: Los pasos del coronel

 

 

  Cuenta la historia que un tal Juan José Gómez, nacido el 24 de junio de 1848 en la ciudad riojana de Malanzán, era un tipo de esos audaces, de convicciones resistentes y un espíritu de lucha que lo llevó a lo largo de su vida por distintas zonas de la incipiente Argentina.
Así fue que en 1879 participó en la campaña del desierto, formando parte de la cuarta división, a las órdenes de Napoleón Uriburu. Esa actitud valiente -como tantas otras que lo caracterizaban- lo hizo merecedor de distinciones y ascensos en el Ejército.
Cuando murió en Buenos Aires, el 14 de septiembre de 1935, su trayectoria enumeraba presencias activas en diversas guarniciones provinciales, donde desempeñó cargos políticos y militares. Y el reconocimiento también se cristalizó por estas latitudes, cuando eligieron su nombre para el asentamiento ubicado a un lado de las vías del ferrocarril, al oeste de una joven General Roca que recién llegaba al final de su segunda década de vida luego de la gran inundación de 1899.
Relatos de padres a hijos convirtieron la historia del coronel J.J. Gómez en una postura ante las dificultades cotidianas. Más aún en esa zona roquense donde los impulsores del bautismo al asentamiento se encargaron de hacer conocer detalladamente sus proezas.
Los años pasaron y el desarrollo del barrio J.J. Gómez fue en aumento. Con la fábrica Canale y el frigorífico Fricader como pilares, el trabajo en las chacras cerraba el círculo de expansión para el lugar nacido -como tantos otros- a partir del paso del tren.
La intendencia de Gadano trajo la delimitación de calles al barrio y la pujanza de los vecinos hizo el resto.Tal es así que incluso hubo quienes se animaron a plantear la independencia y surgir como nuevo municipio.
Ahora bien, la historia parece haber dado un cachetazo atrás de otro a J.J. Gómez.
Recorrer hoy el espacio que alberga a unas 4.000 personas permite obtener una fiel radiografía del desamparo en el que vive media Argentina. Los vecinos viven el hoy. No saben qué será del mañana.
Ya no planifican el crecimiento del barrio. Piensan en la mejor manera de conseguir el próximo plato de comida.
No les importa que la calle Félix Heredia esté destrozada y sea un trastorno para entrar y salir del barrio. Muchos no tienen una moneda para tomar el colectivo y llegar al centro.
Así vive un gran porcentaje de vecinos. Hablar con ellos es escuchar la voz de la resignación.
Hace una década que pasan frente a la planta de Canale y sólo ven recuerdos.
Imágenes similares a las que transitan por la mente de 300 familias que alguna vez forjaron su economía a partir de Fricader.
La justicia dio la semana pasada un frío baño de realidad a ese medio centenar de obreros que pretenden poner en marcha las instalaciones para recuperar su trabajo. El proceder del Juzgado Civil 3 fue lógico: para los acreedores es mejor que el frigorífico se remate en pocas semanas, porque cobrarán de inmediato la deuda. De haber aceptado la iniciativa de la Cooperativa, el recupero hubiera sido en cuentagotas y dependiente de un éxito del emprendimiento que nadie asegura.
La única alternativa ahora es la tenencia precaria del inmueble. Después, sólo podrán negociar con el nuevo dueño del frigorífico una eventual contratación. En síntesis, nada confirmado. Y eso se nota en sus rostros.
Sin embargo, ayer seguían en la planta. Alguna vez escucharon describir a sus padres sobre lo duro que es empezar de cero.
Por eso hoy se animan a desafiar a la historia y cambiar el rumbo a un barrio sumido en la desesperanza. Tal vez el futuro muestre el fin para el nombre de J.J. Gómez y haya un nuevo bautismo con el nombre de un roquense que siguió los pasos del coronel.

Hugo Alonso
halonso@rionegro.com.ar

   
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