Domingo 14 de julio de 2002

 

La semana en Viedma: Para algo mejor

 
  Dos hechos recientes -uno público y otro reservado- marcaron por qué Viedma se mantiene en la deriva.
En primer lugar, los vecinos y funcionarios autoconvocados concluyeron un mes después de la cumbre Verani-Sobisch con su respuesta viedmense a la promocionada fusión de ambas provincias. La resolución se repitió en culpas ajenas y convocó a estar alertas para impedir lo que sería un "despojo, desnaturalización y pérdida de identidad como estrategia de dominación". Como siempre, la revisión productiva pendiente del Idevi, ocupó parte de esas asambleas pero, otra vez, el análisis quedó en testimonio. Sólo una mirada exógena en una comunidad con sobrados motivos para sonrojarse por su responsabilidad de las actuales miserias.
La coyuntura expuso el otro suceso de la semana. La Cámara y el Consorcio de Productores enviaron mensajes reservados al gobierno provincial en la búsqueda de un nuevo auxilio financiero. Con igual convicción, pero algo más de pudor, esos representantes demandan al Estado prebendario.
Es cierto, la crisis estatal de 1995 pudo sorprender a Viedma. Pero ya pasaron siete años. Ese período no fue suficiente para concretar la siempre manifiesta potencialidad de la colonia del Idevi. Sí fue suficiente para el desguace de la estructura del Instituto. La reforma estatal redujo a un cuarto sus recursos administrativos, bajando de los 3,7 millones de 1996 a menos de 880 mil pesos en el 2001. Esta caída se explica esencialmente en la disminución del personal: de 244 a 51 agentes.
La entonces superestructura del organismo (que incluía la estación experimental del INTA y el servicio de riego) quedó desintegrada. Obviamente, hoy ni planifica ni asiste con créditos, pero además son casi inexistentes aquellas otras razones que hasta ahora justificaban al Idevi: el cobro de las deudas y la información técnica. Además, el Instituto no captó programas nacionales -como el Pro Huerta que maneja el INTA- que bien podría traducirse en un aporte a la producción en pequeña escala.
El Idevi registra una deuda a cobrar a los productores por más de seis millones. En los últimos dos años sólo percibió -en promedio- 90 mil pesos por la venta de parcelas y recuperación del canon adeudado.
¿Cuántas parcelas están sembradas? El informe del Idevi más reciente y preciso pertenece a una estimación del director general Maximiliano Bruno: "el 50% está improductiva" y "lo producido -en su mayoría- es pastura". Es obvio que datos técnicos no sobran.
Tampoco la Cámara de Productores y el Consorcio de Riego lograron -si así lo pretendían- modificar esa inercia. Es más, mantienen aquella visión del Estado benefactor. Desde ese lugar se explican las solicitudes al Ministerio de Economía de un aporte, y la reformulación del plan nacional que financia a trabajadores rurales en blanco (se pretende contratar a personal en negro o desocupados). En estos años, el Consorcio no pudo revertir el bajo índice de cobrabilidad de su medio millar de propietarios de chacras. La demora podría justificarse por su producción y riesgo económico pero se advierte que la incobrabilidad alcanza -en gran porcentaje- a las áreas improductivas. Y en el listado de deudores aparecen funcionarios, empresarios, constructores y profesionales.
El Idevi languidece porque los viedmenses -autoridades y representados- siempre marcharon en otra dirección. Un informe del BCRA reconoce que los bancos en Viedma vendieron entre mayo y junio más de 2,5 millones de dólares. En julio ya ronda otro medio millón. Esa reacción puede estar teñida por la incertidumbre de la crisis nacional, pero igual muestra una actitud constante. Una revisión de las responsabilidades sería un buen inicio. Sólo así, aunque todo siga mal, se empezará a andar mejor.

Adrián Pecollo

   
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