Martes 2 de julio de 2002

 

Llevan tres meses "acampando" en la entrada del municipio

 

En Cipolletti, una mujer y su hija piden que les den una casa

  CIPOLLETTI (AC).- Quienes quieren ingresar al municipio de Cipolletti se ven obligados a esquivar las cajas apiladas, el colchón en el piso y la carpa que una mujer y su hija desocupadas instalaron en el acceso al edificio desde hace más de tres meses. Algunos cipoleños pasan molestos porque consideran que "ya es hora de que el gobierno haga algo"; otros, miran indiferentes, como si el campamento formara parte del paisaje cotidiano de la ciudad. "No sabés lo que es pasar la noche acá", dijo entre lágrimas Rosa Antipán, de 50 años.
La mujer exige que las autoridades municipales le den una vivienda porque asegura que no tiene adónde ir.
En realidad tanto Antipán como sus hijos Gabriel y Carlos Alberti tienen casas en el barrio Anai Mapu, pero los conflictos entre grupos les impiden regresar. A Gabriel le colocaron un artefacto explosivo en la puerta de su propiedad; en la vivienda de Carlos hubo disparos intimidatorios contra las ventanas, y en la casa de Antipán prendieron fuego. "No tengo adonde ir", insiste.
La protesta de esta mujer empezó con un pedido distinto. Hace más de tres meses, después de que un grupo de desocupados consiguió ayuda al permanecer unos días en la calle, Antipán se instaló en el acceso al edificio junto a un grupo de desempleados de distintos barrios. Lideraba el por entonces denominado "Grupo de Trabajadores Desempleados" de Cipolletti.
Pero los días fueron pasando y la solución que pedía Antipán no llegó. Ni siquiera sirvió la parodia de crucifixión que realizó para llamar la atención.
Ella afirma que los demás integrantes del grupo "sí recibieron ayuda", pero ella no.
La agrupación finalmente se fue desintegrando y solamente quedó ella en la carpa con su hija Rossana, también desocupada. El reclamo ahora es puntual y personal: quieren una casa. "Todos me han dicho que me van a dar la solución, pero hasta ahora todavía estoy acá", asegura Antipán.
"Yo no puedo volver a mi casa porque corre riesgo mi vida. Ningún integrante de mi familia vive en el Mapu. Tuvimos que salir de ahí porque no nos dejan. No podemos volver. Y acá es tremendo pasar la noche, estamos muy expuestas, con mucho frío y a veces sin nada para comer. Me da mucha tristeza", expresó Antipán al borde del llanto. La mujer y su hija colocaron una alcancía sobre una de las tantas cajas que tienen apiladas a modo de pared para que la gente les ayude para comprar comestibles. Dicen que no tienen asistencia de Acción Social.
   
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