Martes 23 de julio de 2002
 

Camila Quiroga: una actriz de raza

 

Por Mabel Bellucci

  No cabe duda de que fue una de las intérpretes más significativas del teatro nacional desde el Centenario hasta la década 1940. Junto con Blanca Podestá y Angelina Pagano representan las figuras más convocantes de las tablas porteñas.
Por los años veinte, la prensa española evocó a Camila como una actriz de raza que honró al teatro en cualquier parte del mundo, en tanto que la crítica parisina elogió su tendencia al arte mímico.
Camila Quiroga nació en Chajarí -provincia de Entre Ríos- el 19 de marzo de 1890. Inició su carrera artística siendo una adolescente en la Compañía Nacional de Aficionados, en donde también intervino Armando Discépolo, quien en los años cuarenta fue uno de los grandes dramaturgos populares.
Pero la suerte la llevó a que el actor español José Taleavi la contratara para su compañía y así comenzó su futuro escénico.
En 1912, conformó con su esposo, el actor Héctor Quiroga, un grupo teatral y recorrieron las principales ciudades de las provincias. A partir de este momento, fue afianzando su carrera profesional y se convirtió en la primera actriz de Pablo Podestá. También encabezó un grupo bajo la dirección de Alberto Ghiraldo y estrenó un clásico de la escena nacional: "Alma gaucha". Más tarde, con Elías Alippi representó el personaje de la Cautiva del Martín Fierro y, en 1915, desarrolla su primera gira por América Latina.
Dos años más tarde, junto con Podestá consagraron dos obras populares: "Fuerza ciega", de Vicente Cuitiño y "Las alas rotas", de Emilio Berisso.
Camila se perfiló con una imponente figura de rasgos finos, dicción clara, voz sonora y una fuerza emocional orientada al melodrama. Es evidente que ella representó un estilo de época entre toques puntillosos y una sobreimpresión gestual y física.
Tanto directores renombrados de la bella époque citadina -Martínez Cuitiño y Edmundo Gelbourg- así como autores de envergadura -González Castillo, Defilippis Novoa- se encandilaron por su descollante protagonismo que provocó un alto impacto en el crecimiento del teatro argentino. Paul Groussac escribió especialmente para ella "La divina Punzó".
Pese a la admiración que suscitó entre los dramaturgos nacionales, Camila apostó todas las fichas en incorporar a su repertorio autores europeos de talla, como Pirandello, Flaubert o Daudet.
Como mujer atenta a los cambios, también incursionó en el cine mudo y después en el sonoro. Se recuerda su actuación en las siguientes películas: "Mariano Moreno y la Revolución de Mayo"; "Reseca"; "Viviana"; "Tierra argentina"; "Juan Sin Ropa" y "Viento Norte", esta última dirigida por Mario Soffici.
Su hija Nélida también fue actriz de teatro, radio y televisión. Acompañó a su madre en intensas giras por París, Lisboa, Madrid, Barcelona y New York. A lo largo de su triunfante trayectoria, Camila obtuvo tres premios internacionales y la condición de huésped de honor en México, La Habana, Lima y Bogotá.
Camila Quiroga murió de manera repentina, en ese Buenos Aires de transformaciones vertiginosas, un 28 de febrero de 1948.
     
     
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