Sábado 20 de julio de 2002
 

Que se vayan todos o que vuelvan todos

 

Por César Gass (*)

  Por suerte el idioma castellano contiene innumerables giros que posibilitan, sin demasiado esfuerzo, mostrar todas las alternativas que el simple título encierra. -"Que se vayan todos" ¡si se van casi todos! se renueva la mitad de la Cámara de Diputados, el tercio de los senadores, todos los gobernadores, intendentes, concejales y legisladores provinciales; salvo alguna excepción. ¿Nos parece poco?-
Sí, no es suficiente. ¡Pero si algunos hace seis meses fueron legitimados por las urnas!
El que se vayan todos no impide que vuelvan todos. Fíjense: son principalmente los dirigentes políticos enrolados en esta corriente que simplifican todo a una caducidad de los mandatos para volver a votar.
Estas expresiones no son las mismas que se escuchan en las manifestaciones o en muchos activistas que explican el "que se vayan todos" en la necesidad de recuperar, con rango constitucional, el poder de las asambleas barriales, casi una democracia directa. Con algún ejemplo quedará más ilustrada nuestra reflexión: Kirchner, en Santa Cruz, está convencido de que ganará y de que su esposa volverá sin dificultad al Senado, ¿hay sinceridad en su pedido de caducidad?
También me preocupa la idea que indica que quien sea ungido próximo presidente tenga una mayoría adicta para tener garantizada la gobernabilidad, porque podría ir por más, como ser una Justicia adicta; podríamos caer en tentaciones no muy apegadas a la esencia de la democracia.
Por eso me atrevo a expresar una propuesta, que despejaría cualquier duda y casi temo sería muy bien recibida por la mayoría de los ciudadanos.
Que se vayan todos, sí todos, pero en serio; y quienes en este momento ocupan cargos electivos, no puedan presentarse en el próximo acto eleccionario. Así quedarían inhabilitados de postularse: todos los actuales gobernadores, intendentes, legisladores nacionales, provinciales y concejales, ésa sería una verdadera renovación.
Debo aclarar eso sí que en lo personal no estoy seguro de que ello probaría, de los nuevos, una segura eficiencia en el manejo de la cosa pública o que estuviera garantizada la honestidad. En un país de desaparecidos, primero desaparecieron personas, casi una generación, luego desapareció la ética y por último desaparecieron los ahorros de la gente. ¿Será solamente la magnitud del voto que cambiará esta crisis?, o habría que repensar culturalmente nuestro país que arroja históricamente desencuentros y miserias. Pero entonces se me podrá preguntar, ¿está conforme con la propuesta formulada? No conozco país que violando o modificando permanentemente sus leyes fundamentales mejore las instituciones y su funcionamiento. Como dijo Séneca: "Cuando un país anda sin rumbo, ningún viento es favorable".

* Jefe de asesores de la Municipalidad de Neuquén/Presidente de la Corporación del Paseo de la Costa
     
     
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