Miércoles 17 de julio de 2002
 

Informe ficticio alerta sobre presidentes débiles

 

Por Andrés Oppenheimer

  Si yo fuera un alto funcionario del Departamento de Estado y tuviera que escribir un informe confidencial sobre la situación en América Latina, éste sería el reporte que le enviaría al secretario de Estado, Colin L. Powell:
"Estimado secretario:
Como usted bien sabe, la situación en América Latina es crítica. No lo voy a aburrir con datos económicos -el colapso económico de la Argentina que se está contagiando al Uruguay y Brasil; la violencia política que está paralizando las economías de Colombia y Venezuela, etc.- que usted estará recibiendo separadamente de nuestra Oficina de Asuntos Económicos.
Tampoco le quitaré tiempo recordando los nuevos desafíos políticos que estamos enfrentando (el ascenso político del líder ultraizquierdista de los cocaleros bolivianos, Evo Morales; el primer puesto del candidato izquierdista Luis Inázio "Lula"" da Silva en las encuestas del Brasil, etc. Tengo entendido que la Oficina de Asuntos Políticos ya le ha preparado un informe al respecto.
Lo que quería traer a su atención hoy es otro tema: los presidentes débiles. América Latina, que hasta hace poco era conocida como un territorio de caudillos, tiene hoy probablemente los presidentes más débiles del mundo. En toda mi carrera, nunca he visto tantos presidentes con niveles de aprobación tan bajos en tantos países.
Una nueva encuesta de Ciba-Barómetro Iberoamericano, que incluye varias filiales de la empresa Gallup, confirma mis temores. La encuesta, realizada entre abril y mayo en 14 países, muestra un nivel alarmantemente bajo de personas que califican la gestión de sus presidentes como "muy buena"" o "buena"".
A saber: el presidente argentino Eduardo Duhalde, 16%; el presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, 20%; el presidente boliviano Jorge Quiroga, 26%; el presidente colombiano Andrés Pastrana, 9%; el presidente ecuatoriano Gustavo Noboa, el 32%; el presidente peruano Alejandro Toledo, 10%; el presidente uruguayo Jorge Batlle, 27%; el presidente venezolano Hugo Chávez, de Venezuela, el 5%.
Sólo el presidente Vicente Fox, de México, y el presidente Ricardo Lagos, de Chile, tienen una imagen positiva de un 45% o más, comparable con la tradicional en Estados Unidos y los países europeos.
Según Cima, si los resultados de la encuesta parecen algo bajos comparados con otras (que dan a Chávez, por ejemplo, un 30% de aprobación), es porque hay varias formas de medir la popularidad de los presidentes, y el cuestionario utilizado en esta encuesta suele dar niveles de aprobación más bajos que otras.
La falta de credibilidad de los partidos políticos es igualmente preocupante. La encuesta de Cima indica que la confianza popular en los partidos políticos es de sólo el 8% en la Argentina, el 6% en Brasil, el 6% en Bolivia, el 12% en Chile, 19% en Colombia, el 19% en Costa Rica, 6% en Ecuador, 21% en México, 10% en el Perú, 11% en Venezuela y el 10% en el Uruguay.
Señor secretario, estas tendencias son muy preocupantes. Sugieren que hay un terreno fértil para dictadores mesiánicos en América Latina. Esto es peligroso, porque puede llevar a la región a un nuevo círculo vicioso de gobiernos autoritarios, protestas violentas, fuga de capitales, mayor pobreza y mayor inestabilidad política y económica.
¿Qué debemos hacer? Creo que debemos ser audaces y reenfocar nuestras políticas hacia la región.
Primero, debemos bajarles el tono a nuestras exigencias de que los países hagan más privatizaciones y mayores recortes al gasto público, y enfatizar la necesidad de que aumenten su potencial exportador en un marco de libre comercio. Debemos resaltar que -como se ha visto en Chile, China y los "Tigres"" asiáticos- las economías que más crecen son las que más exportan. Esto, por supuesto, requerirá que nosotros también abramos más nuestros mercados a los productos agrícolas latinoamericanos.
Segundo, debemos ser menos escépticos sobre soluciones políticas democráticas que no sean copias de nuestro sistema. Tal vez, deberíamos ayudarlos a explorar otras fórmulas, como el sistema de gobierno de coalición de Francia, o de primeros ministros nombrados por el Congreso, si éstas garantizan una mejor gobernabilidad.
Tercero, deberíamos hacer una mejor labor de opinión pública. Desde el 11 de setiembre, existe la percepción de que hay un vacío en la política norteamericana hacia América Latina. Y éste es llenado por grupos de la izquierda globofóbica que propagan las medias verdades más truculentas sin que nadie los rebata.
Podría explayarme sobre mis recomendaciones próximamente, si usted lo desea. Por ahora, sólo quería hacerle llegar esta encuesta y reiterarle la necesidad de que Washington ponga más atención en la región, antes de que ésta explote en nuestras narices.
Señor secretario, le agradezco por su tiempo y, en nombre de todos mis colegas en la Oficina de Planificación, le deseamos todo lo mejor"".
Post Data: Cualquier parecido de este informe ficticio con algún informe interno del Departamento de Estado es puramente casual.
     
     
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