Jueves 4 de julio de 2002
 

El sistema dactiloscópico: un elemento indispensable para la Justicia

 

Por Miguel Pichetto

  En 1892 comenzó su aplicación en nuestro país un sistema de identificación creado por Juan Vucetich, mientras trabajaba en la Policía de la provincia de Buenos Aires.
Vucetich no descubrió las impresiones digitales, sino que ideó el sistema para clasificarlas y, después de grandes esfuerzos, creó la ficha dactilar y una clave fácil para reconocer la identidad personal.
El sistema dactiloscópico revolucionó a nivel mundial la identificación de delincuentes y con ello el descubrimiento de sonados crímenes.
La culminación del éxito se dio con motivo del crimen ocurrido el 29 de junio de 1892, en que se descubre por las huellas digitales que la muerte de dos criaturas había sido ocasionada por la propia madre, conocido como el caso de Francisca Rojas.
El sistema que Vucetich había ideado, "para satisfacer problemas policiales inmediatos sobre identificación de las personas incriminadas en procesos policiales", según sus propias palabras, tuvo el reconocimiento del VIº Congreso de Antropología de Turín (28 de abril al 3 de mayo de 1906) y fue en 1907 cuando la Academia de Ciencias de París lo declaró el más perfecto método de identificación de personas.
Muchos países de Oriente y Occidente se inclinaron, paulatinamente, por el nuevo método. Su practicidad hizo que fuera adoptado en casi toda América y en algunos países europeos como España, Francia e Italia.
Se caracteriza por ser el primer sistema dactiloscópico decadactilar que se aplicó tanto en la identificación civil como en la criminal. Es un elemento indispensable para la investigación policial y para la Justicia.
En Río Negro, que en 1984 dejó de identificar a su población, debería instrumentarse una ley orgánica de identificación reinstaurando la Cédula de Identidad obligatoria para todo habitante de la provincia, sea nacional o extranjero.
La identificación de una persona por medio de sus huellas digitales no deja la menor duda. Sus características no solamente son únicas en cada individuo, sino que el modelo permanece sin cambios desde el nacimiento hasta después de la muerte.
Los intentos de mutilar, remover o alterar en cualquier forma las huellas digitales no impiden la identificación.
La investigación del reciente triple crimen de Cipolletti habría tomado seguramente otro cariz si la provincia contara con un sistema actualizado de identificación de personas y con ello una importante base de datos para el cotejo de las huellas que, según distintas fuentes, fueron obtenidas en el lugar del hecho.
Si se encontrara vigente la identificación de personas a través de la Cédula de Identidad, perfeccionado hoy por la informática, seguramente el asesino estaría ya identificado.
Por ello resulta urgente dejar de lado los componentes ideológicos que determinaron la eliminación del sistema y actuar con un sentido práctico, porque en la base de cualquier plan de seguridad pública es imprescindible que un Estado cuente con un sistema de identificación de personas.


(*) Senador nacional
     
     
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