Sábado 20 de julio de 2002

 

¡Huyyy, regalitos!

 
  Los niños reciben regalos desde que nacen, pero claro, no son regalos que puedan disfrutar conscientemente. Son regalos para su mamá y su papá puestos en el niño.
Al primer año los pequeños monstruos empiezan a tomarles el gusto a los obsequios, pero como no hablan los padres le ponen la voz en off para cubrir el mutismo del párvulo.
¡Huyyy, qué divertido! ¡Guau, qué grande!, dicen entusiasmados, haciendo voz de dibujito animado.
En algunos casos estos doblajes tienen como fin traducir las emociones del niño y en otros directamente inducirlas para que el oferente se sienta cómodo
-¡Huy, mirá qué lindo el quirquincho embalsamado que te regaló el tío Godofredo! El niño mira la sonrisa "extra-large" de la madre y sin entender también se sonríe y el tío Godofredo se va tranquilo a servirse una grapita. Claro, cuando la madre se va a la cocina y el pendejillo se queda solo con el armadillo que lo mira fijo, congelado en el tiempo, comienza a llorar como un descosido.
A los dos años todavía se le pueden manipular las fantasías:
-¿Te gustaría tener un camión rojo grande, grande, grande???? ($15,90).
-Tííí, rande, rande… responde casi en eco pavloviano el incrédulo infante.
Pero esto no dura mucho porque el tiempo pasa y aunque los chicos no tienen mucha noción del almanaque, la televisión los ayuda horadándoles el tierno cerebrillo con exactitud de agenda digital.
Las fechas de su cumpleaños, el Día del Niño, Navidad y Reyes se incrustarán con ansiedad y fantasías.
-¡Nene… nene! ¡Falta un mes para el Día del Niño!, ¡pediles que te traigan el juego de la granja con vaquitas, ovejitas y los nuevos y alborotados especímenes en el corralito: bipedus ahorristum, bipedus cacerolareum y alpedus funcionarium!
De todas maneras nosotros los padres somos muy astutos y podemos recrear alguna noticia de los diarios para que nos salve de la situación de costosos y exóticos regalos.
"El Senasa no deja pasar los renos de Papá Noel al sur del río Colorado". "El chupacabras les comió los camellos a los Reyes Magos". Lo cual ayudará a sanear nuestras alicaídas economías, aunque suenen un poco traumáticos y al principio los niños lloren un poquito.
Pero los chiquitos también nos hacen regalos, ya que para las corrientes freudianas y posfreudianas la "caca" es un acto de desprendimiento y de alguna forma un regalo que los críos nos hacen a nosotros. No habrá sido un asociación difícil para los psicólogos al escuchar y ver la cara de júbilo de algunas madres: ¡¡Ay, qué linda caquita que me hizo el nene!!.
Pero convengamos en que esos regalitos eran muchos más simpáticos cuando todavía podían venir envueltos en hermosos paquetes elastizados superabsorbentes con dibujitos, gel y cintas adhesivas.

Horacio Licera
hlicera@rionegro.com.ar

   
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