Miércoles 17 de julio de 2002

 

Burbujas

 
  Se lee de un tirón, dice. Es verdad. Se lee de un tirón pero no nos permitimos fagocitarlo como a un buen asado de domingo. Aunque debemos devolverlo cuanto antes, buscamos un pretexto para que se quede junto a la almohada un poco más.
Un ratito más. Alguna vez le dijimos eso a alguien, mentimos la hora, juramos que el tiempo estaba a nuestro favor. Y entre los besos se nos fueron volando unas cuantas vidas. Libros, como personas, que en la cama o en el café de la esquina se nos vuelven imprescindibles para continuar respirando.
(Sabemos que no queda nada. Hasta adivinamos el final de esta historia. Qué carajo importa el final si te tengo hoy, atrapada en mi red, desnuda en este cuarto por siempre. Ni un segundo falta para llegar al epílogo y cerramos el libro. ¿Es todo?, murmuras mientras te arreglas el pelo. ¿Qué pasaría si el guión de lo que nos sucede se prolongara un par de capítulos?).
Un amigo, lector empedernido, nos contó de la vez en que a la búsqueda de nuevas experiencias literarias había comenzado la lectura de un libro de 700 páginas arrancándole la última, justo donde el misterio de la obra se daba por resuelto. Era su manera de quitarle densidad a la relación autor-lector, dijo. Eso es firmar el divorcio el día en que te casas, le respondimos. Es el famoso pacto con Satanás, explicó.
"Seda", el libro de Alessandro Baricco no necesita final para encender el fuego, y por supuesto, tampoco merece ser leído en unas pocas horas aunque estemos en el pleno derecho de hacerlo. En la línea de escritores como Philippe Delerm y Abilio Estévez, Baricco recupera el motivo íntimo para el cual vivimos: las sensaciones. Fácil de decir, difícil de hacer. Porque la conciencia de ser un granito de arena con unos fantásticos problemas psicológicos alivia poco y nada el tormento."Seda" es el bálsamo.
Luis Frontera, el excelente periodista colaborador de "Nueva", protagonista de increíbles viajes por el mundo y corredor de largas distancias, dice que la burbuja es un lugar intangible en el que nos metemos cuando hemos llegado a cierto grado de concentración. Un micro universo que estalla como un Big Bang en el momento preciso en que pasamos de los diez kilómetros de marcha, hacemos el amor o... leemos un libro distinto. En la burbuja nos reinventamos y capeamos el temporal.
Escribió Baricco en "Seda": "Se descorrió un panel de papel de arroz y Hervé Joncour entró. Hara Kei estaba sentado con las piernas cruzadas en el suelo, en la esquina más alejada de la habitación. Vestía una túnica oscura, no llevaba joyas. El único signo visible de su poder era una mujer tendida junto a él, inmóvil, con la cabeza apoyada en su regazo, los ojos cerrados, los brazos escondidos bajo el amplio vestido rojo que se extendía a su alrededor, como una llama, sobre la estera color ceniza. El le pasaba lentamente una mano por los cabellos: parecía acariciar el pelaje de un animal precioso y adormecido".
Esa mujer aún duerme en nuestra habitación.

Claudio Andrade
candrade@rionegro.com.ar

   
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