Miércoles 26 de junio de 2002
 

Vecinos cipoleños hacen crecer al barrio Arévalo

 

El barrio se ha constituido en uno de los preferidos por los cipoleños, que encuentran un sitio "de buenas costumbres y alto nivel de ocupación", dice el titular de la junta vecinal. Dos plazas, la red cloacal domiciliaria, semáforos, señalización callejera y un puente que sirve de nuevo acceso a la ciudad se encuentran entre las múltiples realizaciones de los vecinos.

  CIPOLLETTI (AC)- La plaza principal, la apertura de una calle troncal para un acceso directo a la ruta, la idea de que se premie a los "pagadores excelentes" de tasas y el aporte a la tranquilidad comunitaria, impidiendo la instalación de locales bailables que podrían ser conflictivos, son aspectos que marcan la constancia, y la particular idiosincrasia de los vecinos del barrio Arévalo, que lleva ese nombre en homenaje al pionero Juan Bautista Arévalo.
El barrio -uno de los más tradicionales de Cipolletti porque empezó a formarse en 1902, ahora con casi 2.500 pobladores, la mayoría de clase media hacia arriba- "es característico por su gente de buenas costumbres y un alto nivel de ocupación", enfatizó ayer el presidente de la junta vecinal, Manuel San Martín, elegido, por su protagonismo en el tema, entre todos los dirigentes barriales cipoleños como delegado al Consejo de Seguridad Ciudadana.
Con límite norte en la avenida Mariano Moreno (que nace en la biblioteca Rivadavia); al sur, las vías del ferrocarril y acceso Pacheco; al este, las vías, la planta de Kleppe y el estadio del Club Cipolletti y el oeste respaldado en la ruta 151, el barrio muestra múltiples obras que comenzaron con la iniciativa vecinal y hallaron eco en el municipio, saliendo adelante.

Obras y propuestas

Por ejemplo, relata San Mar-tín, la construcción de la plaza "Escritores Cipoleños", ubicada en Rubén Darío y O"Higgins; la red cloacal domiciliaria, la colocación de semáforos en Rivadavia y O"Higgins, la donación de canastas para residuos a la escuela primaria 262 "Los Pione-ros", los carteles indicadores en las principales arterias, la apertura de la calle O"Higgins y ruta 151 -donde se hizo un puente que sirve como nuevo acceso a Cipolletti- y la construcción de la plaza "Maestra Guillermina Molteni" resultan aspectos resaltantes -dijo San Martín- de lo que se puede "cuando se conjuga la inquietud del vecindario y su junta y la consecuente respuesta oficial".
Sin embargo, no es todo un rosal florido en el barrio. En esta instancia -y ya lo sabe la intendencia y el Concejo Deliberante- se está exigiendo la continuidad de la reconversión del sistema de alumbrado público en sectores ya iluminados (falta un 50 %), un impulso concreto al asfaltado de calles (mediante el convenio vecino-empresa previo registro de oposición) y la obra del salón comunitario municipal en una parcela fiscal ya dispuesta, en calle Rubén Darío.
"Esta obra la consideramos desde la junta vecinal de significativa importancia por los beneficios, dado que se prestará para todo tipo de reuniones culturales, deportivas, sociales y comunitarias", aseguró San Martín.
La junta, en otro orden, es la única de todos los barrios que presentó a la Comisión Interpoderes de la provincia un escrito con sugerencias en la búsqueda de soluciones para el problema de inseguridad en todo el ejido.
En el Arévalo están conformes, y no son muchos los que "emigran" hacia el centro para sus compras.
Tienen un centro comercial armado, un perímetro donde no hay prácticamente lotes sin ocupar, una limpieza que es la envidia de otros sectores -la zona es muy buscada como hábitat por los cipoleños, y el más alto nivel de cumplimiento en el pago de tributos locales.
"Sabemos que faltan cosas, pero nos sentimos orgullosos por lo que hemos logrado. Una de las constantes de este barrio es que cada pedido va con una propuesta de solución, con un apor-te. Por eso nos escuchan", dijo San Martín.

Por ahí anduvo Bairoletto

CIPOLLETTI (AC).- Cuando la gente se remonta a hechos anecdóticos del barrio, aparte de ponderar la trayectoria del pionero Juan Bautista Arévalo y de su esposa Petronila Poblete, recuerda -incluso con el apor-te de recortes periodísticos, "Tiempo Cipoleño" entre e-llos- que por el sector andu-vo uno de los hombres más buscados por la justicia, Juan Bautista Bairoletto.
Por ese entonces, los descampados dominaban la geografía del perímetro. Nada era igual. Todo estaba empezando, con la radicación de pobladores que le ponían el hombro a la adversidad y trabajaban muy duro.
Bairoletto -un sujeto de aventura y avería, que se ganó una trágica notoriedad por sus gambetas a las patrullas de la época- solía ha-cer un alto muy breve en el almacén de ramos generales, cita obligada también de los carreros que iban y venían con sus tropillas de animales, llevando y trayendo mercaderías diversas.
Podría imaginarse hoy la figura alerta de este sujeto, acodado en la barra, con una mano en un vaso y la otra en la empuñadura del filo. Y a los carreros murmurando por lo bajo, ante la inquietante presencia.
Una postal que los antiguos vecinos han escuchado de sus padres y abuelos, y que de tanto en tanto vuelve a la palestra, sin más importancia que un fugaz recuerdo de antaño.
   
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