Domingo 23 de junio de 2002

 

Momento de solidaridad

 

La semana en Viedma

  Todos se oponen. Algunos no saben muy bien de qué se trata. Pero igual repudian la posibilidad. Nadie acepta ni siquiera la idea de que Viedma pierda su condición de capital. El viento todavía arrastra por la ciudad los panfletos que no fueron alcanzados por los cepillos de los barrenderos. Las pisadas, la lluvia y el barro no han borrado las leyendas que auguran para Viedma el mismo y desolador futuro de Sierra Grande si le sacan la capitalidad.
El reciente acuerdo firmado entre los gobernadores de Río Negro, Pablo Verani, y de Neuquén, Jorge Sobisch, sobre la regionalización de ambas provincias generó la reacción, sobre todo ante informaciones que hablaban de una nueva provincia cuya capital estaría radicada en el radio de influencia de Neuquén.
Nada es tan malo ni tan bueno. Lo importante es que esta posibilidad generó reacciones en una Viedma resignada, que peca de indiferente, que tiene los hombros caídos, que ya arrastra los pies pero se maquilla todas las mañanas para disimular el desgaste....como si nada pasara. Igual que los matrimonios que sonríen aparentando una felicidad que la almohada sabe inexistente.
Una Viedma que está agotada tanto como el Estado que repartió bienestar, casas lujosas, cambio de auto todos los años, vacaciones mitad en el exterior y el resto en la casa de fin de semana del balneario El Cóndor en plazos fijos abultados y una marcada ausencia de pertenencia.
Viedma no tiene prácticamente actividad privada y la poca que hay también depende del Estado. Esta parece ser razón suficiente para multiplicar los precios en los comercios y vivir de rentas, solo alquilando una casa a un funcionario o un local para algún organismo público. Total el Estado -en algún momento- pagará. Esa interpretación se trasformó en costumbre y hoy ese costo se está pagando muy caro: la desocupación avanza sin tregua y la depresión se apodera de las situaciones frente a una crisis que no perdona. Una crisis que también desnudó una cara oculta de Viedma. Nunca nadie se animó a confirmar un solo dato sobre los millones resguardados en plazos fijos de importantes clientes bancarios que los pudieron depositar gracias a Viedma y a los jugosos contratos y sueldos del Estado. El "corralito" confirmó esos depósitos que algunos señalan -entre dientes- superaron los 60 millones.
Recursos de amparos mediante varios depósitos se rescataron pero sobran los dedos de la mano para contar los que invirtieron en Viedma con un Parque Industrial donde sólo abundan los pastizales y duermen proyectos de esperanza, en una ciudad de una belleza natural incomparable que nadie se ocupa de promocionar desde la actividad privada para aportar oxígeno a su economía.
Todo es responsabilidad del Estado del que todos viven.
Entonces no es descabellado preguntarse qué defienden algunas voces que se levantaron contra esta iniciativa de fusión: la histórica capitalidad de Viedma o la histórica proyección individual.
Lo importante es la reacción. Ojalá sea desde un lugar de conjunto, de autocrítica, entendiendo que el único y verdadero factor de cambio que puede sacudir la desesperanza y encontrar el nuevo destino es el de modificar las conductas individuales y recuperar los valores. Es hora de pensar en Viedma mirando para los costados y desde la solidaridad.
Estela Jorquera
   
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