Martes 25 de junio de 2002
 

Sigue el misterio sobre la Trafic que voló la AMIA

 

Testigos de un estacionamiento relataron las extrañas circunstancias del ingreso de la camioneta usada como bomba

  Para los investigadores sigue siendo un misterio dónde fue "preparada" la Renault Trafic que terminó con la vida de 85 personas el 18 de julio de 1994.Así quedó evidenciado en la audiencia de ayer, donde el tribunal que sustancia el juicio por el atentado a la AMIA comenzó a desentrañar hoy dónde habría estado la camioneta usada para volar la mutual judía en las horas previas a la explosión.
Los últimos pasos de la Trafic usada como coche-bomba comenzaron a desandarse ayer, cuando dieron su testimonio los tres empleados de la playa de estacionamiento que hablaron con el supuesto terrorista que la dejó en un estacionamiento, tres días antes de la voladura.
"¿Y cómo es esto? Qué se hace?", fue lo primero que le dijo a José Antonio Díaz un individuo que a las 18 del 15 de julio de 1994 ingresó una camioneta Trafic blanca a "Jet Parking", el estacionamiento donde el testigo trabajaba.
Díaz contó la particular aparición de la camioneta en el estacionamiento. "Eran las seis o las siete de la tarde, entró una camioneta Trafic y apenas a unos metros se detuvo. El conductor la quería hacer arrancar pero no podía. Yo me preocupé porque tenía que bajar para empujarla. Pero cuando me acerqué a ayudar, apareció de la nada un muchacho que, sin decir palabra, le abrió la puerta y, cuando el conductor se bajó, entró en su lugar, la tocó y la hizo andar", relató.
Según precisó, "el segundo hombre arrancó a gran velocidad, y sin dudar maniobró y ubicó la camioneta frente a uno de los paredones de 50 centímetros que dan hacia la calle Azcuénaga. Se bajó y desapareció". Se cree que la camioneta venía de ser rechazada en el estacionamiento del Sanatorio Otamendi y Miroli, ubicado a pocos metros de allí, porque no podía pasar debido a su altura.
El primer conductor, de 1,70 metro, de pelo oscuro y de tez morena, se dirigió la oficina del estacionamiento. "A mí me dio la impresión de que eran ladrones, que venían a afanar. Pero cuando vi que el hombre se fue me quedé tranquilo", dijo.
En la oficina, al extraño conductor lo recibieron el gerente Jorge Giser y la empleada Elena Schargorodsky. "Tenía un acento extraño que no pude describir", dijo Giser ante el tribunal.
"No miraba a los ojos y había que preguntarle las cosas directamente. Dijo llamarse Carlos Martínez y, cuando le pedí el numero de patente me dio el de documento ", agregó. Sin discutir, el sujeto "sacó un montón de billetes arrugados y pagó con 100 pesos", contó el testigo.
Según Díaz, la camioneta ya no estaba allí el sábado por la noche, cuando él tuvo que ir a trabajar. Pero hay testimonios cruzados en la causa sobre esa circunstancia, a raíz de lo cual no se sabe cuántas veces entró y salió para ser preparada con los 300 kilos de explosivos .
Para la abogada de la AMIA, Carolina Fernández Blanco, no sólo hubo "una situación incomprensible con el hecho de que en Buenos Aires un hombre se suba a una camioneta de un desconocido para estacionarla sin decir palabra, sino que además se haya dejado estacionada la camioneta al lado de la vereda, donde no se necesitaba mayor dispositivo para controlarla", hasta que fue usada ese 18 de julio.
En tanto, Carlos Telleldín, el reducidor de autos acusado de preparar la camioneta que se usó para el atentado, pidió al tribunal que lo juzga que ponga custodia especial en el trabajo de su hijo, quien el último fin de semana fue apuñalado por desconocidos que le advirtieron que su padre debía guardar silencio.
     
     
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